14 diciembre 2009

EL FUNDÓN


Palabra                                         Por: Francisco Tijerina                 El Payo pidió más

    burladerodos.com  


    En tiempos en donde escasea el respeto a los valores, no es de extrañar que toreros y apoderados, que empresarios y ganaderos, falten sin pudor ni recato a la palabra empeñada en un acto de desvergüenza y falta de hombría


    Reza el viejo adagio: "Hombre es el que tiene palabra y más hombre el que la sostiene".

    Famosas son las crónicas que relataban la firma de contratos entre toreros y empresarios en servilletas de restaurantes, actos que cubrían la formalidad, porque en el fondo lo que verdaderamente tenía validez era la palabra empeñada entre las partes que, bajo ninguna circunstancia, eran capaces de faltar en un ápice a lo pactado.

    Ser hombre de palabra era una condición de la mayoría de las personas de antaño; sólo los ladrones faltaban a la honra de la palabra en un valor que era inculcado desde la infancia en todos los hogares. No importaba por qué ni ante quién, una vez que un hombre daba su palabra, era igual o peor que el haber estampado su firma en un contrato ante un notario público y no había necesidad de testigos de por medio, el simple hecho de tener conciencia de haber puesto de por medio su promesa, era más que suficiente para saberse comprometido.

    Este valor, como tantos otros muchos, se ha perdido. Ahora cualquiera ofrece su palabra y sin vergüenza falta a ella.

    Puedo compartir en algunas partes la opinión de mi compañero Felipe Aceves en el artículo publicado ayer (lo puede ver aquí), pero ocurre que no considero de justicia el culpar de la suspensión del festejo del pasado viernes 11 en Puebla al empresario Pepe Huerta, porque hay elementos en su descargo que es necesario hacer saber.

    Me veo obligado a hablar sin contar con el sustento de las pruebas, no porque me parezca correcto, sino porque los involucrados no quieren hablar del tema; sin embargo existen elementos que pueden soportar aportar una duda considerable. Más que la denuncia sobre los hechos, nos mueve la falta de respeto a la palabra empeñada, la falta de respeto a la afición de Puebla y de México, la facilidad con la que se pueden deshacer compromisos.

    Cayetano Rivera Ordóñez tomó sus cosas, se encaramó al avión junto con su novia y su apoderado y dejó con un palmo de narices a la empresa y la afición de Puebla a pesar de que se había comprometido a actuar el viernes 11 en "El Relicario - Joselito Huerta"; argumentó el entorno del nieto de Antonio Ordóñez, un torero que se destacaba por su hombría y el respeto a su palabra, que Cayetano se había lastimado una rodilla al actuar en la Plaza México, pero la verdad es que jamás mostraron un parte médico que demostrase la pretendida lesión.

    En los corrillos te enteras de que a pesar de que Cayetano había pactado altos honorarios por su actuación en el coso poblano, de buenas a primeras el lunes mandó avisar que si no le pagaban "tanto más", no actuaría el viernes; aunque Pepe Huerta les hizo ver que ya de por si con el sueldo pactado se corría el alto riesgo de perder dinero, no hubo manera de convencer a Curro Vázquez y su poderdante de la palabra empeñada. Vale decir que el "tanto más" implicaría el ganar el sueldo que nadie, jamás, nunca, en la historia del coso de la Angelópolis, ha percidibo. ¿A guisa de qué Cayetano se da estos lujos?

    Lamentablemente es necesario consignar que el mal ejemplo cunde, porque en el mismo tenor la administración de Octavio García "El Payo" hizo, tras el triunfo del domingo en el coso de Insurgentes, exactamente lo mismo: incumplir con su palabra y pedir más dinero. Vale, el triunfo de "El Payo" le cotiza más alto, pero si ya se habían comprometido a actuar por cierta cantidad de dinero, lo de hombres es cumplir y de aquí para adelante, para los nuevos contratos, pedir más dinero, que ya sabrán las empresas si se lo pagan o no.

    Toreros y apoderados así no se respetan y menos se hacen respetar. ¿Quiénes se creen o se sienten Cayetano y El Payo si en términos absolutos no son capaces de llenar la plaza? Figura no es el que triunfa, sino el que es capaz de convocar a los públicos, el que hace que las empresas ganen dinero al llenar los tendidos y desquitar lo que piden por torear. Una golondrina no hace verano, para ser figura hay que refrendar no una, sino muchas veces, los triunfos.

    Comprendo pues la decisión de Pepe Huerta, que se quedó sólo con Arturo Macías, un torero triunfador en Puebla, triunfador también de la México, pero que no tiene aún lo suficiente como para llenar el coso poblano, por lo que la más inteligente decisión era cancelar definitivamente un festejo condenado al fracaso, y todo por la falta de respeto a la palabra empeñada.

    Podrán decir misa, pero los hechos hablan y no hay que ser mago para sumar dos más dos. Cayetano se cae, El Payo se aprovecha de la circunstancia y aunque pidió más se queda calladito para que la culpa la cargue el hispano, lo cierto es que tanto uno como son culpables de faltar a su palabra.

    Que pena, que vergüenza, que lástima, el tener que hablar de temas tan básicos como el valor de la palabra en algo que debería ser condición infaltable en el entorno de un torero, pero en el Siglo XXI las cosas cambian y hoy no importa si te comprometes a algo con alguien, porque dependiendo de las circunstancias y condiciones puedes cambiar sin el menor sentimiento de culpa. De ahí parto para saber que estos toreros no tienen compromiso consigo mismos, con su carrera, con la tauromaquia y obvio, mucho menos con la afición que es la que, a final de cuentas, sostiene el espectáculo.

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