31 mayo 2012

Ignacio Garibay enfrentó una bueyada


GARIBAY apenas pudo lograr detalles, ante lo imposible. (FOTO: CORTESÍA EMILIO MÉNDEZ) 
      UNA CORRIDA DE TOROS, SIN TOROS ¿QUÉ PASA CON MADRID? 
31 de mayo de 2012
  • POR MIGUEL ÁNGEL GARCÍA
ENVIADO ESPECIAL
MADRID, España.- No, así no se puede. La feria más importante del mundo ha sido fuertemente cuestionada este año por el pésimo ganado que está presentando y esto, dicho por aficionados y periodistas. Quitando uno o dos encierros, ha sido una de las peores ferias con relación a los toros. Créame, así no se puede. Me decía una persona: "Ahí están los mexicanos, no ha pasado nada".
No señor, su concepto es malo -le dije- si a esa vamos, los españoles tampoco han dicho nada. Y el único que ha podido dar el do de pecho es uno que, ni mexicano ni español, sino francés. Entonces vámonos callando todos.
Y es que el problema no son los toreros, caray, quitando a dos o tres, la mayoría ha llegado a Madrid muy bien preparado, con sitio, madurez y experiencia, cualidades que para lo único que han servido es para salir a defenderse o a tratar de lidiar lo imposible por su excesivo peso. Es totalmente absurdo gustarse y gustar ante toros descastados, débiles, sosos, deslucidos, con peligro y muy pesados. Estoy de acuerdo en que los toros no tienen palabra de honor, ¿pero todos? Y los que la tienen llegan pesando lo que un elefante. Por mucho que un torero quiera poner en la arena su vasto abanico de variedad y sentimiento, nunca podrá ser ante astados que parecen bueyes y que actúan como tales. Alguien me comentaba que el público de Madrid parece ser masoquista, "cómo es posible que no se aburran -me decía esta importante persona- con este tipo de espectáculo". Esa es la realidad. ¿Dónde quedó la exigencia de Madrid?
El propio Morante de la Puebla, apenas con un par de verónicas, en quites al toro de Juan Pablo Sánchez, fue todo lo que pudo hacer, cuando el diestro es todo un baúl del buen torear; pero claro, es que sus toros no sirvieron, caminaban bien al principio, pero dado el castigo y el excesivo peso, los imposibilitaron. Y ahí está Sebastián Castella, que a base de arrimarse y jugarse la vida, ante un toro que apenas caminó, logró cortar trofeos, previa cornada en su tarde anterior. ¿Cómo se puede lidiar a un toro con 630 kilos? Por mucho que el toro quiera se cae o simplemente no camina. Y otros, con menos peso, pero faltos de calidad y emotividad, dan la impresión que ni de casta son. Pero eso no significa que no lo sean y eso lo peor ¿Qué está pasando en Madrid? Así es imposible que exista verdadera emoción y arte. Durante estas más de 15 corridas que hemos visto, realmente no me puedo llevar nada como grato recuerdo, excepto la amargura al igual que la mayoría de los toreros, por verles estamparse ante bueyadas que sirven para nada y para lo mismo. Es una pena que cada uno de los toreros que con tanto empeño esperó su fecha, se haya retirado con la impotencia, siquiera, de pegar un pase. Y ni modo, Las Ventas es el coso que consagra mundialmente y ante ello hay que... aguantarse y tragar.
Ojo en México, de verdad. Teniendo el toro de más de cien muletazos, "el mejor del mundo", dicho al escriba por figuras del toreo español, ¿cómo es posible que las plazas estén vacías? Acá se les pasa la mano con los kilos y allá con la falta de peso. Tan fácil que es buscar el punto medio.
CORAJE E IMPOTENCIA
De la bueyada que ayer se lidió, porque eso es lo que fue, sólo puedo rescatar la entrega y raza de los tres alternantes. Les juro que más ya no había que hacer. Excepto el sexto, todos los toros desde su salida fueron unos mansos, huyendo de todo, hasta de ellos mismos y no vea el herradero que se formó cuando subalternos y matadores obligaban a los astados ir al caballo del picador, o a los caballos, daba lo mismo a qué querencia fueran, el objetivo es que llegaran. Hubo uno que se arrancó tres veces de largo al caballo del picador, todo un espectáculo incluso el toro fue aplaudido en el arrastre. La realidad es que el burel sólo se estrellaba en el peto y de inmediato se escupía. Lo que son las cosas: un toro manso y rajado aplaudido en Madrid. En serio, algo está mal.

Ignacio Garibay no pudo ocultar su coraje e impotencia al andar corriendo detrás de sus astados; el torero, como sus alternantes, tuvo que sujetarlos, obligarlos a embestir. Y bueno, ante la muleta ya no huían, pero no porque buscaran pelea, sino porque prácticamente se encontraban a punto del desmayo. Nacho no se desdibujó, siempre estuvo bien parado y por encima de sus enemigos. Intentó de todo y por todos lados, no obstante, sólo encontró mansedumbre que rodó en la arena. Ha estado digno y no se puede decir que le haya ido mal, pues los procedimientos fueron los correctos. Lo que no fue correcto es traer a la plaza más importante del mundo una auténtica bueyada. Dio la vuelta en su último toro Javier Castaño, más que ganada a ley, regalada por un público deseoso de premiar a alguien, previos detalles y el espectáculo brindado por su picador en este astado.

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