plaza SAN MARCOS |
(14 DE ENERO DEL 2013)
- POR José Caro
“¡ASÍ
ES LA VIDA……!
“….Incluye
en alternativa temporalidad la magnificencia del día, y la hondura y la
solemnidad de la noche. La vida es así: la luz y la sombra atadas a un mismo
proyecto. La vida es así: caprichosa concesión que brinda generosa un espacio
para la luna y las estrellas, y otro para el sol radiante. Hay horas para estar
en vigilia, y horas para dormir. En ella, transporte al fin, viajan los equipajes
de la niñez y la vejez. La vida es así: un ordenamiento que ajusta tiempo y
espacio. En ella hay oportunidad para tronar cuetes, y la hay para recoger
varitas”.
Y
así es el toreo: un maravilloso fenómeno que a veces se pinta en claro, y a
veces en oscuro; un fenómeno que a veces se congela como el agua hasta
convertirse en hielo, y a veces se derrite en el pebetero del medio día como
cera ardiente. Así es el toreo: un fenómeno que sólo un fino retratista pude describir
en toda su asombrosa complejidad.
Así
es la vida, y así es el toreo: en ambas se han cometido y tolerado, cuando no
fomentado, un sinfín de abusos, tantos que parecieran predominar en su espectro
luminoso los resplandores del desorden y el caos, del siniestro y la
desesperanza, de la insatisfacción y el tormentoso vacío.
Así
es la vida, y así es el toreo: ambas parecen hacer trampa con la esperanza, y
nunca compadecerse de sus víctimas. Y es que la historia de ambas pareciera
haber sido escrita con letras chuecas; en ambas se ha abusado del remedo, y ambas
han pedido la credibilidad gozosa del sol brillante. El cuadro insolente de las
plazas vacías es un fresco vergonzante, tal y como lo es el lienzo mal pintado
de la vida que aparenta no aportar elementos de gratificación para la aturdida
humanidad.
Así
es la vida. Y así es el toreo: la insípida teatralidad de toros y toreros
modernos en México ha hecho más difícil la dificultosa la labor de los aficionados
retratistas que, pese a la certeza y certidumbre de sus elementos
interpretativos, no atinan a descubrir el verdadero motivo por el cual la
sociedad se ha ido retirando de los cosos. Tampoco los analistas sociológicos han
descubierto porqué los seres humanos se enfrentan con el don de la vida hasta
agredir su entorno y naturaleza. Así es la vida, y así es el toreo.
Por
fortuna todavía existen seres interesados
en demostrar que la vida y el toreo son experiencias que, siendo
pintadas en tonalidades de claroscuro,
siendo viejas, no se repiten nunca y siempre se renuevan. Y es que, el
toreo renovado, siempre nos dejará con la boca abierta y el espíritu conmovido.
Así es el toreo: una manifestación que tiene como elemento prioritario el tono
de la esperanza, de la alegría, de la inspiración, de la espontaneidad, de la
frescura, y sobre todo, del dramático arrebato de la grave inspiración del
sentimiento.
Ni
hablar: así es la vida, y así es el toreo: experiencias sorpresivas y
repentinas, deslumbrantes y pasajeras… como los mil y un pasajes con los que
está enriquecido el cálido panorama del toreo en Aguascalientes, territorio en
el que la Fiesta parece adquirir la fragancia, el brillo y el resplandor de los
días de primavera.
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