- Por Pedro Julio JIMENEZ VILLASEÑOR
HOY DÍA 1º de mayo hemos vuelto a vivir una de esas tardes desconcertantes por la actitud del público, que fue más pachanguero que taurino, haciendo la ola, distrayéndose en las gradas con cualesquier motivo, volviendo a faltar al respeto de los que se juegan la vida en el ruedo y esto lo comenzaron ante la falta de fuerza y casta de los de Bernaldo de Quirós.
LA ENTRADA fue un lleno casi a reventar, el que desde la temporada pasada no se veía, el calor sofocante, sin aire que molestara a los espadas, buen ambiente para volver a ver a Castella y a Juan Pablo y la desilusión con algo que se ya temía por experiencias pasadas, los astados de Bernaldo de Quirós como ya lo hemos mencionado.
EULALIO LÓPEZ, “El Zotoluco”, de tabaco y oro. Ha remado contracorriente este torero, su lote fue malo, el primero fue pitado fuertemente en el arrastre. En su segundo ha instrumentado dos escalofriantes largas de rodillas muy pegado a tablas, pasándole los pitones a centímetros de la cara, quitó por chicuelinas muy rápidas, aprovechando el viaje pero de impacto a la gayola, con la muleta se mostró empeñoso y después de dos pinchazos hubo división de opiniones cuando se metía al callejón. Regaló el segundo sobrero, de Teófilo Gómez, que de salida nos hacía pensar en lo peor, es posible que lo corraleado, e inclusive encandilado, le hiciera no querer ningún tipo de pelea, huía de capotes con singular alegría, manso solemne que fue atropelladamente al caballo en donde apenas si se señaló un puyazo insignificante, surtió efecto y el de don Teófilo comenzó a acometer con marcada sosería, mansedumbre indudable, pero que “El Zotoluco” supo explotar por momentos, en otros abuso de sus ya conocidos eléctricos pases aprovechando el viaje, inclusive por ahí dejó sabrosos pases con ambas manos, un pinchazo y una estocada caída fueron suficientes para que desde el biombo de la autoridad se le concediera un apéndice con la respectiva bronca al juez por no complacer la solicitud doble para este torero que ya se iba de vacío en la feria después de dos tardes.
SEBASTIÁN CASTELLA. También de tabaco y oro. Los astados de hoy se caracterizaron por ser de una debilidad desesperante, algunos rodando por la arena de continuo, al francés le ha tocado hacer labor de enfermero con su primero, un quitazo por valientes tafalleras prendió la mecha la cual jamás pudo explotar porque el bernaldito era un invalido, el espada sin embargo con sapiencia pegó muletazos con la firma de la casa y la faena fue creciendo, merito enorme, tiene mucho sitio Castella y después de tres cuartos en buen sitio se le otorgan dos apéndices. En su segundo fue el acabose del majadero festivalero público, el de la ola, el de la falta de respeto a un torero que comenzaba a sobar al astado buscando hacerse de el e intentar la faena, atinadamente ante la indolencia y distracción que se vivía en las gradas, el paradismo toro fue despachado de dos pinchazos sin soltar y dos descabellos, fuerte y merecido abucheo al astado.
JUAN PABLO Sánchez. Otro torero-enfermero que lidio con la mansedumbre y debilidad de sus enemigos. Pero a Juan Pablo no hay que perderlo de vista, creo tiene la onza y en cualquier momento la cambia, hoy, como la tarde de su debut, vimos la calidad que tiene, hoy hizo faenas de quirófano, de delicado bisturí, de llevar con pinzas a su primero para que no rodara, tandas cortas pero que de inmediato conectaron y dejaron ver el porqué las hacía de esta manera, sin acosarlo, dándole el tiempo justo entre pase y pase, desgraciadamente la espada le jugó un mal momento y esta quedó demasiado baja por lo que solo saludo desde el tercio. En el supuestamente último de la tarde-noche hemos visto como le aventaba Juan Pablo la muleta hasta el hocico y templadamente lo llevaba, el toro era el menos malo del encierro a pesar de haber escuchado por ahí que era bravo y noble, sin embargo el novel lo encelaba con sus propios muslos, al grado de sufrir aparatosa maroma de la que afortunadamente salió bien librado, sin mirarse la ropa continuó pisando terrenos muy comprometidos y dándole todas las ventajas al burel, desgraciadamente con la espada dejó ir el triunfo grande, después de dos punzaduras le fue otorgado un apéndice que desechó con vergüenza y categoría. Lo dicho, estos triunfos de los jóvenes pronto obligaran a que se hagan bastantes despedidas de toreros a los que el tiempo ya los ha alcanzado.
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