SAN LUIS POTOSÍ, SLP., a 3 de septiembre de 2011.- Con un lleno en los tendidos bajos y palcos se dio la última corrida de feria en esta nueva y funcional plaza, el Domo, ubicada en San Luis Potosí, la que resultó una tarde noche triunfal para todos.
El cartel estaba integrado por el rejoneador Rodrigo Santos y los matadores Pedro Gutiérrez Lorenzo y Joselito Adame, con 6 toros de Santa María de Xalpa, del encaste Parladé de la línea de Salvador Domecq.
Como es costumbre, la ganadería envió un encierro muy parejo en tipo y juego, destacando los corridos en segundo, cuarto y sexto lugar. El cuarto mereció los honores de arrastre lento, mientras que el sexto recibió petición de indulto que el juez de plaza no concedió. Después se le dio vuelta al ruedo a sus restos, bajo el coro de “toro, toro”, siendo aplaudido por el numeroso público asistente. Todos fueron aplaudidos a la salida y cinco de ellos en el arrastre final.
“Este es uno de los mejores encierros que he visto”, comentó Fernando Pérez Salazar, empresario del coso. “La calidad, bravura y nobleza de los seis toros fue extraordinaria y la gente salió feliz de la plaza”, terminó de decir Pérez Salazar.
Rodrigo Santos, con su muy personal estilo, lidió primero a Guillo, un castaño de 498 kilos. Después de clavar rejones de castigo, banderillas y cortas, pinchó con la hoja de peral y se tuvo que conformar con una fuerte ovación en los tercios. En este astado actuaron los Forcados Amadores de Hidalgo, logrando hacer la pega al primer intento, para gusto del público asistente.
En su segundo, que resultó extraordinario, un toro negro llamado Espléndido, sacó lo mejor de su repertorio y logró hilvanar una faena muy emotiva, que fue fuertemente coreada por la plaza. Dos rejones de castigo y varias banderillas largas y cortas hasta alcanzar el climax, cuando puso un par de banderillas a dos manos y después cortas también a dos manos. Mató al primer intento y, aunque el toro tardó en doblar, fue premiado con una oreja, aunque el público pedía las dos.
El toro tuvo una bravura ejemplar y una fijeza extraordinaria, lo que permitió el lucimiento de este gran caballista potosino.
El primer espada en la lidia ordinaria, Pedro Gutiérrez Lorenzo, el Capea, hijo de la gran figura que fue Pedro Gutiérrez Moya, el Niño de la Capea, entendió a la perfección a su primer enemigo, Neto, con 470 kilos, negro, delantero desde que se abrió de capa. Quitó por chicuelinas de gran manufactura que remató con una media soberbia.
La faena fue muy aseada y con estructura, de tal forma que toro y torero fueron siempre a más, ya que la claridad en la embestida y la nobleza del toro permitieron el lucimiento del espada. Después de algunos adornos, se tiró a matar dejando una estocada hasta las cintas. Aunque el toro se defendió y tardó en doblar, el juez le otorgó las dos orejas.
A su segundo, el más débil del encierro, Avilazo, con 455 kilos, lo cuidó mucho y lo llevó con pinzas para que el toro no rodara y pudiera ligarle tandas de muletazos por derecha e izquierda. Lo despachó de dos pinchazos y estocada para salir a los medios a agradecer la ovación.
Joselito Adame estuvo en plan grande y poco le faltó para redondear una gran faena en el sexto, después de que en el tercero saludara en el tercio por haber malogrado la faena con la espada.
El sexto, Ángel Taurino, negro delantero con 465 kilos, resultó el mejor toro del encierro y, probablemente, de la feria. Nobleza, bravura, clase y recorrido hicieron que el público empezara a solicitar el indulto de este burel, pero el juez puso oídos sordos y ordenó su muerte.
Desde que saltó al ruedo se le vio imponente, fuerte, siempre armado en los medios, fijo en el matador y sus movimientos. Adame lo quitó con tres Manguerazos de Villalta que le resultaron de pintura y que fueron los mejores lances de toda la tarde, por su plasticidad y estética.
Cuando hay un toro bravo, noble y con recorrido en el ruedo, el matador puede hacer grandes cosas, como las tandas de derechazos y naturales que Joselito le pegó a Ángel Taurino. Más de cien pases de calidad y el toro seguía embistiendo de largo, presto a responder al toque que le hacía el matador.
Cuando el público empezó a sacar los pañuelos blancos para que se le perdonara la vida a este ejemplar burel, el hidrocálido se puso algo nervioso y, después de ver al juez, se tiró a matar dejando una estocada entera. Como el toro tardara en doblar, Joselito tomó la espada de descabello y, al segundo intento, acabó con la vida del toro. Como premio se llevó una oreja. El toro, la vuelta al ruedo bajo el reconocimiento general.
Al final, vuelta de los ganaderos, Miguel Valladares y Benigno Pérez, con el matador, devolviendo prendas y agradeciendo la ovación.
“Estamos muy contentos”, dijo Valladares al final del festejo. “Cuando ves toros así en la plaza y toreros que están dispuestos a sacarles la faena, se logran éxitos como este, que son triunfos para todos, pero sobre todo, para el público, que puede ver un toro diferente, con un encaste que se empieza a apreciar en nuestro país”, finalizó el ganadero.
Para conocer más sobre esta ganadería, se puede consultar la página www.xalpa.com.
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