25 mayo 2010

Cornadas aparatosas

25-Mayo-2010

 En 1922, Manuel Granero en la vieja plaza de Madrid

En la historia del toreo ha habido cogidas impresionantes en el cuello o la cara que le costaron la vida a novilleros y a matadores

  • Alfonso López

Las cornadas en el cuello o en las órbitas oculares han estado siempre entre las más impresionantes de las muchas que hay, espeluznantes, en la historia del toreo.

La mayoría han sido mortales de necesidad, pero, otras, no, por ejemplo, la del toro Barrabás, de Concha y Sierra, al matador Manuel Domínguez Desperdicios, en la mandíbula y que le vació el ojo derecho, en El Puerto de Santa María (en 1857).

En cambio, las siguientes fueron todas mortales: los novilleros Mariano Canet Yusío, en Madrid, por uno de Miura en 1875; Valentín Conde, en la yugular, en Villa del Prado en 1889.

Ya en el siglo XX, en los primeros 50 años, más novilleros, Faustino Posada, de Agujeto de Miura en 1907; el peruano Juan Sánchez Caraprieta, de Candela, de El Olivar, órbita izquierda, en Acho, en 1914; el mexicano Miguel Freg, en Madrid, también ese año; José Sepúlveda Joselete, en Valencia la venezolana, en 1917, con dos cornadas además de la del cuello.

En 1922, Manuel Granero, al que Pocapena de Veragua le vació el ojo derecho en la vieja plaza de Madrid y, en 1939, ya en Las Ventas, el primero que murió ahí, Félix Almagro.

Otro novillero, el mexicano Félix Guzmán, había sobrevivido a una cornada en el cuello, en 1943, pero el destino le deparó otra, sí mortal, tiempo después.
El matador mexicano Luis Briones sí se salvó, en buena parte porque ya le pudieron aplicar penicilina, de una cornada en un ojo y en la base del cráneo, en El Toreo de la Condesa en 1944.

Ya en la segunda mitad del siglo XX otro mexicano salvó la vida pero nunca más volvió a ser el mismo: Miguel Ángel García el Güero, el 2 de mayo de 1954, en Sevilla, corneado por un novillo de Felipe Bartolomé.

En cambio, no sobrevivió Alejandro Cabrera, herido en Aguascalientes el 14 de julio de 1955 y una gran figura mexicana, el matador Antonio Velázquez, si lo logró a pesar de la espantosa cornada que le infirió Escultor de Zacatepec en 1958 en la México.

Otro que la libró ese mismo año, en Madrid, fue un extraordinario torero 

 Excelsior.com

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