16 diciembre 2011

Todo se llenó de oscuridad

 “El Saltillense”
  •  por LUNA TURQUESA

Escribir una nota nunca es fácil, pero cuando la sientes tanto, es difícil saber por dónde empezar, es imposible decir con palabras lo que viene del corazón, y más cuando el corazón está triste.
El mundo de los toros y del arte ha perdido a uno de los más grandes… Armando Rosales “El Saltillense”. Los que tuvimos la enorme fortuna de ser sus amigos y de ser su familia, perdimos aún más.
Mi papá y “El Salti”, como le decíamos, compartieron desde muy jóvenes experiencias de las que marcan por siempre, experiencias de vida y muerte, como son las de dos jóvenes aspirantes a toreros que coinciden en el camino y de pronto se descubren amigos, y un día, se saben ya hermanos. Y así, desde que tengo uso de razón, Armando en nuestra casa era el tío “Salti”.
Tengo recuerdos de cuando “Salti” empezó a hacer sus primeros pininos en la fotografía. Mi hermano y yo, y bueno, toda la familia, tuvimos el honor de fungir como improvisados modelos en el patio de mi casa, o donde estuviéramos, éramos chiquitos en ese entonces, qué íbamos a imaginar hasta dónde llegaría Armando, hasta dónde su derroche de sensibilidad y de creatividad.
Pero “El Salti” no sólo era el mejor fotógrafo taurino de México, y me atrevería yo a decir del mundo, sino además él era una fiesta. Cuando vienen a mi mente recuerdos, los sentimientos son contradictorios, porque naturalmente estamos muy tristes, pero de repente recordamos cosas que decía, y es inevitable que nos siga dando risa, era un ser con un sentido del humor tan especial, que compartir con él un momento o un día era divertidísimo, no se de dónde sacaba tanta tontería.
En su etapa de novillero, el destino le puso enfrente a un toro viejo que le reventó el globo ocular derecho, en Ojo de Agua, pero pareciera que al perder ese ojo, el otro duplicó su visión y su sensibilidad, porque lo que este hombre captaba, nadie más lo hacía. Y es que “El Salti” no sólo veía con los ojos, su obturador era su corazón, su alma hacía las veces de telefoto, porque alcanzaba a percibir lo que para otros está muy lejos de su visión. El trabajaba con todo su ser, con sus víceras, por eso era capaz de hacer de cualquier escena, una fotografía para la historia, era capaz de transmitir en un claroscuro, con puras siluetas, toda la esencia de los personajes retratados. Armando tenía el don de la oportunidad, estaba en el lugar exacto, en el momento exacto, reconocía al instante dónde estaba la imagen, su frase era: “Esta es una fotografía”.
Fotógrafos hay muchos y muy buenos, pero nadie con ese duende. Era un maestro de los fotomontajes y de las dobles exposiciones cuando todavía no existía el photoshop ni tanta tecnología. Inclusive se resistió mucho para entrar a la era digital. Pero la verdad es que a un fotógrafo no lo hace una super cámara de quién sabe cuántos megapíxeles y toda la tecnología digital y de software y photoshopazos, a un fotógrafo lo hace su sensibilidad, y “El Salti” tenía en su corazón un ISO muy alto. Su casa de Santa María la Rivera alberga un tesoro invaluable, las maravillas que estarán ahí almacenadas, enterradas fotos bajo fotos, películas, bajo películas.
Son inumerables las imágenes ya clásicas de él, como la de Manolo Martínez bebiendo agua mientras observa su toro, con esa mirada de Monstruo, pensando quién sabe qué cosa, o la del joven torilero al cuál el toro Samurai de Begoña, indultado por el Niño de la Capea cornó horriblemente en los corrales de la México, o la de Eduardo Fontanet en aquel mortal percance también en la Plaza México, fotos en el campo, fotos de caballos, fotos de detalles, un estoque, un bordado, momentos cumbres de Manolo, Jorge, Eloy, bueno, hasta del Glison tenía fotos formidables, ya que fue su apoderado en alguna época. Cualquier foto tomada por “El Saltillense” era de una expresión única, no importaba el personaje retratado. Luego sus fotosoluciones, llenas de arte y de movimiento, porque además tenía el don de la pintura, solo que en vez de óleos, utilizaba químicos para fotografía y en vez de lienzos, plasmaba sobre papel fotográfico.
Desde hace años existía un proyecto de hacer un merecidísimo libro de arte con las mejores fotografías de Armando (qué difícil selección) pasando por sus varias etapas de proceso creativo; ningún empresario o gobierno quiso patrocinar esta maravillosa obra. Imagínense, obras de Armando Rosales “El Saltillense” con pies del Maestro Leonardo Páez, un sueño que hasta la fecha, nadie ha tenido la visión empresarial de aquilatar. Pero algún día, querido tío “Salti” lo vamos a hacer… y ese día va a haber tormenta eléctrica, de tantas fotos que estarás disparando.
Dentro de la inmensa tristeza que nos embarga, y pese a ella, estamos contentos y agradecidos con la vida, por haber tenido la fortuna de coincidir con él en este mundo y que nos alegrara tantos momentos con su chispa, su gracia, y por supuesto con su arte.
Querido “Salti”, tantos toreros que le faltaban a tu lente por captar. Me imagino las fotos que ahora harás de Belmonte, de Silverio y de Lorenzo, mientras que con tu gracia, hasta una carcajada le arrancarás al mismísimo Manolete.

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