01 marzo 2012

RINCON TAURINO (1º DE MARZO 2012)

 “En defensa de la Fiesta brava y del toro de lidia – II”
  • Por: ANTONIO CASANUEVA

En nuestro número anterior abordamos las pobres propuestas y  constante tergiversación malintencionada de conceptos del autonombrado “Partido Verde Ecologista”, quien  como una institución política  y tan solo por llamar la atención de los posibles votantes  de este país que se encuentra sumido en un periodo pre-electoral, ha llamado a los miembros de su partido en todo el país a una campaña, en aquellas Cámaras de Diputados en donde tiene alguna presencia, para que sea declarada la prohibición de celebrar corridas de  toros y festejos afines, en cada uno de los Estados de la República.  

Como decíamos tan solo para hacerse notar, ya que como lo hemos mencionado en diversas ocasiones tanto en esta misma columna como en diferentes medios en los que se nos permite colaborar; La Fiesta Brava es la actividad que mayor protección brinda ecológicamente a las diferentes especies campiranas, que son miles los animales  tanto de especies menores y animales de caza como los propios toros bravos,  que viven en absoluta libertad en el campo bravo y sin contaminación o peligro alguno de ser atacadas y/o martirizados, pues nadie  en sus cinco sentidos se  atrevería a entrar al potrero en donde  nacen, crecen y se desarrollan en total y absoluta libertad, los toros bravos,  sementales, las camadas de vacas y becerros que continúan orgullosamente  la reproducción de la especie. Además, La Fiesta Brava, no sólo defiende su propia especie; el toro bravo, sino que defiende por igual a  todas las especies que  con él conviven, las que se extinguirían en su totalidad, ya que desaparecerían los cuidados de los potreros.

EL TORO DE LIDIA, llamado también como Toro Bravo, es un animal que ha sido especialmente cuidado tanto en nuestro país como en aquellos en que se practica la Fiesta Brava; por aficionados  de verdad, que han puesto por generaciones su mayor esfuerzo, recursos económicos y capacidades genéticas en mejorar las características físicas y hereditarias de la especie, de manera que dichas personas han ido desarrollando una actividad que haciendo cada vez mejores productos, los caracteriza  de tal modo que al mejorar al  elemento básico de las corridas, va mejorando la calidad del espectáculo.  Así, el mayor valor comercial de un toro bravo estriba en la calidad del juego que ofrecerá en el ruedo de la Plaza de toros  al ser lidiado,  los ganaderos de Bravo, enfatizan  en su selección, aquellos atributos y no su mayor corpulencia, tal y como sucede con el toro de abasto, pero además de lo ya anotado, al toro bravo no se le castra, como una forma de limitar sus apetitos concupisibles, para que pueda ganar peso mas rápidamente, al  contrario,  se le conserva íntegro ya que si resultara bueno o bravo de verdad, podría resultar que fuera indultado en la  plaza y posteriormente contaría con una fila permanente de vacas, para  preservarla y perfeccionarla.

Mientras en la misma especie, hay toros destinados para el consumo humano, jurídicamente son catalogados como un bien  semoviente,  son un objeto de apropiación y de comercio, su muerte resulta inevitable como fórmula natural de supervivencia en la naturaleza humana, frente a otra  a la que ha sido sometido en virtud de su razón de ser, criándola expresamente en su alimento y cobija, de tal manera que la real y automática diferencia estriba en la forma de morir dignamente peleando en una plaza con una oportunidad de defensa y salvación, mientras que el otro: el ganado de abasto, no tiene  absolutamente ninguna defensa  y su muerte se dará  para destinarlo al consumo humano .

Se dirá pues, que los toros no tienen razonamiento y por ello no alcanzan a darse cuenta, es decir a percatarse de lo que sucede,  es probable,   pero lo cierto
es que pase lo que pase un toro bravo que se distinguió  durante su lidia, será siempre recordado y con su historia, la supervivencia de su especie, aunque sea el suyo, un simple granito de arena que queda en el recuerdo por haber permitido  una forma de creación artística, admirable para muchos humanos al grado tal, que pagan por presenciar  ese espectáculo lo que propicia la necesidad de crear mas animales de este tipo y raza, por lo que para el TORO  BRAVO  al ofrendar su vida en la corridas,  paradójicamente,  asegura su propia preservación y por tanto a la de su especie.

Tanto toreros  como ganaderos  y público aficionado, desearíamos  en muchas ocasiones que el toro no muriera,  en especial cuando ha contribuido a permitir la creación de una obra de arte,  si nos ha dado oportunidad de  realizarnos a través de una faena  memorable, por lo que en esos casos, se le indulta en la plaza recibiendo en la mayoría de los casos grandes homenajes y con ello la prolongación de su vida, plena de comodidades y  de elementos que  podrán prolongar tanto la especie como las características particulares del animal.

Es indudable que existen ciertos elementos de crueldad, si,  en cada tarde  alguien muere, pero considerando el perfil  finalista esbozado en los párrafos anteriores, puede decirse libremente, que nuestra fiesta; La Fiesta Brava no es un espectáculo necesariamente cruel, aunque mantenga la crudeza de un enfrentamiento terminal, pero en el que no  existe la intencionalidad  de ver sufrir o morir a un animal, sino al contrario de admirar la fortaleza y bravura del Toro de Lidia, para compararla y medirla  frente a la destreza de un hombre quien por su parte,  arriesga conscientemente la vida, para tratar de imponerse  a la fiereza de un animal criado, depurado y desarrollado para tal efecto. (Continuará) 

Antonio Casanueva  

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