15 junio 2010

Pobre de mi fiesta.

foto Ángel Sainos

  • por: Gilberto De Ita

No es necesario hacer una análisis numérico ni estadístico de lo mucho que sufre la fiesta brava. Es cierto que hay muchos enemigos fuera de ella, muchos que sin entender, la juzgan mal. Pero hay tantos enemigos dentro de ella… Hace años, cuando Garza o Procuna eran figuras, los grandes enemigos de los novilleros eran apoderados, empresarios, corruptelas. Los novilleros eran una de las figuras mas dignas del toreo, eran el orgullo de esta fiesta, esos maletillas que a pie, con los avios al hombro recorrían ganaderías, ferias de pueblo, aceptando todo lo que tuviera dos cuernos con tal de dar un par de muletazos, pasando hambre, frío y arriesgando el cuerpo soñando casi eróticamente con que un día  pisarían de luces la Plaza México.

Ayer pudimos comprobar que la decadencia de nuestra fiesta es tal, que un novillero es incapaz ya de siquiera matar lo que le salga por la puerta de toriles.
Me hizo recordar la escena de ayer, al final de la novela “Juncal”, he de confesar que no la lei, sino que la vi magistralmente protagonizada por Paco Rabal. Lo que al final de la serie pasa, aquel día que la vi. por primera vez se me hizo absurdo y ridiculo, una novela al fin - decía yo - Y ayer pasó en la Plaza México, un novillero se negó a matar su lote.

No se si lo que siento es coraje, enojo, tristeza, pero si se que hay un profundo dolor en mi corazon de aficionado, de apasionado de esta que es la fiesta mas hermosa de todas, la única capaz de hacer que todas las bellas artes se rindieran a sus pies, la única capaz de unir en un mismo sentido a Hemingway y a Unamuno, a Goya y a Picasso, la única capaz de dar verdadero sentido a la vida de un animal. Y es un profundo dolor porque es la misma gente que esta dentro de ella, que se supone vive para ella la que le hace tanto daño. Los empresarios que ya no se quieren arriesgar, los ganaderos que no les importa mandar “chico” con tal de vender, los figuras que escogen lotes y torean “despuntado” y ahora hasta los novilleros que se han quedado sin hambre de palmas y salir a hombros.

¿Qué vamos a hacer por nuestra fiesta? ¿Qué estamos haciendo? La fiesta brava es mas grande que nosotros mismos, no nos pertenece, es un regalo para emocionarnos, para difrutar, para sentir. La fiesta brava no vive para nuestro antojo ni para que hagamos con ella lo que queramos.

Escritores “lame botas” comprados por la empresa para dar coba, han existido siempre. Creo que ninguno tan exagerado como para pensar que el hecho de que se vaya la luz en una plaza y sacar a un torero a hombros sin haber cortado siquiera una oreja pueda ser catalogado como “para la inmortalidad”, pero eso es otra cosa. Empresarios, que se niegan a dar una oportunidad a una chaval, han existido siempre. Figuras mandonas, han existido siempre – aunque antes eran mas valientes -. Pero novilleros sin ganas de ser toreros… eso es el colmo de la desgracia de nuestra pobre fiesta.

No escribo para los villamelones que piensan que poner un par de banderillas cortas es hacer una faena, sino para todos aquellos que hemos estado en el toro desde hace años, que entendemos, que necesitamos pero sobre todo que sentimos. Para todos aquellos que percibimos el toreo como un arte. Para todos aquellos para los que un trincherazo pinturero bien vale un boleto.

Yo no se ustedes, pero no es justo que nos quedemos con los brazos cruzados viendo como a los que no les importa acaban con algo que amamos tanto. Yo no se ustedes, pero a mi…no me vale madres. Y ya empezamos a hacer algo.


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