05 junio 2013

Ocho con Ocho - La chispa de la dureza

2 de junio de 2013

  • Luis Ramón Carazo

La ruta de última semana de la Feria de San
Isidro ofrece la lidia de corridas llamadas
duras, por el trapío, encornaduras y
comportamiento de los toros proclives a la
fiereza y por tanto tienen con el corazón en
vilo tanto a los toreros como a quienes las presenciamos. Las
corridas duras, las tienen que lidiar los toreros que en ese
renglón se vuelven figuras. Con su punto de compulsiva
desesperación, ellos mantienen la poca y, a la vez, gran
verdad del toreo de alto riesgo.

Pues bien, una soberana corrida de toros lidió en Madrid
Adolfo Martín el 30 de mayo, para un festejo inolvidable. La
tercia Antonio Ferrera, Alberto Aguilar y Javier Castaño le
sacó todo el partido de que era capaz el encierro, con mayor
lucimiento Antonio Ferrera -quién recibió la alternativa en
1997 de manos de Enrique Ponce y de testigo Pedrito de
Portugal- a México vino en el 2002 a confirmar la alternativa
en la Plaza México de manos de Miguel Espinosa y como
testigo Polo Casasola con toros de la ganadería de Carranco
-propiedad de la gran dama de la cabaña brava, Doña Laura
de Villasante- el 17 de noviembre de 2002.

Lo anterior para ubicar a aquellos que me llamaron para
decirme que no tenían idea de quienes eran los integrantes
de una tarde memorable en el ruedo madrileño, además
Ferrera fue el único en recibir una oreja y me quedo con la
impresión de que bien hubiera merecido la del primero para
irse merecidamente en hombros de esa tarde.

Los de Adolfo Martín, hermano de Victorino son del mismo
encaste Albaserrada aunque buscando cualidades distintas
en la tienta, con las mejores sangres de Santa Coloma y
Saltillo. Los alternantes de Antonio fueron Alberto Aguilar
quién ingresó en la Escuela Taurina de Madrid el 5 de octubre
de 1998, bajo la enseñanza de los profesores Carlos Neila,
José Luis Bote, Serranito y Joaquín Bernadó y en la
temporada del 2006 toma la alternativa en Miraflores de la
Sierra día 13 de agosto, con Iván Vicente como padrino y El
Capea, obteniendo tres orejas y Javier Castaño la recibió el 1
de abril de 2001 de manos de Enrique Ponce, como testigo El
Juli con un toro de Santiago Domecq. Tres toreros con varios
años de alternativa, que pechan con encierros duros y por
tanto ocupan un espacio que merece el respeto de todos los
taurinos.

El festejo por el juego de los toros, no dio espacio para
distraerse, combinando en la lidia de muleta cierta sosería
con acometividad y fiereza en las embestidas, el sexto fue
extraordinariamente picado por Plácido Sandoval, “Tito” de
apodo, subalterno de Javier Castaño que lidió el sexto al ser
cornado en la mano en el segundo y correrse el turno de
Alberto Aguilar. Los banderilleros David Adalid y Fernando
Sánchez de la misma cuadrilla dieron clase en los garapullos
que así se le llama también a las banderillas.

La actuación de Ferrera inmaculada, casi perfecta -si eso es
posible en el toreo- bien colocado todo el tiempo y
agigantado, de otra manera no se puede describir su perfecta
colocación, su capacidad para moverse a centímetros de los
toros, su variedad y, por encima de todo, su claro entender la
lidia de los astados.

El clímax lo alcanzó en su segundo turno, con el capote
ejecutó vibrantes verónicas. Dirigió a la perfección la lidia en
el tercio de varas, dejando al toro colocado en el lugar
adecuado. Después de colocar al astado, dejó el capote en
los medios y colocó tres soberbios pares cerrando con uno al
quiebro hacia las tablas. Con la muleta faena poderosa para
culminar con una estocada valerosa y bien ejecutada para
llevarse una oreja de gran peso.

Respondieron Alberto Aguilar y Javier Castaño quién al final
por fallas con la espada, después de una gran faena
sustentada en los pases naturales arrancados entendiendo el
fondo insospechado del toro, falló con la espada y la vuelta al
ruedo al cierre del festejo fue clamorosa para quién con este
tipo de astados se ha ganado un sitio importante.

Alberto Aguilar tuvo pocas opciones con su lote pero
demostró que es un torero de gran capacidad lidiadora y salió
con las banderas desplegadas después de sustituir a Iván
Fandiño, quién poco a poco se recupera de la cornada que
sufrió hace unos días y ya se prepara para reaparecer el 7 de
junio con El Cid y Juan Pablo Sánchez con toros de
Alcurrucén de los hermanos Lozano.

Y para cerrar el 31 de mayo de Celestino Cuadri de una
extraordinaria historia de Javier Castaño y su cuadrilla; el
picador Tito Sandoval y los banderilleros Marco Galán, David
Adalid y Fernando Sánchez dieron una apoteósica vuelta al
ruedo antes de que su matador, el salmantino Javier Castaño,
iniciara la faena de muleta con el quinto de la tarde.

El caso es que, con permiso de Castaño para llegar a esas
alturas, su cuadrilla se entregó al máximo y consiguieron, con
la puya, el capote de Galán y las banderillas de Adalid y
Sánchez a poner en pie al público de Madrid, en uno de los
momentos más eufóricos de muchos años.

Castaño con una batacazo en la boca y sangrando terminó
mal con la espada pero dio una lección de cómo provocar un
espectáculo completo, habrá quién lo critiqué, yo me quito el
mítico sombrero ante un gran torero que da su sitio a cada
uno de su cuadrilla.

La próxima semana por Suerte Matador; las actuaciones de
los mexicanos y la Corrida de Beneficencia en Madrid. No se
la pierda.

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