Manolo Mejía en Maestro, Dos Orejas. Fermín Spínola con determinación, Una Oreja
Alfredo FLOREZ
Digna actuación de Fermín Spínola compitiendole al maestro Manolo Mejía
La séptima corrida de la Temporada Grande en el coso capitalino, de nuevo trajo otro triunfo más de dos matadores de toros que siguen como lo dicen en "El Programa" de la Plaza México, “La Revolución de los Toreros Mexicanos”. Ahora en manos del maestro Manolo Mejía quien ha realizado una faena de las mejores que se le han visto en este coso Monumental, cortándole dos orejas a un buen toro de “El Junco”, de nombre “Don Fer”, Al que le cuajo una gran faena plena de arte y maestría y otra faena valiente y de mucho valor de Fermín Spínola que vino junto con Manolo Mejía a decir, Aquí hay toreros mexicanos listos para darles la pelea a quienes les pongan a alternar y bien que se han visto estos dos matadores, Manolo en gran maestro y Fermín en un sitio digno de ser tomado en cuenta por otras empresas, sabiendo que sale a jugarse la vida de verdad.
Ante esta demostración que han dado el maestro Mejía con su gran toreo y Fermín con esa determinación, la confirmación de alternativa del joven matador hidrocálido Pedro Rubén, a quien adelantaron por mucho cuando solo lleva cuatro corridas como matador, y se vio empañada su labor, dejando ir a dos buenos toros de “El Junco”, no por otra cosa que no fuera su falta de experiencia, dejando mal parado a quien le puso esta dura prueba estando tan verde aún para este tipo de compromisos.
En cambio Manolo Mejía que fue su padrino de confirmación, le demostró a él y a todo el público que si cree en los toreros mexicanos, que tiene Manolo ese don divino del temple, de la maestría y de la madurez que dan los años y el conocimiento del toro, para hacerle una faena llena de arte, reposo, buen trazo y temple, además de haberle estructurado lo que parecía no tener el toro de “El Junco” que teniendo calidad en sus embestidas, en manos de otros torero con menos experiencia, caso concreto el de Pedro Rubén, no le habría sacado esa pieza de verdadera obra de arte que Manolo le hiciera a “Don Fer” de “El Junco”. Dos orejas y que fue premio de exigentes, ya que el rabo no estuvo lejos de concedérsele de lo buena que fue la faena además de variada y de buen gusto. Salida a hombros al final con el hijo del ganadero Don Fernando Ochoa Ponce de León.
Y Fermín Spínola ha llegado ya a ese momento que tienen los matadores mexicanos, que a base de aguantarse tragos amargos, de esperar y no desesperar, llego a su madurez como matador de toros, con toreo recio, fino sin embargo y valiente de siempre, pero decidido como pocos, a conquistar un sitio que tiene ganado y que deberían de aprovecharlo otros empresarios. Fermín tuvo en sus manos a un toro al que había que aguantarle y llevarle muy toreado y así lo hiso y demostró en los tres tercios que es un torero para paladares exigentes. La oreja que le cortó al toro “Fito”, también tuvo que ver con el acicate que le puso al maestro Manolo y aún quería más Fermín con su segundo al que desafortunadamente no le pudo sacar la faena que él quería para salir a hombros junto con el maestro Manolo, dado que este toro su segundo, no colaboró casi en nada y al final batalló para despacharlo con el descabello fallando de continuo para que se le fuera vivo a corrales, sin embargo, en nada empaña una labor torera y valiente de Fermín Spínola que es un torero para grandes hazañas que seguros estamos vienen pronto con este fino diestro.
Siguen los triunfos en la Plaza México, con “La Revolución de los Toreros Mexicanos”
¿Quién sigue?
toriles.com
CRÓNICA / PLAZA MÉXICO -
Por: Rubén González
burladerodos.com
Lunes, Noviembre 17, 2008 05:05:00 Hora GMT
Manolo Mejía alcanzó un gran triunfo durante la séptima corrida de temporada grande, ante un bravo toro de El Junco ejecutó un toreo inspirado, en el que prevaleció el temple y la maestría.
FICHA DEL FESTEJO
En tarde soleada con viento y frío a partir del 5° y ante unas ocho mil personas, se lidiaron toros de El Junco, bien presentados, bravos y nobles; el 4° recibió arrastre lento.
Manolo Mejía, palmas y dos orejas.
Fermín Spínola, oreja y pitos tras tres avisos.
Pedro Rubén, pitos y pitos.
Manolo venía decidido y logró una faena completa al cuarto de la tarde. Desde que se abrió de capa inició la sinfonía torera, con verónicas a pies juntos; puso banderillas e inició su faena cerrado en tablas y después entender las cualidades del toro al que lidió principalmente por el pitón izquierdo, templando y mandando en tersos naturales, con desenvoltura. Mejía estructuró una faena clásica, con tandas de majestuosos naturales al ralentí, salpicada de detalles de gran torería, con variedad y creatividad; cambios de manos, molinetes, desdenes despaciosos, todo en un palmo de terreno, imponiéndose a un toro que repetía con fiereza. Dejó patente Manolo su sabiduría y como se fue tras la espada para dejar una estocada completa le fueron otorgadas las dos orejas que paseó en dos triunfales vueltas al ruedo, una de ellas acompañado del ganadero, devolviendo prendas y recibiendo muestras de cariño de la gente.
A su primero, un toro bronco y complicado no logró hacerlo pasar y lo toreó por la cara para matarlo de buen volapié.
Fermín Spínola vivió luz y sombra pues a su primero le cortó una oreja mientras que su segundo se le fue vivo de regreso a los corrales. En su primero, en el que resultó cogido sin consecuencias al poner banderillas, realizó una faena en la que supo entender las cualidades del toro para cuajarle un asentado trasteo por ambos pitones a base de aguante, logrando momentos de gran verdad al obligar a pasar a un toro que se quedaba y que terminó por aplomarse, bastó media estocada en buen sitio para que el toro doblara y le fuera concedida a Fermín la oreja que paseó con gran fuerza en la vuelta al ruedo.
Su segundo tuvo mal estilo, con la cara alta y bronco, recibió Spínola una fuerte voltereta al intentar un quitar por saltilleras, se lució en banderillas e inició una labor derechista sin acoplarse con el toro que vino a menos, se puso pesado con la espada y oyó los tres avisos regresando el toro vivo a los corrales.
A Pedro Rubén, que confirmó su alternativa, los toros le pidieron el carnet y no estuvo a la altura. Su primero tomaba el engaño con son y transmisión y le dio pases sueltos sin encontrar la distancia, el público estuvo benevolente y lo aguantó.
Su segundo era pegajoso y se quería comer la muleta, pero el confirmante no se acomodó ni pudo parar los pies, sin entender a un toro que, igual que su primero, era para triunfar.
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Manolo Mejía reverdece lauros en la México
Domingo, 16 de Noviembre del 2008 | México, D.F.
Por: Jorge Raúl Nacif
Hacía más de trece años que Manolo Mejia no conseguía un triunfo en la Plaza México de la magnitud del que logró este domingo, en la séptima corrida de la Temporada Grande. El diestro de Tacuba le tumbó las dos orejas al segundo de su lote, un gran toro de El Junco, luego de bordarlo en una faena muy templada y en la que dejó ver, además de su ya conocida maestría, una faceta artística que por largos años tuvo guardada en el baúl.
Tras no acomodarse del todo con el capote ante “Don Fer”, Manolo cubrió con facilidad y lucimiento el segundo tercio de la lidia. Inició su faena de muleta con algunos pases de tanteo, en los que se dio cuenta que el toro tenía un magnifico lado izquierdo, por lo que de inmediato comenzó a torear al natural, ligando cuatro series que le resultaron profundas y llenas de temple.
Con el público entregado, instrumentó una tanda con la derecha, lado por el que el toro no tenía la misma claridad. Aún así, Manolo consiguió un par de muletazos soberbios, para luego retomar su labor con la zurda y cuajar de nueva cuenta varios naturales largos, aprovechando el recorrido y la nobleza del de El Junco.
Ya entre gritos de “torero torero”, redondeó su faena con una serie de adornos muy artísticos, como un par de cambios de mano, trincherillas y hasta un desdén mirando a los tendidos. Tras matar de una estocada entera, ligeramente desprendida, el juez de plaza le otorgó merecidamente las dos orejas, mientras un sector del público solicitaba el rabo. Para el toro, el premio fue de arrastre lento ganado a ley.
Con su primero, un astado bravo pero áspero, Manolo no se acomodó del todo y prefirió abreviar. Al igual que con el ejemplar de el triunfo, sobresalió en banderillas, colocando tres pares con mucha exposición y en buen sitio.
Fermín Spínola se llevó un tremendo susto con el primero de su lote, pues fue prendido de fea manera al intentar colocar un par al quiebro. Afortunadamente, esta situación no pasó a mayores y se levantó para estructurar una faena en la que emocionó al público con algunos derechazos limpios y largos. Y aunque no logró redondear su labor con la muleta, ejecutó una gran estocada para que el público solicitara una oreja bien concedida por la autoridad.
Con el quinto de la tarde volvió a llevarse otra fuerte voltereta, ahora al ejecutar un quite por saltilleras. Fermín se levantó sin mirarse la ropa, mostrando una gran actitud, y logró ceñidas gaoneras. Sin embargo, el toro se fue para arriba en la faena de muleta y no atinó a quedarse quieto. Para su mala fortuna, se eternizó a la hora de matar y el toro regresó vivo al corral tras sonar los tres avisos.
Pedro Rubén confirmó la alternativa y dejó claro que aún está verde y que debe ponerse a entrenar muy fuerte si quiere comer de esto. Sorteó dos toros que tenían calidad en la embestida, pero no los entendió y terminó por naufragar en medio de un mar de dudas. Era de esperarse, pues apenas y ha toreado desde su alternativa.
Ficha
Séptima corrida de la Temporada Grande. Unas 5 mil quinientas personas en tarde agradable. 6 toros de El Junco, bien presentados, bravos y que en términos generales se prestaron para el lucimiento. Sobresalió el 4o., premiado con arrastre lento. Pesos: 480, 526, 485, 513, 543 y 512. Manolo Mejia (burdeos y oro): Palmas y dos orejas. Fermín Spínola (verde botella y oro): Oreja y pitos tras tres avisos. Pedro Rubén (verde esmeralda y oro): silencio y pitos tras aviso. Manolo Mejia salió a hombros.
mundotoromexico.com
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17 de noviembre de 2008
Manolo Mejía, extraordinaria tarde al natural
El diestro, como los buenos vinos
Miguel Ángel García
Séptima corrida en la plaza Monumental de Insurgentes, con un frío que caló hasta la médula y una entrada que, pese al puente vacacional, fue buena en los tendidos del gran coso. El matador de Tacuba, Manolo Mejía, se ha reencontrado una vez más con el público capitalino y esta vez ha sido para la posteridad; el diestro se ha visto al natural como pocas veces se le ve a un espada en la plaza más grande del mundo, ya que estuvo extraordinariamente bien toreando. Mejía desprendió de sí la clase que atesora y un sentimiento taurino a raudales, tan grande que caló en la sensibilidad del respetable y terminó coreando el grito consagratorio de "torero... torero". Mejía abrió el cofre de las esencias para dejar escapar la armonía y pureza del pase al natural, realizando hasta siete tandas íntegras en lo que prácticamente se basó su trasteo, fue una labor que hasta el momento podría considerarse como la faena de la temporada, ya que alcanzó dimensiones que desde ahora se pueden grabar en letras de oro. Por supuesto, para una faena de tal envergadura Manolo contó con un toro de los llamados de "bandera" y que procedió del hierro de El Junco, propiedad del señor Fernando Ochoa Ponce de León. Se llamó Don Fer, herrado con el número 155, cárdeno oscuro salpicado bragado meano, de pinta, con 513 kg. El astado fue maravillosamente excepcional por el lado izquierdo, permitiendo el lucimiento total del torero por ese lado; Don Fer tuvo las cualidades de la nobleza y bravura, yendo humillado en cada pase al que acudió y aunque por el lado derecho no compitió por igual, tampoco le desdeñó en lo absoluto el matador. Tras la fundición entre el toro bravo y maestro, rubricado por una estocada, Manolo recibió las dos orejas, las cuales concedió el juez de plaza sin titubeo, mientras que a Don Fer fue llevado al destazadero con los honores de arrastre lento y la ovación del público. Y remató la vuelta al ruedo que dieron torero y ganadero, que agradó al aficionado y aplaudió sin cesar.
La contraparte del festejo fue el toro vivo que se le fue a Fermín Spínola, que más que otra cosa, fue por salir con las espadas sin filo. Este negro en el arroz no empaña su actuación de la tarde, que claro, ¿qué torero desea escuchar tres avisos? El diestro de Atizapán dejó patente un torero de suma entrega y disposición, con ganas sobradas de agradar y arriesgando su integridad para sacar la cabeza en la difícil baraja taurina mexicana; Spínola sumó más factores positivos que negativos y así lo mostró en su primer toro, en el cual, gracias a un toreo completo, logró cortar una merecidísima oreja.
Por su parte, Pedro Rubén, que confirmó su alternativa, no logró proyectar como él quiso en su lote y hasta fue abucheado.
BRILLANTE ENCIERRO DE EL JUNCO
Se lidiaron seis toros de El Junco, propiedad del señor Fernando Ochoa Ponce de León, dehesa que se ubica en Zinapécuaro, Michoacán; el hierro lució esplendorosamente su divisa rojo, rosa y blanco, ya que trajo una corrida muy bien presentada y de buen juego en general. El primer toro, aunque escurrido de carnes, se dejó meter mano sin problemas, sólo que no fue aprovechado y se llevó el mérito con toda razón, ya que fue aplaudido en el arrastre; el segundo astado, verdaderamente ha sido impecable de lámina, precioso el toro, bien enmorrillado y bien puesto de pitones; lástima que le pesaron los kilos -526- y se fue a menos en la faena de muleta; el tercero se dejó meter mano y el cuarto ha sido el morito fenomenal del encierro y que mereció arrastre lento por sus brillantes cualidades de calidad y bravura; el quinto se dejó y se fue vivo a los corrales, mientras que el sexto también tuvo tela de donde cortar. El primero y sexto llegaron con fuerza a los caballos, empujando con los riñones; el resto cumplió en el castigo.
FELIZ REENCUENTRO AL NATURAL
Como los buenos vinos, el matador Manolo Mejía toma más madurez y sentimiento conforme transcurre el tiempo, su tauromaquia se ha vuelto más exquisita y elegante, como lo mostró ayer en el gran coso y con su actuación se ha posicionado como un maestro que ya es, sólo que ayer se ratificó y señaló que aún existe Manolo para rato. Mejía ha logrado lo más destacado de la temporada con su faena al natural y que ahora mismo podría ser la mejor del serial capitalino. Con este, su segundo toro de nombre Don Fer, el maestro de Tacuba lo recibió con el capote dejando una media verónica para el recuerdo. Y, al igual que en su primer astado, Manolo colocó banderillas dejando ver sus facultades certeras. Luego, una vez con la franela en mano, el espada destapó el frasco de las esencias y aparecieron las musas y los duendes. El matador se dio a torear con la mano izquierda, al natural, una y otra vez. Las tandas se repitieron y cada vez eran más lentas; ya para la tercera, los sombreros comenzaron a caer en la arena del coso. Mejía sabía las cualidades del toro, por lo que continuó haciendo gala de temple, elegancia y reposo en cada tanda. Fue un trasteo sin igual, sensacional, que tuvo como colofón una serie de adornos y más naturales que Mejía los presumió en el momento propio, tras la rúbrica de su faena. Antes, intentó una serie por derecha, sólo que el toro no tuvo la misma transmisión; Manolo dejó una certera estocada que culminó con el fenomenal desempeño de Don Fer, para luego desgranarse los gritos de "torero...torero". Dos orejas para Manolo y arrastre lento al toro.
En su primero, lo más destacado fueron las banderillas que colocó el diestro, que fueron al estilo clásico y hasta dianas escuchó en las alturas por lo certero que fue. Ante su enemigo, el de mayor presencia, poco pudo hacer puesto que perdía los remos delanteros y mejor cortó por lo sano.
DESTACADA ACTUACIÓN
Fermín Spínola ha tenido una destacada labor ante su lote, ya que mostró un desempeño con entrega y muchas ganas de agradar en cada momento. Se notó su hambre de querer ser y disposición para sacar la cabeza y retomar el camino que le pertenece. En su primer toro estuvo desmedido en el tercio de banderillas; quiso colocar un par al cuarteo y tanto expuso el diestro que el toro se lo echó a los lomos y tremenda zarandeada que le aplicó en la arena. Afortunadamente nada que considerar; se repuso y dejó un cuarto par de banderillas para escuchar dianas y una ovación. Con la muleta, Fermín hizo de todo, sin caer en lo corriente, siempre con gusto y calidad; logró naturales y pases por derecha de buen trazo; cambiados de mano y trincherazos que agradaron al respetable. Incluso soportó valientemente las medias embestidas del burel, exponiendo los muslos como carnadas para lograr la acometida del toro. Dejó un espadazo casi entero, que bastó para salir con una oreja del ruedo, muy bien ganada.
Con su segundo toro, Spínola se fue a recibirlo de una larga cambiada de hinojos y lanceó bien a la verónica; quitó por gaoneras a pies juntos en el centro del ruedo, no apto para cardiacos, ya que el toro se arrancaba desde las tablas y en la tercera el astado le echó mano feamente; se repuso y terminó su serie de lances. Nuevamente brilló con los palos y escuchó dianas; con la muleta dejó pasajes interesantes en las tres tandas que cuajó, siendo aplaudido en todo momento. Lástima que sacó la espada sin filo y escuchó los tres avisos.
PASÓ DE NOCHE
Pedro Rubén, el que confirmó su alternativa con el toro Pacorro, negro bragado, de pinta, herrado con el número 129 y que pesó 480 kg., no logró proyectar como se esperaba, dado el espacio que siempre existió entre toro y torero. Previo pinchazo, se fue ante el descontento de la gente. En su segundo, además del viento que ya hacía imposible el manejo de la muleta, no consiguió distancia ni temple y mejor cortó por lo sano; batalló para matar y tras un aviso, se retiró entre abucheos, mientras que el toro fue aplaudido.
Y, hasta ahí.
Realizó una faena cumbre al segundo de su lote
Manolo Mejía volvió por sus fueros y tuvo una gran actuación en la Plaza México, escenario de sus más grandes éxitos.
03:31:00
GUSTAVO MARES
El matador de toros Manolo Mejía resurgió, como el Ave Fénix, este domingo en la Plaza México, donde al segundo toro de su lote le cuajó una faena poderosa y artística de altos vuelos que rubricó con el acero. Cortó las dos orejas, pero bien pudo recibir el rabo pues los aficionados así lo solicitaban.
Desde que hizo el paseíllo, en su rostro demostraba la seriedad que tenía en su carrera el festejo del domingo.
En su primero, desde que se abrió de capa, gritó a los cuatro vientos que aquel Manolo Mejía ídolo del público estaba de regreso.
Sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas, pues su primero, un burel que rebrincaba le complicó las cosas.
Incluso se tuvo que imponen a los clásicos gritos del público que sistemáticamente le arremete.
Poco a poco sin desesperarse estructuró una faena y las lanzas las trocó en cañas.
Ante el asombro popular volvió a cubrir el segundo tercio. En su primero tuvo momentos de lucimiento que le valieron para escuchar cerrada ovación.
Sin embargo, lo más importante no sólo de este domingo, sino de la Temporada Grande, llegó con el segundo de su lote.
Hay que señalar que le correspondió en suerte un buen toro de El Junco y Manolo lo aprovechó totalmente.
El de Tacuba bordó el toreo desde con el capote. Al igual que en su primero volvió a cubrir el segundo tercio y con la muleta ofreció un recital de buen torear.
Lo mismo por el derecho que por el izquierdo, trazó muletazos finos y artísticos que calaron hondo en el ánimo de los aficionados.
Sabedor de las distancias y también de los tiempos, Manolo hizo todo lo que quiso con ese toro al que más tarde le darían arrastre lento.
Aseguró la estocada y cortó las dos orejas. Pero más importante aún que ese triunfo, es que los aficionados recuperaron a uno de sus toreros consentidos.
Fermín Spínola tuvo una tarde de contrastes. A su primero le cortó una oreja, sin embargo su segundo, que lo cogió de fea manera sin llegar a herirle, se le fue vivo luego de escuchar los tres avisos.
Pedro Rubén, quien confirmó la alternativa, dejó constancia de que puede funcionar siempre y cuando las empresas le apoyen y le den toros.
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Arte... Manolo Mejía confirmó con el capote su calidad de matador de toros.
Foto: Adrian Ruiz |
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CANCHA / Staff
Los pocos asistentes a la Plaza México se llevaron a cambio una tarde de toros y toreros. El encierro de El Junco fue bien presentado y cuatro toros ofrecieron magnificas condiciones de lidia.
Así apareció "Don Fer", toro noble, bravo y emotivo. Y entonces surgió la esencia de Manolo Mejía, la profundidad del maestro del toreo explayándose en una faena sentida, artística e inspirada convirtiéndose conforme se iba eslabonando, inmemorable. Largas tandas de naturales que se extendían como cada muletazo, de aquí hasta allá con el temple que se convertía en arte. Luego por el lado derecho en el mismo tenor hasta consumar la obra con una estocada entera para cortar las dos orejas al grito de "¡torero, torero!", y al extraordinario toro el honor del arrastre lento.
Con su primero, Mejía, quien está de regreso en el ánimo de la Plaza México, escuchó aplausos.
Fermín Spínola toreó con poderío al tercero, muy entregado ante un astado emotivo, ajustándose en una faena recia y valiente cuyo punto fundamental fue al natural. Mató de media estocada para cortar merecida oreja. Con el quinto estuvo en valiente, sobre todo después de haber sufrido una tremenda cogida al realizar un quite por saltilleras. Se levantó de la arena y volvió a echarse el capote a la espalda para torear por gaoneras. El toro no se prestó para la faena de muleta y estuvo pesado con la espada hasta escuchar los tres avisos.
Pedro Rubén, quien confirmó su alternativa, se mostró verde y desangelado, siendo pitado en ambos toros.
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