28 abril 2014

PUEBLA TAURINA / la columna de El Chato

  •   por Jaime SILVA GUTIERREZ 
26 de abril 2014
Tristes recuerdos nos deja éste mes de abril que está por terminar, ya que durante él ensombreció hogares de la familia taurina, al desaparecer varios de sus importantes integrantes, que si bien se jugaron la vida en los ruedos, fueron otros motivos los que los llevaron a su traslado en la vida eterna.

Fue Manolo Flores, el “famoso novillero de el barrio La Luz”, el valeroso y entregado a su juvenil afición, ya que se inició en la guerra taurina desde muy chavalillo, que hizo historia en San Juan Epatlán, donde él, en solitario, se despachaba diariamente durante dos semanas del mes de enero, desde el “toro de once” hasta la numerosa camada de toros que para lidiarse en la tarde de ese lugar el tal “guerito” que sábados y domingos le acompañaba “el gorrita” – un tal Silva que se daba – “las tres” con la becerrada – con la que compartía amistad sincera y se disputaban su presencia en sus hogares. No sólo fue un novillero destacado en Puebla, también se hizo empresario en la desaparecida Plaza del Charro y en diferentes poblaciones de la entidad y de Tlaxcala.

Vida de anécdotas festivas fue la de Manolo Flores, que hizo famoso el apodo de “El Peterete”, que formó un bonito hogar y vió la superación de sus hijos en diversas profesiones y el disfrutar la carrera novilleril de Martín, hoy día destacado sastre taurino. Fue el día 15 cuando “partió plaza” hacía el infinito.

Le sucedió alla en su natal Apizaco, dos días después, el que fuera famoso novillero puntero, triunfador varias tardes en la monumental plaza “México” de la capital del país, cronista taurino de radio y televisión, administrados de ganaderías y gran amigo, Jorge Riveroll, después de larga y penosa enfermedad, a pesar de ella, su desaparición nos ha venido a entristecer al perder un amigo más, de los pocos que nos quedan.

El día 23, triste noticia nos hicieron llegar varios amigos, del fallecimiento de un gran taurino: José Octavio Ferrer Guzmán. De familia muy ligada a la fiesta brava desde sus ancestros, aficionado práctico de categoría, valiente, poderoso y clásico - ¡nada! – pintor de su tema favorito, que apenas hace unos meses tuvo dos explosiones en Puebla y Tlaxcala, y de quien sus hijos heredaron afición, habiendo toreado desde pequeños como becerristas, más tarde aficionados prácticos y uno de ellos continuó la carrera hasta convertirse en Matador de Toros: Alejandro.

Gran tristeza causó entre la gente del medio su desaparición y qué decir de la sociedad en general y el ambiente político, en donde se desempeño en varios importantes cargos y representaciones.

Para nosotros, nos entristece la desaparición de un personaje que nos brindo su amistad. Que fue un gran taurino y que ¡Descanse en paz!

Pero no fue todo: un día después, en la ciudad de México, dejó esta vida el que fuera un buen picador de toros, excelente persona, de gran ambiente, excelente restaurantero don Ernesto Belmont Castro, padre de el matador de toros avecinado en nuestra Ciudad, Ernesto Belmont Rovira, que también tuvo una larga enfermedad que finalmente lo llevó a la tumba.

Todos ellos  nos dejan un buen recuerdo, sentimos la desaparición en éste mundo, pero con el afecto, la simpatía de su trato y su taurinismo, no se han ido, están con nosotros – el que escribe y muchos más permanecerán por siempre en nuestro semejante sentir.

Y a otra cosa –
                     De la corrida de toros efectuada anoche en la plaza “El Relicario”, ya se encargaron de dar a conocer el resultado de ella “el crecido número de cronistas actuales” – según uno de ellos – a demás de que no puedo decir nada de lo que no vi, pues por impedimentos naturales, no puedo ir a la plaza.

Pero si puedo recordarles, que por encargo del autor, tengo un buen lote del libro “LA LEGENDARIA HACIENDA DE PIEDRAS NEGRAS – SU GENTE Y SUS TOROS”, de la autoría de don Carlos Hernández González, así como otros de varios temas, que en próximo envío, daré a conocer los títulos.
                                               
 Y … ¡Suerte!

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