Bardo de la
Taurina:
Ya con el tema
sorteado, lo primero que requería era sacar a la palestra la figura de lo que
es o se debe considerar como figura, la cosa podría parecer simple pero no lo
es, primeramente hay que partir la naranja y darle su lugar a la denominación
europea y a la mexicana, porque obviamente una cosa en lo numérico son los de
allá a los que hay que contarlos en plural y al de aquí que en lo estricto hay
que valorarlo en lo individual ¿o habrá más allá de la trayectoria longeva,
regular y primerísima que avala la carrera de Eulalio López ‘El Zotoluco’, que
otros le andan cerca de esos logros? ¡Claro! me refiero en activo, ¿El Pana?
con sus muy asegunes, bueno pues concedámosle sin conceder porque una cosa es ser
figura y otra es ser un personaje sui generis, así que asentado eso, pues no
hay mucho que largar porque además parte inherente a ser considerado está el de
alguna manera ser o tener algo o mucho de ‘mandón’ y a estas alturas ‘El Zotoluco’
yano goza de ese don.
Así, decir que
el título de figuras sólo lo poseen los españoles, quienes a sus anchas lo
ejercen más en “el continente inventado” que en su propia tierra, y como
resultado de ese poder implícito de la investidura ganada a fuego está
imponer, hacer, ordenar y deshacer, y ese imperialismo da como resultado que
los españoles hayan abierto los corrales del ‘chiverío’ por medio de una
perniciosa figura llamada Veedores, los cuales sólo reportan a los capos
conocidos como Apoderados, tan sagaces y canijos que no falta mucho pa’ que uno
de sus cárteles se adjudique las riendas del zaguán mayor, y si alguien cree
que estoy deschavetado solo recordemos que ya la Plaza México en el
pasado fue explotada por un gallego que se volcó despiadadamente, al grado de
tratar de meter a los toreros en el régimen de paga mensual.
Y esto del
referencial que hago de los que un día fueron conocidos como empresarios oscurantistas hoy su
poderío es más bienun valemadrismo que llega hasta la cereza del
cinismo, la que les da incluso para imponerse a los propios ‘Figurismos de
luces’ como sucedió en España con el desmadre de la televisión en algo
que identificaron como G-10 (no estoy seguro del nombre porque no tengo tele)
pero de lo que sí estoy seguro es de que con el poco o mucho poder que tienen
los ‘Figuristas’ les es suficiente para poner a la fiesta de aquí en cuatro
patas y orinarse en ella y, lo peor, que este nefasto ejemplo ha llegado a tal
grado que en México ya se ejerce en versión de parodia.
LeonardoPáez:
Una de las
muchas ingenuidades, imprevisiones o desvergüenzas de los taurinos del mundo,
de los que dicen saber y viven del negocio del espectáculo de los toros, es su necedad
para seguir manejandoéste de espaldas al espíritu de la época actual, neurotizada,
sobreinformada y empachada por una tecnología sin freno, inmediatista,
superficial y esencialmente manipulada por un sistema al que la originalidad y
grandeza de la Fiesta le importan un comino si no es que la consideran
obstáculo para su siniestro expansionismo ideológico-económico (invadir países
y asesinar civiles, sí; matar auténticos toros a estoque, no).
Esta doble
obstinación, la de los taurinos poderosos y la de los dictadores del
pensamiento único, de lo que debe ser política y culturalmente correcto para el
mundo, es la sombra más oscura que se cierne sobre la mejor tradición taurina
de dos o tres países, mientras los cinco restantes, alegres y despreocupados,
continúan asumiéndose como meros enclaves coloniales taurinos de España.
Insistir en que
los antitaurinos son los principales responsables del debilitamiento de la
Fiesta en Sudamérica, es tomar el rábano por las hojas, suponer que los
virreinatos continúan vigentes y que los naturales de luces están bien como
comparsas o como cuadrillas, no como figuras de nivel internacional. Cintrones,
girones y rincones no han sido suficientes para cubrir el enfadoso expediente
de universalidad.
Aquí es donde
entran, con fanfarrias destempladas, los que figuran y los figurines de un ritodondese
permitió suplantar al toro íntegro por el becerro de oro, y en el que una
mercadotecniachata ha relegado a la bravura y reducido la pasión a diversión, permitiendo la grotesca metamorfosis de figuras
del toreo –celo, selloy capacidad de convocatoria de las masas, no de los
conocedores– en grotescos vicepresidentes regionales de un sanguinolento chou, pero además rehuyendo la
confrontación con toreros de nuevo cuño que eventualmente pudieran mandarlos a
su casa, con el consiguiente beneficio para el manoseado espectáculo. Muy pocas
luces exhiben pues los responsables de enderezar y reposicionar la tradición
taurina, incluidos los que figuran y los figurines, tan voraces como
imprevisores.
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