- Por José Caro
EN
LA PETATERA LAS COSAS NO SON DE CHISTE. AHÍ LA PASIÓN, LA AUTENTICIDAD Y EL
ARTE LUCEN A LA INTEMPERIE
La
figura de la Petatera, extraña edificación con médula de maderas, petates y
mecates, y armada manualmente con la elaboración y el orden disciplinadamente
rústico, ya deja, cuando se desmonta, la sensación de abandonar un rostro
conocido y viviente. La estructura de su cuerpo, sin dejar de parecer un original truco de la
arquitectura rural y campesina, por su
humildad choca con la monumentalidad de las plazas de toros de primer orden.
Por
ello se entiende que, sin dejar de asombrarse,
el turista se afane en dudar que el alma del arte con máscara de vida y
muerte tome asiento en tan insignificante circo taurómaco. Con denodado empeño
el visitante trata de hallar los lazos que atan al cuerpo de la seriedad el
alma de la diversión.
Y
es que, el taurino lo sabe, en La Petatera se habla el lenguaje, en común
denominador, de la seriedad en su ruedo. Ahí las cosas no son de chiste. Prueba
de ello que en semejante coso, el que a simple vista pareciera de barriada, se
vive y se juzga el espectáculo con la pasión, la alegría, el rigor y la
rectitud a la intemperie. El folclor no se espanta con la austeridad de
principios.
Será
entonces la suma seriedad la que enmarque la despedida en este recoleto foro
torero de un diestro tan controvertido, en razón de la íntima constitución de
sus formas, tal y como la plaza misma, llamado Rodolfo, apellidado Rodríguez y
apodado rudimentariamente con el, apocope de panadero, El Pana.
¿Será
prudente imaginar que resulta válido establecer entre ambos, el de Apizaco y la
plaza colimense, una unión tal que en la dinámica ardiente de su combustión se
genere el mágico producto del arte y la fantasía. ¿O el drama y la tragedia
acaso?
Lo
cierto es que sobran motivos para que el aficionado de Villa de Álvarez acuda,
cual río en peregrinación de la muchedumbre popular, a la última corrida de
carnaval-feria. EL Zapata y José Guadalupe Adame, alternantes del heterodoxo
coleta tlaxcalteca, también son oportuna garantía de emociones toreras.
Será
pues una despedida sentida, con duración de un año a La Petatera, y definitivo
a Rodolfo, la que se experimente hoy en tan diminuto coso. Un adiós con aires
melancólicos al diestro; y un abur con episodio de espera a la plaza. En adiós
con entusiasmo por lo visto, y un adiós con el corazón alentando la esperanza
de que la vida del toreo siga siendo una manifestación que entre espasmos de
dolor y alegría eleve los corazones de las almas creyente en el prodigio
revelador del arte del toreo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus comentarios a esta entrada