DE ESPALDAS AL PÚBLICO
El Bardo de la
Taurina:
Entre el tintinear de los vasos cantineros y el humear
de las tazas cafeteras se escucha que ya estamos montados sobre otra temporada
que muchos han bautizado como la del ‘pilón’ por aquello que de nueve carteles
robaleros (por aquello del robalo que navega a media agua) nos dieron de
‘pilón’ otros tres que aguantan casi cualquier crítica aunque eso
no exenta que un buen de los actuantes tengan con que chirrionear la
reata, lo que sucede es que la conformación de los carteles fue hecha
diametralmente opuesta al gusto de la afición taurina. ¿Por qué?, pues porque
a esta empresa como a los políticos les falta entender los gustos del
público.
Alguien diría que ya ahorita con las marquesinas
encendidas ya ni refunfuñar es oportuno. Entonces nos plegamos a la letra esa
que escribiera el palmadito Marcial Alejandro: ‘Que me lleve la
tristeza, pero que la rabia no’, y cómo uno no se va a enfadar si los promotores
tienen los ingredientes pa’ ver confeccionado un mole de rechupete y nos salieron
con un ‘Doña María’ que sólo se lo saborean los incondicionales que los
jilguerean a los cuatro vientos, y la afición que se empache de la muina de no
ver en un cartel solidez, lógica, creatividad y taurinismo.
Ah, pero como a mí lo que me gusta rete harto es que
se haga la chica y que aunque sea entre el revoltijo de chile, de dulce y de
manteca acompletemos pa’ degustar sabrosura aunque no banquete, hablando de
gourmet lo que sí se puso chido de sabroso fue la verbena previa que se organizó
antes de entrar al comal de cemento y arena. Y es que como pólvora se
expandió el rumor de que la inauguración se vestiría de torería y gitanería y
en efecto así fue pues como por arte de magia aparecieron el maestro de Camas,
Paco Camino, y Dieguito ‘El Cigala’. Con ello pa’ mi la tarde estaba hecha, lo
demás era lo de menos. ¿Y no fue así? De dieciséis orejas posibles sólo una
buena y como estamos en plena Serie Mundial digamos que el promedio de
efectividad en el primer encuentro de la temporada registró más ponches
que éxitos.
Leonardo Páez:
Antes que en Sudamérica, el surrealismo taurino –lo
real vuelto irracional-- alcanza su esplendor en la Plaza México. Así, para la
inauguración de la temporada dizque grande 2013-2014 la empresa anunció como
primer espada a un fino torero mexicano que este año ha toreado la friolera de
¡cuatro corridas!, dos en el coso capitalino y otras dos en los modestos ruedos
de Moroleón, Guanajuato, y Torreón, Coahuila. Vaya manera de hacer toreros.
En otra aportación de los promotores a la nueva
liturgia taurina, durante el paseíllo de la primera corrida permaneció en el
ruedo una camioneta negra. Enseguida unas personas, incluido el ignoto
presidente de la Comisión --¿u omisión?-- Taurina del Distrito Federal y el
representante de la Unión Mexicana de Toreros, grupo de esquiroles inventado
por el empresario, ofrecieron un deslavado, mezquino homenaje al Niño sabio de Camas, Paco Camino, que
tantas páginas gloriosas escribiera en los ruedos del mundo.
Luego, mientras José Mauricio brindaba en el ruedo al
maestro Camino, el toro casi los arrolla por la impericia de la cuadrilla. Por
último, dos de los alternantes recurrieron a la mendicante costumbre del astado
de regalo, por lo que la corrida resultó de ocho toros y se prolongó casi
cuatro horas.
Como cereza en el pastel, los autorregulados
empresarios de la Plaza México ya no encontraron la manera de parar al joven Arturo
Saldívar, tercer espada, triunfador en la plaza de Las Ventas este año y casi
relegado en la México las dos temporadas anteriores precisamente por sus éxitos
en ese escenario. De no creerse. Por cierto, a la postre Saldívar resultó el
triunfador del dilatado festejo al cortarle una oreja a su primero, Don Pato, precioso castaño muy bien
armado, que acusó más fijeza que fondo, de la ganadería de Barralva.
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