24 agosto 2011

En la Opinión de Pepe Mata: Yo no creo en la indultitis

Publicado por José Mata el 23/8/2011
por José Mata 
En la Opinión de Pepe Mata: Yo no creo en la indultitis
Ocurre que el fin de semana reciente, el triunfalismo, esa especie de euforia desatada…

...sin control, que carece de todo argumento porque no posee ni contenido ni verdad para dejar algo en el recuerdo inmediato -mucho menos para el futuro incierto-, provocó una serie de indultos que en NADA beneficiarán ni al ganadero ni al torero -en este caso al señor Cejas y alPayo- ni a la Fiesta Brava, porque incluso no acababan de terminar estos sucesos improvisados, cuando los aficionados a través del twitter y del facebook, comenzaron a elevar sus estentóreas protestas, por tanta indultitis perpetrada tanto en San Luis Potosí como en Huamantla, por la CARENCIA de la CASTA y BRAVURA en los ejemplares.

Para comenzar, cuando se indulta a un toro, el ÚNICO triunfador es, indiscutiblemente, el ganadero; aquello de que el torero diga que ha indultado un sinnúmero de toros, sólo provoca confusión, ya que el toro consigue el perdón… no por la bondad del torero, sino por sus irrebatibles atributos como son: la CASTA, BRAVURA, CLASE, CALIDAD, RECORRIDO, EMOTIVIDAD, TRANSMISIÓN, etcétera, no porque el torero decida indultarlo.

Pero, ¿acaso estos atributos han tenido los ejemplares indultados el señor Cejas y el señor Payo?

Todo hace ver que… ¡NO!

Un indulto es la consecuencia de ver a un toro con la presencia inequívoca de eso… de TORO, con más de cuatro años cumplidos, cornamenta desarrollada por la edad cumplida, su encastada bravura de noble embestir, pelear con firmeza al caballo, metiendo abajo del peto la cabeza, empujando con poderío al equino, creciéndose al castigo, para provocar un espectacular tumbo.

Si el animalito acude aventando cornadas en la parte superior del peto, para deshacer el encuentro, pues no se trata de un toro bravo ni encastado. Peto que por otra parte, apenas y puede sostener con suma pena el debilucho jamelgo, y si además el bovino le mete una zancadilla, yéndose a las patas, en el intento de huir del encuentro, es obvio que consiga un derribo… caída accidental, haciendo notar que por supuesto… ¡se trata de un astado manso!

Y, si a lo anterior se le agregan faenas jocosas, graciosas, con base en rodillazos para alegrar el cotarro, hechas con un burel bobalicón, que acude a la muleta sin chistar, de manera borreguna y sumisa, mucho menos se puede indultar.

Ya está en el histrionismo del que lo enfrenta, agregar la música a su quehacer, para conseguir un mejor manejo de las masas, y así necesariamente llegar a la hilaridad, a la euforia desatada, que una vez que pasa el momento, provoca el olvido inmediato.

Todo esto de la indultitis, del triunfalismo, sustituye reprobablemente, a la verdad en la Fiesta, a la gran y mágica emoción que debe tener el acto solemne, sublime y litúrgico de enfrentar con gallardía, serena inteligencia, valor natural y grandeza espiritual al toro bravo, convirtiendo y resumiendo el hecho, en una lamentablemente y absurda parodia.

Por ello, al final, eso de inventar triunfos, sólo conduce a la desilusión inminente, porque a la falta de autenticidad, vendrá necesariamente el alejamiento del gran público de las plazas, al sentirse, en medio de la reflexión, engañado; y a la falta de casta y bravura, en los ejemplares indultados, se acrecentará en mayor número la asfixiante mansedumbre y descastamiento en la Cabaña Brava Mexicana, lo que por supuesto… ya hartó al respetable.

Por eso... YO NO ESTOY DE ACUERDO CON LA INDULTITIS.

Foto:Ángel Sainos.

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