Sin Tapujos
EMPEZÓ
EL CACHONDEO
Bardo de la Taurina:
Pa’ la segunda de la temporada
que en realidad fue la inauguración por aquello de la de calentamiento del fin
de semana pasado, trajeron toreros de primera en sus diferentes líneas Eulalio
López ‘Zotoluco’ en el apartado de las figuras, José Antonio ‘Morante de la
Puebla’ en el de los camborios, Diego Silveti en la de las promesa y las
reses de Julián Hamdam en la de los camuflajeadores que dan gato por liebre, lo
que en el papel sonaba atractivo en lo que se refiere a los coletas, mas en la
semana el señor que vendió las reses, la empresa que se las compró y la
complicidad del juez que se hizo de la vista gorda y aprobó ese revoltijo
indigno de cuadrúpedos, todos salieron con su domingo 7 al exhibir las
fotos del encierrillo y con ello se hizo patente eso de que tanto peca el
que mata la vaca como el que le amarra la pata, por lo que pregunto, ¿es digno
eso de una plaza que debería de estar luchando por borrar las aberraciones en
las que ha venido cayendo rutinariamente?
Ante ello la afición, el público
y los esporádicos que acuden al sitio del delito que se ubica a espaldas del
Estadio Azul lógicamente voltearon la espalda en cuando menos la mitad del
aforo causándole con ello una gran pérdida económica a los delincuentes de la
reventa y a ellos se sumaron las pérdidas económicas de quienes se
dedican a los lucrativos oficios que ejercen las calañas negras del ‘dos
de bastos’, los hampones del trapazo que no son otros que los viene-viene, los
ojetes boteros que se apoderan de los espacios y luego los usufructúan al mejor
postor y los malparidos de la grúas que embisten con tal rabia a los autos que
por ello hoy se les conoce como los destroyer urbanos.
Pues no se debió a otra
cosa más que a lo dicho. Los falsos toros apestaron el guiso y ante eso las
autoridades de la Delegación Benito Juárez deberán actuar y hacer pública la
sanción que le vayan a aplicar a quien permitió que las cucarachas se salieran
del corral unas pa’ regresar a éste y otras pa’ dar muina en el ruedo ya por su
falta de trapío, de bravura o de ambos.
Leonardo Páez:
Si hace 78 años García Lorca dejó dicho que “los toros es el espectáculo
más culto que hay hoy en el mundo”, de unas décadas para acá gente que
desprecia la cultura, el cultivo del espíritu y el reflejo de éste en las
acciones humanas en el mundo, se apropió de la tradición tauromáquica de México
para convertirla en remedo, sainete, mascarada y negocio pingüe de unos cuantos
multimillonarios.
Precisamente por su incultura, estos prósperos supusieron que el
encuentro sacrificial entre dos individuos o la posibilidad de resultar muerto
uno, otro o ambos, podía ser como de a mentiritas, de riesgo con arneses, con
un novillón engordado, descastado y manso, débil pero dócil, para que sus
amiguitos de luces, de preferencia importados, toreen bonito.
Esta gravísima tergiversación de la esencia y sentido del toreo, que es
compromiso recíproco entre la bravura del toro en plenitud de facultades y la
voluntad del torero en ejercicio del propio señorío, uno sometiendo al otro y éste
negándose a ser sometido, es lo que ha sacado a la gente de las plazas y
convertido un rito de vida en un chou
sanguinolento en etapa terminal.
Apenas fue la segunda corrida de la temporada como grande en la Plaza
México, sede permanente, hay que repetirlo hasta la saciedad, del CECETLA o
Centro de Capacitación para Empresarios Taurinos de Lento Aprendizaje, y éste
ya sacó sus trapitos al sol, su enano concepto de espectáculo taurino, de trapío,
de combinación de toreros y de servicio al público. El encierro manso y
anovillado de Julián Hamdam es sólo la punta del iceberg.
Las figuras europeas y su doble moral torera –allá acepto el toro, acá
exijo el novillo y todo me lo aplauden--, ganaderos de nuevo cuño, autoridades
sin autoridad, una crítica especuladora y un público sin idea, es lo que ya no
se ve.
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