ELOGIO DEL ESPECTADOR TAURINO
Dicen que era el verdadero demonio se llamaba Don José Jiménez Latapi y arribo al infierno de los vivos al alimón con el siglo pasado ‘Don Difi’ habitaba en la llamada ‘Casa del Ogro’ en la calle de Pino a la que hizo famosa por su presencia y porque por ella desfilaron todos aquellos que tuvieron que ver con la torería del México de las figuras macizas, periodista poderoso como el que más y quién entre su legado dejo letras engarzadas como aquellas que tituló ‘Elogio del Espectador Taurino’ en las que define o encasilla a algunos de los diferentes tipos de espectadores que acuden a los alberos, y que a usted lector le pueden parecer interesantes para ubicar a los cuates con los que por lo general se topa en la plaza.
(Citas extractadas)
‘¡Josu El Taurino!’; Es un señor que entra a la plaza con pase o con boleto pedido al matador a quien hayan escogido como victima, cree que los boletos no cuestan a los espadas y que los pases son unos papelitos que se pueden dar a derecha y zurda. En el tendido hace comentarios en voz alta para que todo el mundo se entere, crítica, hace ademanes desdeñosos y dice a los espectadores que debiera de hacer el torero, porque el ‘taurino’ desde el tendido es un gran torero. Casi nunca, por decir que nunca, gasta nada en la fiesta de toros, pero es muy ‘exigente y delicao’ y es el que más lata da a todo el mundo.
‘El Hermano Villamelón’; Es el tipo más interesante de los espectadores taurinos, verdadera alma de la fiesta de toros, pregunta como se llaman los toreros, confunde la Verónica con la Revolera y el Natural con el Derechazo, se emociona y se indigna como en un juego de coquetería, aplaude con mucho calor, grita con entusiasmo y es la nota más colorida de la Fiesta Brava. Como ya no hay crítica taurina, como ya no hay orientación sino elogio y censura sin cimientos se hace y forma el hermano villamelón un lió tremendísimo. Se imagina que el toreo es algo de paseo y no se da cuenta que las faenas para tener méritos deben de ser en un palmo de terreno yendo siempre el torero para adelante. Lee muchas crónicas de toros, buscando orientarse y cuando termina de leerlas se encuentra con que la brújula de su conocimiento se enloqueció y que los albos papeles se han puesto rojos de vergüenza del mentir.
‘El Inteligente Aficionado a los Toros’; El aficionado docto se crea a si mismo la obligación de ser grave y reposado, en los tendidos no aplaude, ni gesticula, ni vocifera, hierático, guarda las formas y asiste a las corridas compenetrado de su sabiduría inmensa y con la prosopopeya de un académico. En el escudo de armas de su linaje taurino ha inscrito aquello de ‘Todo tiempo pasado fue mejor’. Cuando en alguna discusión de toros se digna hacer oír su voz, deja caer sus opiniones como sentencias inexorables que envidiaría Séneca…si Séneca, hubiera sido taurino. Los intonsos, aterrados con tanta sabiduría taurina abren desmesuradamente los ojos y se preguntan con azoro ¿Si será éste señor el que invento el toreo? Cuando en el tendido algún villamelón imprudente suelta una ‘herejia’ el aficionado docto vuelve hacia él la cara y desde la cumbre de su más olímpico desprecio lo baña con una mirada pavorosa de conmiseración.
‘La Aficionada’; A los toros ¡Que cosa más complicada! Como la mujer es tan múltiple y tan única las hay de varias clases. Entre ellas existen también la aficionada docta exigentísima que a todo pone peros y nada le satisface, por fortuna son rarísimas estas aficionadas que se reclutan entre familias de toreros y taurinos y cuyo criterio esta moldeado en sesudas sesiones pitonudas. Otras van porque la Fiesta Brava es espectáculo de moda y escaparate magnífico donde reciben el pleito homenaje de la admiración masculina.
‘Resumen’; El espectador taurino es algo pintoresco único y magnifico en la plaza se olvida de convencionalismos. Y remata el legendario ‘Don Dificultades’; Espectador de toros; Respetuosamente te saludamos porque si hubiera crítica honrada, si hubiera criterio taurino que orientara, no serías como eres.
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