DE UNA CRISIS A OTRA
Bardo de la Taurina:
Tema como pa’ tomarlo en serio y ponerse serios, porque
por naturaleza cuando hace su aparición la palabreja de marras, que viene
siendo como la consorte de la mala suerte o peor aún como la antesala de un mal
que va requerir meterle bisturí antes que el mismo le meta guadaña al asunto,
lo cual implica que por donde quiera que se le vea la cosa esta caótica
como en el caso del negocio llamado Fiesta Brava, el cual está tan debilitado,
anímico y destartalado que en la mayoría de los menús periodísticos lo
encasillan dentro del apartado de los deportes, señal inequívoca de que la
fiesta como tal en lo meramente taurino no merece un lugar ya no digamos
importante si no digno.
Y que conste que no estoy refiriéndome a la debacle de
muchos de los elementos que la componen, que enumerarlos seria larguísimo,
comenzando por el propio toro, al que desde luego en muchísimos casos si se le
hiciera la prueba del añejo reprobaría la prueba.Luego los toreros, los cuales
a veces andan por el sótano y otras por los aires, como sucedió el domingo en
el cascarón de cemento que se ubica en la Colonia Noche Buena y el cual una vez
fuepa’ la fiesta de categoría lo mismo que la Plaza Garibaldi era pa’ la música
vernácula, la cual de alguna manera se ha expandido. ¿Acaso en ambas plazas no vemos
frecuentemente mariachis?
De ahí, a nivel nacional nos seguiríamos con la crisis
de empresarios, que andan tirándose al ruedo sin entender de qué rata el
asunto. Yluego nos brota otro problemón: los señores que están en muchos de los
desacreditados palcos que se autodenominan de la autoridad. Más la crisis -¿o
será transformación?- de los públicos de hoy en día.
Pero esos brotes epidémicos no son de lo que hoy debo
de ocuparme según le entendí a mi gurú, si no alzar la voz, si es que todavía
estamos a tiempode hacerlo, y protestar por el despelucadero –desplumar, dejar
sin–de puestos toreros que se está dando en España con motivo de la disminución
defestejos taurinos, lo cual es resultante de la crisis económica.
Más no todo es malo para mis amigos taurinos y es que
ellos sí tienen la solución, como la han tenido desde siempre, cerrarles las
puertas a los aztecas allá y luego venirse pa’ acá a repetir la misma práctica pero
con la complicidad de los industriales de la fiesta, quienes le van a dar una
patada en santa sea la parte a la jornalería mexicana para suplirla con mano de
obra de importación.
Ante esto, sólo tres consejillos: laven y remienden
bien sus trajecitos de medias luces porque en el Monte de Piedad solo admiten
ropa en buen estado; estén pendientes de leer el Aviso Oportuno o el Segunda
Mano, y afíliense lo antes posible al Seguro de Desempleo, porque la crisis
ya pulula en Iberia y su inercia o ramalazo va a llegar hasta por acá y esto
dará como resultado que a los que no estén dados de alta como comparsas de las
figuras de extranjería de aquel lado los van a pintar de invisibles, o más bien
se los va a cargar el pintor, y esto se los digo por si todavía no se han dado
color.
Hay pueblos que
por la recurrencia de sus crisis pertenecen al nada selecto grupo de los crisólogos, especialistas en provocar y
medio salir de sus dificultades periódicamente, sin demasiado agobio ni
estridencia, casi como si se trataradeunacostumbre malsana. Salvo Francia, otro
enclave colonial taurino perocon un respeto irrestricto por el toro de lidia
íntegro, el resto de los autollamados países taurinos del orbe pertenecemos a
los crisólogos, en la fiesta de toros
y en lo demás.
Si en tiempos
de vacas gordas al proteccionista sistema taurino de España le costaba la vida
ceder puestos a matadores y novilleros de otros países, ante la crisis
económico-laboral que actualmente enfrenta, las posibilidades de que diestros extranjeros
saquen la cabeza en carteles acordes a sus méritos son por demás remotas.
Demasiados e
indiscutibles son los valores taurinos de España, casi directamente
proporcionales a sus abusos e imprevisiones en la misma materia, pues a la tradicional
asimetría de sus relaciones con el resto de los países taurinos del orbe–otra
vez con excepción de Francia, vacaciones anuales pagadas, tientas de luces y
postración ante las figuras en el continente “inventado”–añadió una nula visión
de futuro que propiciara en esasdependientes repúblicas un reforzamiento de la
tauromaquia mediante el desarrollo y posicionamiento de toreros locales como alternantes
de nivel internacional y no como meras comparsas en las ferias sudamericanas.
Al referirme a
la frágil tradición taurina en el Cono Sur, un aficionado pensante apuntaba con
dolorosa ironía: “Por aquellos rincones, la fiesta de toros está hecha girones”.
Ahora aléguenle, universalistas taurinos.
Sin escapar tampoco
a la dependencia de las figuras españolas para sus ferias y temporadas, pero
sin alcanzar las cotas de postración de los acomplejados promotores y sectores
taurinos sudamericanos, la fiesta de toros en México exhibe una
desorganización, un amateurismo, una autorregulación y una falta de concepto
unificador que le impiden preparar, desarrollar y cotizar toreros locales con
imán de taquilla.
Por ello los
jóvenes toreros mexicanos que se han hecho en España tendrán que tragar en un país y en otro. Allá porque
los puestos son cada día más escasos y las figuras, con una miopía
considerable, los acaparan; acá, porque el millonario duopolio que controla la
fiesta no tiene ninguna intención de abrir las puertas a esa media docena de
figuras en cierne. Mientras tanto, Joaquín Cortés chantajea en México a quienes
lo han contratado
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