Es positivo que a un torero mexicano se le anuncie en Valencia, en Sevilla, en Madrid. ¿Pero en qué condiciones? Tal vez sea mucho pedir ganaderías de primera para un torero como Arturo Macías, que primero debe pagar el derecho de piso antes que pensar en lujos; es posible que no había otra opción que aceptar los marrajos de Palha para presentarse en Sevilla.
Pero lo cierto es que el torero de Aguascalientes ha sido víctima de la falta de reciprocidad imperante desde hace muchos años entre las Fiestas española y mexicana. Mientras que los diestros ultramarinos vienen a México cobrando carretadas de dólares por lidiar reses de discreta presencia de las ganaderías comerciales bajo condiciones de exagerada comodidad, Macías se zumba a los llamados "miuras portugueses" de las pésimas ideas, y claro, acaba en el hule con un cornadón de órdago. ¿Hasta cuándo esta inequidad?
Por lo demás, Arturo mostró ayer en Sevilla el mismo carácter que le valió el reconocimiento un mes antes en Valencia. "No vengo de vacaciones", reiteró en la entrevista que le realizaron en la puerta de cuadrillas de La Maestranza. Y nuevamente salió herido porque no se raja. Fue pavorosa la colada del toro que lo caló. Se desentendió de la muleta en un derechazo y fue a atravesarlo.
Es momento de reconocer el valor auténtico de Macías, su decisión. Pero habrá que demandar una mayor justicia para el toreo mexicano porque lo de ayer no fue una oportunidad.
MundotoroMéxico
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