“Este toro me ha matao. . . .”
- Por: Antonio Casanueva
El pasado 30 de agosto, se cumplieron 26 años de la trágica muerte de José Cubero “El Yiyo” ocurrida en la misma plaza en donde actuaba, de Colmenar Viejo, una pequeña población ubicada a un lado de la capital madrileña, en que el toro “Burlero” procedente de la vacada de don Marcos Nuñez cortara inesperada e instantáneamente la vida, al recientemente encumbrado matador José Cubero “Yiyo” quien luego de grandes actuaciones realizadas durante La Feria de San Isidro de 1983 en el coso de Las Ventas de Madrid, y que sin duda, sirvieron a nuestro personaje, para encumbrarse, ganándose su participación en las mas diversas plazas de la península y por consiguiente en las restantes plazas del mundo de los toros.
Volviendo aquella trágica tarde en Colmenar en que José Cubero perdiera la vida distante tan solo a 11 meses de la muerte igualmente trágica de “Paquirri víctima de los cuernos de aquel toro “Avispado”.
Al decir de sus biógrafos, en particular del conocido y prestigiado periodista Antonio D. Olano quien además fuera en vida, amigo personal del torero y quien le acompañaba en la mayoría de sus actuaciones: “al salir de propinarle al toro una gran estocada, seguida de un pinchazo, cuando el torero se retiraba hacia las tablas, “Burlero” lo empitonó por la espalda atravesándole el corazón, siendo llevado de inmediato por las asistencias, así como los miembros de su cuadrilla a la enfermería de la plaza”.
En aquella corrida, el matador José Cubero “Yiyo” substituía a Curro Romero, quien no pudo actuar debido a una reciente lesión sufrida en la Feria de Linares, por lo que el torero fue contratado por la empresa en favorables condiciones tan solo un par de días antes de la fecha de la corrida, por lo que el cartel de esa tarde, quedó formado por Antonio Chenel “Antoñete” quien se despedía de esa plaza, dando la vuelta al ruedo en su primer enemigo, tras una faena muy a su estilo en la que destacaron pases de pecho y en el cuarto, un manso deslucido con el que simplemente había cumplido. En tanto que el otro alternante, José Luís Palomar se quitó de en medio al inválido tercero, realizando una faena desigual en el quinto, del que La Presidencia le concedió una oreja.
Yiyo por su parte, cumplió en el tercero, siendo precisamente el sexto “Burlero” el toro de la tragedia, en la que torero había realizado gran faena sumamente completa y sin tacha alguna, la que inicia con molinetes, para seguir con series de naturales en los que se pasó al toro por el pitón izquierdo con la mano muy baja, siguiendo con muletazos para igualar al toro, entrando a matar con cierta precipitación, perfilándose en derecho y solo pudo dejar un pinchazo en el que debió salir bastante apurado ya que el toro le apretó para dentro.
El segundo intento fue el bueno, el de enterrar el estoque hasta la empuñadura pero el toro se revolvió y al intentar sacárselo de encima, sobrevino la colada, la voltereta y finalmente, la cornada fatal. En ese preciso momento; Burlero le metió el pitón por la axila izquierda, perforándole el corazón y manteniéndolo sujeto en esas condiciones, por interminables segundos.
El cuerpo del torero quedó inerte sobre la arena del ruedo, siendo levantado tanto por las asistencias como por los miembros de su cuadrilla para ser llevado de inmediato a la enfermería, siendo en ese momento cuando su peón de confianza escuchó al diestro sus últimas palabras:
“Pali: Este toro me ha matao”
La enfermería fue rodeada de inmediato por numeroso público que intercambiaba los mas funestos presagios con noticias por demás alarmantes tales como: “Esta Muerto”, siendo la realidad que el torero había entrado a la enfermería prácticamente muerto. Esto según se supo posteriormente, de acuerdo con el parte facultativo. Lo que se confirmó posteriormente con la llegada de las autoridades civiles quienes constataron y levantaron el parte respectivo.
Cumplidos estos trámites oficiales, el cadáver del torero fue sacado de la enfermería en una ambulancia, mientras el gentío que aguardaba en los alrededores de la plaza, ovacionaba emocionantemente el paso del cadáver del diestro.
Con ello, se malograba esta joven vida, la de uno de los mas exepcionles seres humanos, que he conocido en mis andares por el mundo -dice su biógrafo y admirador el escritor taurino Antonio D. Olano- un torero que en poco tiempo, deslumbró a quienes lo vieron actuar y dio vida nueva y luz propia al luminoso mundo de los toros.
Una vez realizados los trámites formales del deceso, el cuerpo fue inhumado y colocado en el féretro que cubierto con la bandera española, fue llevado por subalternos, familiares y compañeros de profesión hasta la carroza fúnebre, que se puso en marcha y seguida por varios vehículos llenos de coronas, la que se enfiló por la calle de Alcalá, en donde cientos de personas la esperaban para gritar a su paso: ¡Torero”…Torero! . Mas adelante, el féretro penetró de nuevo a hombros a La Plaza Monumental, por el patio de cuadrillas. Delante de millares y millares de personas y después de su entrada al ruedo el que se encontraba lleno a reventar, al igual que los tendidos del coso. El féretro dio la vuelta al ruedo entre una lluvia de flores y el clamor de la multitud que le aplaudía frenéticamente, saliendo nuevamente por la Puerta Grande entre ovaciones y se dirigió al cementerio de Nuestra Señora La Almudena, Patrona de Madrid.
monumento en Las Ventas |
Ya frente a la tumba, ante una multitud de toreros, fotógrafos, periodistas, las cámaras televisoras y micrófonos de múltiples estaciones de radio con sus respectivos equipos transmisores, los que sería largo e inútil enumerar. Para que una gran lluvia de flores bajada de las alturas, depositándose sobre el féretro del diestro, representando de esa manera el sentir no sólo de taurinos y aficionados sino del pueblo entero de Madrid, quien de esa manera despidió a su torero, tal y como en las tardes de sus grandes triunfos.
¡ Se ha muerto José Cubero!
¡Que se detengan las horas
En el reloj de los ruedos!
Que al mas cabal de los hombres
y al mejor de los toreros,
nos lo asesinó esta tarde
un torito traicionero.
¡Que redoblen las campanas!
¡Se ha muerto José Cubero
ANTONIO CASANUEVA
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus comentarios a esta entrada