Lejos, muy lejos en las
profundidades del calendario han quedado aquellos llenos a reventar en las
corridas de inauguración de temporada en la más grande plaza del mundo. Cuando el
reloj profusamente acompañado presidía los tendidos todos: barreras, numerados y
generales con pasillos y escaleras intransitables, repletos de voces jubilosas, estruendosas,
que al conjuro de la fiesta, la más hermosa, la plena de valores se congregaban
abigarradas en democrática asamblea para participar en la celebración del
mágico rito de la tauromaquia. Lejos en los recuerdos han quedado esas tardes
luminosas de toros.
Probada su ineficacia
empresarial y cero taurinismo, Herrerías presenta para abrir el serial, que
anuncia con formato de feria sin serlo, un cartel sin pies ni cabeza: se
programa a un peninsular superficial, sin sustancia, inflado engañabobos,
además de feo y sin gracia, impuesto a fuerzas para tratar de quedar bien con
los chones a media asta con una reciprocidad que sabemos
inexistente, Talavante como base del cartel inaugural, hágame usté el re canijo
plis; solo falta que a la hora de sortear los de Barralva la mano negra reluzca
como suele suceder.
Para no agobiar al feíto
le ponen un primer espada, José Mauricio, ya no tan joven, ya no tan nuevo de alternativa y de cualidades notables, cuya trayectoria ha navegado
en un mar de indefiniciones mal dirigido, de muestra un botón: a vistas de su
participación en la temporada mexicana recientemente viajó a España para ponerse
con el toro ¿español?...bueno.
Completa quien a mi parecer es una de las piezas
de mayor valor en el tablero nacional, Arturo Saldivar, que a pronto ha de dar
el campanazo que haga justicia a sus grandes posibilidades, esperando, deseando
que ya sea debidamente aprovechado para valorar a la torería nacional.
Sin merecerlo, a la fiesta
brava mexicana le cayó la maldición de un títere y un titiritero, que ya a lo largo
de más de 2 décadas han convertido a la catedral mundial del toreo en un local cuando bien nos va de medias plazas , aunque los jilgueros micrófono en mano
pregonen entradones cuando escasamente se ocupa el numerado.
Remato en los medios…
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