El Relicario hoy... |
- por Pedro Julio JIMENEZ VILLASEÑOR
La falta del criterio profesional-taurino y el exceso de protagonismo de parte de quien tiene la concesión de la plaza de toros El Relicario, Juan Huerta Ortega, de la bella ciudad de Puebla, muestra una vez más que el enemigo a vencer en la fiesta brava esta dentro de casa. Además de que las autoridades de muchas entidades están fatalmente mal asesoradas en la materia taurina, la dadora de beneficios económicos si es bien llevada.
Óscar Mejía nos ha contado desde esa ciudad, que los Ángeles, los buenos y taurinos, estuvieron afortunadamente del lado de los aficionados ya que
a solo previas 24 horas de un festejo benéfico y previamente anunciado, el cielo les socorrió con un fuerte aguacero con momentos de granizo, mismo que hizo lo que tanto se temía, el desplome del techo. Tema que tenía meses avisándose a las correspondientes autoridades que dada la falta del correcto e indispensable mantenimiento podía provocar una desgracia y vivieron el milagro de que no se sufrieran pérdidas humanas por causa del “adelanto” de la tormenta.
Me queda claro que los accidentes son eso, sucesos impredecibles, circunstancias eventuales y desgracias jamás requeridas cuando son… ¡accidentes!... Situación incomparable y totalmente discordante a cuando se dan por estúpidos descuidos. No se dan, se provocan.
Ni imaginar lo que la lona plastificada pueda pesar llena de agua o hielo, tanto así que el derrumbe de bardas desbalanceadas por el peso de esa inesperada fuerza bien pudo desplomar al jalón alguna de las paredes donde se acostumbra encajonar a los astados y ante esto de ahí nacería otro problema, los astados en libertad y por las calles sin control alguno. Ahora que… Serian capaces de decir que ese inconveniente no lo era al estar desiertas las calles a causa del aguacero.
Hace ya muchos años Puebla era una ciudad muy importante en lo taurino, tenia jerarquía, tenia solera, hoy desgraciadamente la ha perdido, al igual que su antigua plaza, la preferida de toreros como “Armillita”, Garza, Solórzano, “El Soldado” y muchos más que causaban verdaderas caravanas llegadas del Distrito Federal, de Veracruz, de Tlaxcala, y de tanta población que existe por esas tierras a las faldas del humeante volcán “Don Goyo”, el majestuoso Popocatépetl.
Hoy, en pleno siglo XXI, ni plaza, menos solera, nada de jerarquía y como consuelo tal vez les convenga que fuera “Plaza de Toros El Rosario” en lugar de “El Relicario”. Solo rezando “el de bolitas” existiría la posibilidad de que la seriedad taurina regresara a esa bonita ciudad… Nos Vemos.
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