Octubre 25, 2012
- Por Antonio Casanueva
Tal y
como lo habíamos ofrecido en el número anterior, en que Rincón Taurino se ocupó del
sensible fallecimiento del
matador Mariano Ramos, retoma ahora el tema de “Joselillo” que había
quedado inconcluso.
José
Laurentino López Rodríguez, nació el 12
de julio de 1925 en Nocedo de la provincia de León, España. Luego de obtener el
visto bueno de su padre, viajó a México en donde pasó algunos años asistiendo a su hermano mayor en
la tienda de abarrotes. Más tarde, trabó amistad con gente relacionada con la fiesta brava y, posteriormente con el llamado popularmente “Ogro del Pino”, don José Jiménez Latapí, “Don Dificultades “ a quien
conoció a través de otros principiantes,
que participaban en sus clases taurinas. “Don Difi” notó que aquel
muchacho, José Laurentino, tenía especial serenidad y valentía frente a los
astados y lo indujo a abrazar el toreo
como actividad única y profesional. Luego
de sus grandes éxitos en plazas menores, consiguió que José se presentara en el
mayor coso del mundo “La Plaza México
la que recientemente había sido
inaugurada en la capital mexicana.
Así y
mientras “Joselillo” se encontraba haciendo un fructífera campaña en
el sureste mexicano, Don Difi, comunicó a su pupilo que la empresa capitalina
finalmente había asignado la fecha de su presentación: el 25 de agosto, por lo
que le pide regresar de inmediato a la capital.
El debut
de nuestro personaje, no pudo ser más
que exitoso. Fue único en los anales de
la llamada Fiesta Nacional y no sólo eso sino que logró despertar como no había
sucedido antes, la pasión, polémica e
interés por el rubio torero que si bien era de origen español, el apoderado
había tenido la precaución de asegurar la obtención de la nacionalidad mexicana
previo al debut en el coso capitalino,
por lo que ya actuando como mexicano “Joselillo”,
nombre comercial seleccionado para el debutante. La fecha de su debut en La México fue una mañana fría y nublada que seguramente
retraería al público para asistir a la gran plaza, pero no el anhelo del torero
debutante para demostrar al apoderado en primer lugar, así como a quienes le
rodeaban, lo que podría lograr como torero.
Aquel
domingo, cuando todavía no sonaban las seis de la mañana, cuando nuestro
personaje ya estaba de pie, saliendo desde la pensión donde habitaba para
dirigirse al La Basílica de Guadalupe donde para escuchar la misa y rogarle a la madre de los mexicanos que le auxiliara en
tan importante trance. Mas tarde, recogió
del sastre el terno azul y plata, quedando todo listo para iniciar tan
importante día, desayunó tranquilamente, acompañado de la encargada de la pensión,
a quien según sus historiadores, le había
dicho: “Gracias Juanita, le aseguro a
partir de esta misma tarde, todo nos
será distinto….”.
El
cartel de la tarde del 25 de agosto de 1946, estuvo formado además de “Joselillo”, por Manuel Jiménez “Chicuelín”, Pepe Luis Vázquez así como
el andaluz Fidel Rosalena “Rosalito” quienes
matarían una novillada de Chinampas,
siendo la entrada bastante escasa ya que el cielo estaba
entoldado y amenazaba lluvia. Una vez que
partieron plaza y saliera de los
corrales el primer novillo de la tarde, luego de recibir el segundo puyazo, Joselillo
se plantó en el centro del ruedo y con el capote por la espalda, instrumentó
tres gaoneras y un remate que tuvieron un efecto de descarga eléctrica entre
los espectadores -dice la crónica de
aquella tarde- quienes enloquecidos, se pusieron a ovacionar con fuerza al todavía desconocido chaval.
A
partir de ese quite, la novillada adquirió un clima eufórico, tanto con ese
novillo como con el siguiente, “Joselillo”
tuvo un triunfo apoteótico que ningún
novillero -así: Ninguno-,
sea antes que después, ha alcanzado en
ese coso. Al grado que
no obstante haber recibido dos avisos
en su segundo novillo y último de la tarde, que “Joselillo” cortó en esa tarde 1 oreja al primero de su
lote y 2 mas con el rabo el segundo de nombre “Campero” de Chinampas, sumando
en total 3 orejas y un rabo, siendo sacado a hombros de
la plaza y paseado por las calles de la ciudad hasta después de las doce de la
noche, en que exhausto, fue dejado en las puertas de la pensión. Sin duda que
esa tarde, había nacido un ídolo, en la
persona de José Rodríguez “Joselillo”.
Para
corroborar esto, su biógrafo mas puntual,
el escritor José Ramón Garamabella,
nos relata en su libro: “Joselillo, vida y tragedia de una leyenda”,
una serie de crónicas aparecidas en los diarios capitalinos al día siguiente,
entre las que hemos seleccionado unos
párrafos de aquella que Paco Malgesto
escribiera en el diario la Afición quien dice; “Lo mas interesante de la novillada de ayer domingo, fue la revelación
extraordinaria del debutante “Joselillo”, un auténtico fenómeno, pero que mejor llamaremos un
torero extraordinario…” o también
aquella del ESTO que dijo textualmente: “..Ayer
como a las ocho de la noche la
lluvia volvió a tomar fiereza y bajo la noche implacable, paseaban las turbas a
José Rodríguez “Joselillo”, en
hombros por supuesto. Ya que Rodríguez había armado un escándalo grande e hizo
estallar sobre el ruedo de la plaza una explosión
de plasticidades. Lo suyo: es el sentimiento puro; el sentimiento frente a la tragedia del toro,
quietísimo, lánguido como explorando un nuevo estilo desmayando nuevos caminos
en el arte de torear…” Continuará…..
ANTONIO CASANUEVA
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