Puebla, Pue. Plaza de Toros “El Relicario“ 2 de mayo del 2014. 8 PM.
En un nuevo intento por ver toros, ayer estuvimos en
“El Relicario“. Nuestra despedida. No me han quedado ganas de volver. Anoche
nos preguntábamos ¿dónde estaban esos aficionados que solían hacer entradas
dignas y decorosas en la Feria de Mayo?, ¿en qué momento perdió el camino la
plaza de toros “El Relicario“? Y como muchas otras cosas en nuestro México, la
afición y la fiesta han caído en manos de la política y el manoseo. Lo que ayer
vivimos, que fue verdaderamente vergonzoso,
es el resultado de muchos años de descuidar la fiesta en Puebla, hace
muchos años que esos aficionados se fueron de las gradas y dejaron los asientos
a villamelones, borrachines y mocosos sin respeto por lo que ocurre entre las
líneas de cal.
Otra vez ante un tercio de entrada aunque
“alchoromexico.com“ y mundotoro le quieran subir los números, se lidiaron 8
toros de Villa Carmela de buena presencia pero que dieron un juego para el
olvido. Faltos de casta, raza y clase. No dejaron estar a ninguno de los 4
alternantes. Y entonces se preguntarán ¿cómo es eso posible, si se cortaron
tres orejas? Tres orejas que no representan nada, sólo la voz de un publico que
no entiende una palabra de toros, de una afición que hemos descuidado y de la
que tal vez somos culpables todos aquellos que hemos hecho mal, dejado de hacer
o haber hecho en contra de lo que mas queremos que es la fiesta de los toros en
nuestra ciudad. Porque la “pachanga“ que ayer viví ha sido el espectáculo menos
decoroso que he visto en una plaza de toros. Y vaya que he ido a muchas….
Hace aproximadamente 7 años, José María Arturo
Huerta puso la primera piedra del acabose de ayer. Dio la pauta para convertir
a los tendidos del Relicario en una cantinota. Esa afición creyó que ir a los
toros consistía en “ponerse hasta las chanclas“, gritarle al picador, celebrar
cuando un torero se pone de rodillas y pedir orejas sin mérito alguno. Esa
misma afición perdió el interés en la cantina y por ende perdió el interés en
los toros. Después vino la oveja negra de la familia Huerta a entregar el
espíritu y hoy tenemos una empresa encabezada por Roberto Viezcas al que mucho
he criticado por su manera de conducir las cosas, no me gusta y no estoy de
acuerdo en su forma de hacer “empresa“ pero tengo que reconocerle el esfuerzo
que ha hecho, a pesar de todo… Las pobres entradas ante carteles redondeados no
son su culpa, el tomó una plaza muerta. Y el espejismo del lleno de Pablo
Hermoso de Mendoza y el probable lleno del 5 de mayo son sólo una ilusión.
“El Relicario“ ha pasado los últimos 10 años por
empresas que poco conocen de hacer toros. Porque hacer toros no es dar
corridas. Una empresa taurina debe comprometerse y atacar todas las aristas de
la afición. Debe dar novilladas y apoyar a los jóvenes, debe formar
aficionados, debe ser seria en todos sus aspectos, debe tener claro en la
cabeza que a veces se pierde y a veces se gana y que hacer empresa en los toros
es a veces, como la ganadería, un hobbie muy caro. Ahí es donde entra el
ingenio de la empresa, la estrategia de negocios, la forma de interesar a la
afición. Parte importante es la publicidad, que Viezcas ha hecho bien, ahí no
estaba la clave, eso es claro. Llevar una plaza de toros debe ser un compromiso
con la afición y con la ciudad. Lleva tiempo. Dar corridas, lo hace el que sea…
Si, el que sea.
No sé en que va a acabar la historia del Relicario.
Tengo claro que en esa plaza es imposible revivir la fiesta en Puebla. Y que de
seguir así, pronto se va a acabar.
Le deseo la mayor de las suertes a Roberto Viezcas,
que creo es un gran ser humanos y ganadero comprometido.
De la corrida de ayer… Nada que decir. De 8 toros,
me quedo con dos o tres derechazos de Juan Pablo Sánchez y dos verónicas del
Payo. Que pena que Rafael Ortega haya tenido ese escenario en una plaza que lo
vio convertirse en un referente de la baraja taurina en México. Y Arturo Macías, que siempre me pareció
acorrientado, ayer me lo confirmó.
Nuestra noche transcurrió entre 2 grupos de
borrachos, unos que no paraban de contar segundos “a la bota“ y otros que
pedían melodías a los músicos –bastante malitos, por cierto-.
Ha sido una pena y una tristeza lo vivido ayer.
Ojalá encontremos la manera de rescatar la fiesta en Puebla. La debacle nos
lleva ya 10 años de ventaja.
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