ESTAMPAS CAMPIRANAS
Nadie le ha cantado al inolvidable Manolo Martínez su ‘Martirologio’ como ese otro inmenso que lo fue el siempre inspirado Marcial Alejandro, el que también en letras de sentimiento en una tarde Sevillana que le valió las orejas y el rabo, echo el arte pa’fuera y templó esa enorme faena musical que remató como ‘El Fandango aquí’: ‘Vamos andando porque el fandango a punto está que empezó. Vámonos, vámonos a la fiesta que el que no va no llego. El buen semblante lucir, como quien va a seducir, pedir su mano y ya de plano lo que se pueda pedir. Sobre caballos, sobre motores Todos se dejan venir…..’ y que hoy da armonía pa’ recordar la alegría que con motivo de abrir ‘La Gloria’ se vivió en una de las ganaderías que ombligean con la capital y es que ahí a pie de tentadero empezaron a brotar las luminarias de las constelaciones toreras verbo y gracia, esa gema como piedra preciosa llamada Guadalupe López y Lorenzo Garza Gaona quién está a unos días de adjudicarse por derecho propio el blasón de Matador de Toros y esto sumado a esa su personalidad tan toreramente fresca, pues lo convirtieron en el eje del universo del ‘Sábado de Gloria’ y es que más allá de lo que Garza Gaona mostró ante la bravura que absurdamente no se sangro en el ruedo, fue demasiado en sapiencia y en derroche de pinturería y aún más, hay que colorear el hecho mágico de que este torero siendo tan juvenil en la edad y tan maduro en el pensar, posee ese ‘duende’ que en el toreo es ‘canela pura’, lo que es una virtud reservada solo para los bendecidos, lo que ya es muchísimo, como mucho lo es lo que el destino le deparara a partir del domingo 29 de este mes que corre, cuando en la Vicente Segura de la hidalguense airosa, ya habrá que hablarle de usted. Y sin desviarme solo relatar que en la referida tardecilla eso de ‘robar cámara’ no le era nada sencillo a Lorenzo Garza Gaona, pues a su vera y con jerarquía de Matadora de Toros se dejaba sentir la de la piel aceitunada, la mirada abrillantada, la cabellera de azabache, la frescura del Mayab, la del aroma a flor de Xtabentun, la del hablar cantadito, el sonreír nocturnal, los labios purpurinos, el talle entallado que lo es Guadalupe López quién con esos atractivos en el albero dorado para los alternantes no es un flan, pues su presencia de almíbar siempre la hace foco de atención, máxime cuando saca el son de trova y templa a ritmo de lira yucateca, lo cual no obsto pa’ que ‘Lorencillo’ no solo no se intimidara, sino que mostrara su enorme capacidad de asimilación, lo cual no es nada sencillo y dejó grata constancia de ello cuando en las crinolinas del albero, ese enorme torero que fue un auténtico ídolo en Portugal, José de Jesús, le trasmitía indicación tras indicación y Garza Gaona las captaba instantáneamente, otro detalle para la mención es el enorme respeto que le profesa el padre, Don José Lorenzo, otrora personaje de seda con oro y hoy taurino de cepa por los cuatro costados quién en función de progenitor y dando su lugar en todo momento al consejero José de Jesús ‘El Azteca’ no interfiere en el desenvolvimiento del chaval buscando que no esté permanentemente a expensas del manto protector de la consanguinidad y aquí es oportuno señalar que aunque es inevitable, al ver a éste torero, echarnos el capote a la espalda del tiempo e imaginar en sus tardes de gloria a ‘El Magnífico de Monterrey’ y a ‘El Califa de León’ lo que si se debe de evitar es compararlo y juzgarlo con figurones que casi ninguno de nosotros vimos torear y cuya mítica personalidad solo conocemos a través de la imaginación ¡No seamos mala leche!
¡Ah! Pero no pensemos que las lidias toreras de los profesionales fue todo el banquete ¡Que va! José de Jesús el de aquella percha galana y mirada de aguamarina que llevaba los suspiros hasta el clímax, ha toreado la bravura áspera como en sus mejores tardes, a lo que José Lorenzo el abogado más chipén de estos lares replicó capotillo en mano, sentimiento a flor de piel y pinturería gitana de tal manera que una vez que destapó el frasco de las esencias lleno la canasta de ¡olés! mientras las lágrimas de emoción brotaban en el tendido, luego vendría Alejandro Tarín ‘El Gipsy Grill’ con esa su percha de torero de la legua, que más bien parecía como arrancado de un cromo del inolvidable Pancho Flores y a zumbarse a lo que por delante tenía, así una y otra vez, hasta engarzar un collar de perlas toreras, ¡Ole, Ole y ole!
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