24 febrero 2009

Captura el instante….


Siempre acompañado de su fiel cámara.

Foto: Paulo Medina


Por 40 años, Mayito se ha encargado de captar los momentos importantes de las corridas.

POR PAULO MEDINA

Mario Torres Calleja, ‘Mayito’ es el fotógrafo oficial de la fiesta brava. Desde hace más de 40 años que su lente ha llevado imágenes de las corridas al público taurino. Con 67 años encima, siempre se le verá de traje, con su escaso cabello relamido hacia atrás, la piel quemada por el sol y unos ojos verde profundo.

“Antes había un camión que venía de la colonia Roma, de la calle de Mérida. Su base estaba aquí [cerca de la México] en Rodin y San Antonio. Mi padre, Pedro Torres, manejaba en esa ruta. Yo le traía el almuerzo desde Tepito. No sabía que existía la plaza. Después comencé a venir con una tía que era capetillista”, nos dice Mayito sobre las primeras imágenes del coso de Insurgentes que guarda en su cabeza.

Poco a poco se fue metiendo en el mundo taurino. “Nos colábamos. En el lado de sol la gente hacía bola y se colaban. Luego descubrimos como meterse a los tendidos. Te salías y le decías al que cuidaba la puerta ‘Fui al baño y mi papá esta allá abajo’, entonces nos íbamos a toriles y a la puerta de cuadrillas”

Pero su inquietud lo llevó a que él mismo quisiera realizar los muletazos, sintió unas ansias de pegar capotazos, “Sergio Zermeño fue el primer torero que conocí.

Un día mi papá fue a Mixcalco y conocía a Sergio. Su hijo, Mario Zermeño era el matador más valiente que conocí. Después conocí a Juan Guajardo que iba mucho al barrio. De ahí me iba a entrenar al Venustiano Carranza, a Chapultepec, a los Víveros”. Mayito confiesa que para ese entonces, ya estaba envenenado de los toros

“Somos capaces de torear con tal de no trabajar”. Mayito ríe y muestra la carencia de sus dientes frontales. Su primer becerro se lo regalo Javier Durán “El Vale” para una lidia en Carrillo Puerto, Michoacán. Después, su primer novillo lo recibió en el Cortijo del Ángel, en la colonia Romero Rubio de la ciudad de México. Su carrera lo llevó por pueblos de Morelos, Hidalgo, Tabasco. En esa época, como muletilla, toreaba cebús.

Nunca llegó a la tomar la alternativa por su edad y por una tragedia que lo hizo reflexionar sobre los riesgos del arte de Cúchares. “Me decepcioné cuando mataron a Jaime Sánchez Ramírez en Tepalcingo, Morelos, el 22 de septiembre de 1974. El toro lo cogió del pescuezo. Decidí ya no ser matador de toros”.

Entre sus múltiples anécdotas, Mayito recuerda que las dos veces que destruyeron la Plaza ‘La Aurora’ de Netzahualcóyotl, él integraba el cartel. “La primera fue a beneficio de Chucho del Castillo. La segunda fue un 6 de enero donde quedó mal el empresario, Roberto Valencia. En ambas ocasiones nunca llegaron los toros y la gente se molesto”.

Cuando Mayito vio que no tenía futuro dentro del redondel, Tomás Vega, fotógrafo de Pepe Alameda, le regaló una cámara Leica. “Desde siempre tomaba fotos, porque a las corridas de los pueblos nadie llevaba fotógrafos”. Su primer logro con la cámara fue la imagen de la muerte de Jaime Sánchez que dio la vuelta al mundo.

Sus placas ilustraron las planas de El Heraldo, Ovaciones, Excélsior, Novedades, Diario de México. Su papel es más cómo colaborador que cómo fotógrafo de planta. “No aguanto a los jefes, las imposiciones, los horarios. No duraría más de tres meses en una oficina, aquí llevó 40 años” asegura Mayito quien sigue en los toros por que el ambiente tan especial todavía lo sigue deslumbrando.

“En los periódicos se aprende a revelar, a secar con alcohol, con secadora para el pelo. A revelar 2 rollos en un carrete. A forzar la película, es decir, que un rollo de 400 llevarlo hasta 3200” fueron los secretos que la cámara le contaba en los cuartos oscuros de los diferentes diarios para los cuáles trabajo.

La tecnología dio una estocada mortal a Mayito ya que la rapidez del internet hizo que su labor quedará obsoleta, “Antes iba un fin de semana a provincia, el lunes traía las fotos y el martes ya estaban publicadas”. La puntilla vino de los toreros. “Ya no les interesa la foto, te faltan el respeto. Hay gente que tiene sus fotógrafos y les regalan el CD con sus imágenes”.

Poco a poco, el eterno fotógrafo de la fiesta brava ha sido relegado, entre los avances tecnológicos y el tiempo que le va mermando sus facultades. Lo complicado de la situación durará “hasta que busque trabajo. No sé hacer otra cosa”, sentenció el joven Mayo.

Autodidacta como lo fue a lo largo de su trayectoria fotográfica, Mayito no ha quedado por ganas de ponerse a la vanguardia pero dice que el presupuesto no le alcanza para adquirir una cámara más moderna. “No tengo dinero para comprar una digital”, por lo que usted siempre verá al viejo lobo de mar con una Canon, muy parecida a su primera Leica.

La lente de Mayito ha visto pasar a Armillita, Alejandro Silvetti, Bosques, a ‘El Pana’ y otra infinidad de diestros.

En la actualidad, para poder sostenerse económicamente, toma fotos para bodas, bautizos, quinceaños y demás trabajos que surjan en la semana. Del precio de sus servicios, aclara que “dependiendo del sapo, la pedrada…”

Mayito seguirá siendo los ojos de muchos aficionados. Todavía le faltan muchos instantes que captar. Seguirá cargando con su cámara hasta que finalice el rollo de su vida.

OVACIONES


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