Picasso
Sin embargo, la fiesta de los toros no sería nada si se quedara ahí. Sería sólo defendible pero no admirable. Si tantos artistas han visto en el toreo un arte que podía ser traducido a su forma de expresión, si la fiesta de los toros procura a los que la aman tan incomparables placeres, si hay que preservarla como una fuente de valores estéticos que no debe perderse, es por que el toreo es un arte raro, que entronca posiblemente con el origen mismo del arte: dar forma humana a una materia natural.
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