19 junio 2008

..Charlas de "El Bardo De La Taurina"




JOSÉ TOMAS


Los días previos a su beatificación, al mas puro estilo del Salón México entre piso de duela y espejos, se vio al Príncipe torear de salón para repasar las lecciones que Manolo Martínez le lego y con las que demostró que es capaz de enfrentar “Toros” claro ¡allá! donde es José Tomás, por que aquí viene a cachondearse con mininos juguetones y por eso sigue siendo Pepe Tomy, eso si cada vez su toreo apunta mas al impresionismo que al purismo, con lo que esta cayendo en el tremendismo amén de que ya perdió el sentido de los terrenos comprometiendo figura y temple, de ahí las cornadas y lo tropezado de sus ultimas faenas.

¡Ah! y cuidado con endiosarlo, porque de ahí el siguiente paso es el fanatismo y ante eso solo le va a alcanzar al Principito Valiente para saciar su voracidad de mortalidad o que los fanáticos lo empujen a que se entregue en sacrificio de sangre, aunque bueno, la neta yo prefiero hondearle los pañuelos blancos que prenderle una veladora y como no se rezar ni el Padre Nuestro, pues me va mejor engarzar los oles en la plaza que rezarle el rosario ante su catafalco y ya que ando de ave de mal agüero me pregunto ¿será coincidencia que Galapagar el nido del Príncipe este pegadito al Escorial mausoleo donde reposan los restos de los Reyes de España? en fin yo solo les recuerdo a los fanáticos que así se empezó a escribir una leyenda llamada, Manolete.


EL PANA Y CAPETILLO


Ahora si que al mole le llego su ajonjolí y nada le faltara al fandango para que el torito se vuelva filigrana allá en la blanca Mérida que se vestirá de pureza cuando dentro de unas horillas al compás del Cielo Andaluz, dos artistas partan plaza o mas bien iluminen el albero, pues ver al alimón a Rodolfo Rodríguez “El Pana” y a Guillermo Capetillo es melcocha pura, eso claro siempre y cuando el panadero y el gallero anden de vena y salgan tocados por las musas del arte, en la que bien se puede considerar como sus reapariciones en el vodevil torero, pues con estos divos de la seda y los alamares, nunca se sabe si están, si se fueron o que, el caso es que su presencia en los ruedos, puede resultar cachóndona para la fiesta y ojala los empresarios los repitan en alternancia, pues en cuestiones de arte siempre resulta atrayente esta conjunción del arte, con el arte, como sucede con otras aristas de la cultura donde los escenarios se repletan al conjuro de Cortes & Cabral, Cigala & Valdez, Manzanero & Libertad y esto lo cito por que tanto el panadero como el gallero tienen vena artística dentro del ruedo como en el histrionismo, máxime ahora que “Er Pana” lo único que trajo de España fue flamenquería y el Capetillo no canta mal las rancheras, así que si no la arman en el ruedo, en lugar de regalar un toro, pues que saquen la lira y a darle por bulerias que pa´eso se pintan solos.


“EL RATON” TOVAR


Hace unos días allá en su cortijo Don Raúl Ibelles, agasajó a los medios de comunicación soltándoles vaquillas, las que una vez cumplida su lidia deberían regresar a la ganadería por lo que ya cuando los invitados y la luz del día se habían retirado se procedió a realizar las labores de reembarcamiento, la faena estuvo a cargo del patrón Ibelles y de Alberto Tovar el “Ratón” hombre entregado a la fiesta, al grado que aquella tarde se metió al corral de las vacas para acelerar las maniobras, mas con lo que no contaba el “Ratón” es que con el movimiento, se tocaría un toro endiablado que se encontraba en un corral vecino desde donde se dejo venir impulsado por su media tonelada, con la que derribo la puerta divisoria tras la cual encontró al “Ratón” y sin mas le aventó un guadañazo, partiéndole la pierna en tres trayectorias, rasurándole las arterias y provocándole de inmediato un diluvio sanguíneo por donde la vida se le escapaba, para su fortuna el toro en la penumbra del corral perdió el cuerpo sin atinar a rematarlo y dándonos con el dramatismo de ese pasaje la oportunidad de mirar el otro lado de la fiesta, donde el sol es sombra, donde los oles son silencio, donde la gloria es una quimera, sobre la que se eleva este romántico de la toreria que sin reflectores se jugó la vida por pura afición a la Fiesta Brava , en la que de milagro alcanzó a escribir con sangre propia su nombre, Alberto Tovar “El Ratón”.



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