18 enero 2010

El Zapata deslumbra con un par antológico


Domingo, 17 de Enero del 2010 | México, D.F.



  • Por: Juan Antonio de Labra / Foto: Sergio Hidalgo


La tarde discurría entre las ráfagas de viento frío que molestaban a los toreros, y el juego complicado de los toros de San Marcos, hasta que apareció en la arena el cuarto, de nombre "Camarógrafo", que embistió con mucha transmisión y posibilitó el triunfo de El Zapata, que tuvo que sobreponerse al fuerte pisotón que le había dado el primero, que le dejó maltrecho y dolorido en el resto de la lidia.

Sabedor de que esta es una plaza en la que no se puede escatimar esfuerzo alguno, el tlaxcalteca cogió los palos a pesar de que no estaba en condiciones físicas óptimas para cubrir el segundo tercio.

Y el primer par que colocó fue antológico, no sólo por el riesgo de la ejecución, sino por la sorpresa que causó ver una especie de "Imposible", aquella suerte que inventó Antonio Campos con la muleta, traducida hoy al tercio de banderillas.

Uriel se plantó en los medios, dando la espalda a la puerta de toriles. El toro se arrancó desde el burladero de matadores con la alegría que había tenido desde su salida, y ahí mismo, cuando parecía que se trataba de un simple par al quiebro con banderillas largas, El Zapata le perdió la cara por un instante en el momento en que giró salerosamente sobre su propio eje, y una vez con el toro prácticamente encima, cuando ya había recuperado su posición original, consumó el quiebro de manera espectacular y clavó en todo lo alto. La ovación que siguió a la consumación de la suerte fue de escándalo.

Aquel par tan maravilloso se podría bautizar como el "par del centenario", por haberlo ejecutado un torero cuyo apodo conecta con el legendario Emiliano Zapata, a cien años de levantamiento armado del Caudillo del Sur, en la Revolución Mexicana, le obligó a dar una aclamada vuelta al ruedo mientras el público aplaudía, puesto en pie, asombrado, lo que acababa de ver. Fue un lance de esos que no se olvidarán nunca.

Y el tlaxcalteca, cojeando por el pisotón, culminó un vibrante tercio de banderillas que dejó el ambiente muy favorable para la faena de muleta.

El viento impidió que el trasteo se desarrollara en los medios, donde hubiese sido lógico torear al bravo "Camarógrafo", así que El Zapata trató de mantener la muleta planchada cerca de tablas y le robó series muy emocionantes.

El toro embestía con poder, metiendo el morro por la arena, y queriendo coger siempre la muleta por abajo, circunstancia que ayudó en los naturales, las dosantinas y diversos adornos que constituyeron el elemento emotivo de una faena interesante, en la que el torero nunca perdió la comunicación con la gente.

El Zapata se fue derecho tras de la espada y mató de una estocada entera, en buen sitio, y se le concedió una oreja de peso en medio de la algarabía colectiva, que se prolongó durante el arrastre de los restos de “Camarógrafo”, que hubiera sido bueno premiarlo con arrastre lento, ya que también había recargado en varas y mantuvo un atractivo nivel de bravura en sus embestidas hasta el final.

El premio le supo a gloria bendita a Uriel, que minutos antes había hecho un esfuerzo por agradar delante del toro que abrió plaza, con el que abrevió tras constatar las complicaciones que había desarrollado, y máxime cuando ya estaba machacado del pie derecho.

Fabián Barba se la jugó en el sexto, un toro que tenía sentido y sabía perfectamente donde estaba el torero, al que le dio una fuerte voltereta afortunadamente sin consecuencias.

Una y otra vez porfió el hidrocálido en esta segunda oportunidad, donde tuvo las cosas muy cuesta arriba y sólo pudo mostrar su entrega, así como un deficiente manejo de la espada.

Destacó en pasajes aislados, como el excelente quite por gaoneras que le hizo al tercero, un ejemplar deslucido, que se escupía distraídamente de la muleta. Tambén tuvo el mérito de saludar a este toro con una larga cambiada de rodillas a porta gayola, lo que suponía una inequívoca declaración de intenciones.

El Fandi tampoco tuvo opción de lucimiento, ya que sorteó un lote sin fondo de bravura. La falta de ritmo del segundo, que miraba mucho al torero, impidió el acoplamiento. Y el quinto fue un toro que tenía un agresivo temperamento que terminó convirtiéndose en genio.

El granadino tampoco consiguió grandes pares de banderillas y, a diferencia de su brillante actuación anterior, hoy hubo de conformarse con salir de la plaza sin un triunfo.
Ficha
Plaza México. Unas 6 mil 500 personas en tarde soleada y más tarde fría, con intermitentes ráfagas de viento. Seis toros de San Marcos, disparejos en presentación y complicados en general, salvo el 4o. que fue bravo y tuvo mucha transmisión. Pesos: 501, 494, 504, 574, 473 y 490 kilos. El Zapata (negro y plata): Silencio y oreja. El Fandi (nazareno y oro): Silencio en su lote. Fabián Barba (marfil y oro): Silencio y palmas. Destacaron en varas Juan Pablo González y Pedro López. Al finalizar la lidia del 1o, El Zapata ingresó a la enfermería para ser atendido de un fuerte pisotón en el pie derecho que no le impidió continuar.





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