“Diego, nuevo miembro de la dinastía Silveti”
- Por: Antonio Casanueva
Nadie me lo contó y aunque sucedió hace muchos años, tuve la oportunidad de verlo personalmente, nadie me lo contó insisto, ni tampoco lo leí en algún libro o crónica periodística sino que tuve la oportunidad de verlo vistiendo el terno de luces en el tendido del antiguo “Toreo”, el que se encontraba ubicado en las colonia Condesa capitalina. Esa fue su última actuación en la capital, un viernes 1º De mayo de 1942. “Juan sin miedo” como era conocido en el argot popular tanto a lo largo de sus 26 años de matador de toros o como guerrillero revolucionario. Una auténtica estampa de la época, se despedía de los ruedos y aunque todavía toreó en algunas plazas de provincia, se fue de los ruedos cuando ya había sobrepasado los cincuenta años.
Mis recuerdos de esa tarde están en la mente como entre sombras, mas que por sus hazañas taurinas, porque al dar su última vuelta al ruedo, se hizo acompañar –caso que nunca antes ni después visto- por su pequeña hija Marisela a la que llevaba con un cariño y devoción totalmente insospechado para la figura recia de la revolución y que representaba y porque el público que llenaba a reventar el coso, le aplaudía con inusitado calor, que sin entenderlo plenamente, nunca he podido olvidar.
Recuerdo igualmente a tan extraño personaje, siempre enfundado en traje de charro, recamado en la espalda, con sombrero de ala ancha, un descomunal puro permanentemente encendido en la boca del que emanaban grandes cantidades de humo blanco, un gran mechón de pelo cano en la frente y su pistola al cinto. Cuando visitaba a sus amigos y por horas contaba sus hazañas tanto taurinas como revolucionarias, mis vecinos de la colonia San Rafael, especialmente los de la calle de Guillermo Prieto; tanto al boticario de
Este personaje, quien años mas tarde de su despedida, solía contar a sus amigos, sus sueños y esperanzas de convertir a sus hijos en matadores de toros, ahora que
Cuando realicé mi primer viaje a España, un amigo de aquel país, al percatarse de mi origen mexicano me contó haber asistido a la confirmación de la alternativa de ese mismo Juanito Silveti, en Las Ventas, el 17 de junio de 1951 de manos de Antonio Bienvenida, siendo testigo Manolo Dos Santos con el toro “Pavito” de Sánchez Cobaleda y mas que esa ceremonia, de una temporada excepcional realizada al año siguiente, en donde volvió actuar en
El llamado “Rey David”, padre de Diego de grata memoria y trágicamente desaparecido, fue el tercer miembro de
Volviendo al debut de Diego, como hemos mencionado, el boletín de prensa a que se refiere el resultado de este esperado debut, indica textualmente que “El novillero mexicano Diego Silveti, ha causado excelente impresión en su debut formal con picadores en una novillada celebrada el pasado martes en la mencionada plaza de Casavieja, en Avila, España, donde previamente al inicio del festejo, había sido colgado el cartel de No Hay billetes”.
Diego, sufrió una cornada al entrar a matar su segundo novillo, sexto de la tarde, percance de pronóstico reservado y dos trayectorias en la pierna derecha arriba de la rodilla, el que habla bien del nivel de entrega mostrado por el hijo del recordado matador de toros, el llorado “Rey David” .
Diego, ha causado una magnífica impresión entre los aficionados por su gran personalidad y auténtico valor innato demostrado delante de los novillos que le tocaron en el festejo. Diego tiene además, un enorme sentido natural del temple, así como gran facilidad para conectar con el público. Su corte de toreo, es totalmente clásico con valor, mostrando además una gran firmeza con el lote que le correspondió la tarde de su debut como novillero en la plaza de Avila.
Se lidiaron novillos de Villalobinos de desigual comportamiento y sus alternantes; Román Pérez cortó una oreja y Pablo Lechuga solo silencio. Diego Silveti, en cambio, escuchó petición con vuelta al ruedo y fuerte petición en el segundo.
Respecto al parte facultativo, firmado por el Dr. Juan Manuel Uría indica que el torero fue atendido de una cornada en la pierna derecha por encima de la rodilla, con dos trayectorias una hacia arriba y hacia fuera de
¡Suerte Torero! que no solo son las esperanzas de los miembros de esa gran dinastía, sino de todos los mexicanos y si me apuran mucho, de la Fiesta Brava mexicana en su totalidad, tan necesitada ahora como nunca antes de un nuevo ídolo, una figura con las posibilidades, el nombre y la tradición que llevas contigo, para recibir el apoyo de las mayorías y así estar en condiciones de engrandecerla.
Antonio Casanueva
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