25 mayo 2012

SILVETI DEJÓ BUENAS SENSACIONES EN SU CONFIRMACIÓN MADRILEÑA


En la tarde de hoy, 24 de mayo, el matador de toros Diego Silveti confirmó su alternativa en la plaza de toros de Las Ventas, justo 25 años desde que lo hiciera su padre. Para la ocasión, Diego se enfundó el vestido blanco y oro con el que tomó la alternativa en Gijón el pasado 12 de agosto de 2011. Esta era la cuarta vez que lo lucía, pues también se lo puso en su presentación en la plaza mexicana de Guadalajara el día que cortó dos orejas, y en otra tercera ocasión tan especial como en la corrida en la que cortó el rabo al toro "Charro Cantor" de Los Encinos en la plaza México. David Silveti también vistió de blanco y oro en su presentación como matador de toros en Madrid.

Sin conseguir un triunfo, lo cierto es que Diego Silveti supo defender una corrida de tanta responsabilidad como la de su primer paseíllo como diestro de alternativa en la primera plaza del mundo. Con el de la ceremonia dejó capotazos y muletazos de gusto y temple, y con el sexto, un sobrero que sustituyó al titular, también estuvo decidido y por encima del animal.


Con lleno en los tendidos se lidiaron cuatro toros de Núñez del Cuvillo, bien presentados, destacando el 4º, y el 1º, que tuvo nobleza, aunque le faltó raza para romper más y mejor. El encierro se completó con un sobrero de Carmen Segovia, lidiado como 2º, y otro 6º de Salvador Domecq, que dieron muy poco juego. El resultado de los toreros fue el siguiente: Sebastián Castella, silencio y ovación; Daniel Luque, silencio y silencio; y Diego Silveti, palmas y silencio.

El serio toro de la confirmación de alternativa de Silveti, que se llamó "Tarifeño", castaño bragado, número 45, de 521 kilos, no se dejó torear de salida con el capote, pero tras pasar por el caballo, Silveti se echó el capote a la espalda para instrumentar un ajustado quite por gaoneras. Esa fue su primera tarjeta de visita, demostrando su actitud y sus ganas. Castella, en presencia de Luque, le cedió los trastos en la ceremonia de confirmación. Una vez iniciada la faena de muleta, que brindó a su tío Alejandro Silveti, que asistía a la corrida desde un burladero del callejón, comenzó bien su labor, destacando de principio en una tanda de naturales de bello y buen trazo. El toro tuvo nobleza y quiso seguir los engaños, pero había que dosificarle y no apretarle en exceso, ya que estaba justo de raza. Silveti lo entendió muy bien, y tras otra tanda por el lazo zurdo, llegó una serie de mano baja y mando por el lado derecho, tanda que se jaleó con fuerza en el tendido. Los pases de pecho también tuvieron temple y mucha expresión, así como el toreo a dos manos que practicó al final de faena. Silveti estuvo medido y todo se lo hizo a favor del toro, llegando por momentos con fuerza a los tendidos. Fue una lastima que antes de la estocada definitiva pegase dos pinchazos, porque la ovación y el reconocimieto tras la muerte del toro hubiese sido más rotundo. Aún así sonaron fuertes las palmas y Silveti las agradeció desde el callejón.

Hasta que Silveti lidió el sexto, lo más destacado de la corrida llegó de la mano de Sebastián Castella, que no tuvo opciones con el sobrero de Carmen Segovia, pero sí pudo lucirse, y mucho, con el cuarto toro de Núñez del Cuvillo. Toro con movilidad y raza, que le sirvió al maestro francés para cuajar una gran faena por los dos pitones. Siempre muy firme y reunido con el toro, le pudo cortar las orejas de no haber fallado con los acerdos de muerte. Además, Castella tuvo el detalle de comparecer en esta corrida una semana después del percance que sufrió en esta misma plaza. Por su parte, Daniel Luque dejó algunos detalles con capote y muleta, pero no pudo redondear su actuación.

Una vez salió al ruedo el sexto volvió a los corrales al ser protestado por su falta de fuerza. En su lugar salió un sobrero de Salvador Domecq, ganaderia con la que Diego tomó la alternativa en Gijón. En esta ocasión el toro no tuvo clase, ni con el capote ni con la muleta, y aunque Diego lo quiso traer siempre en la larga distancia para provocarle y hacerle ir a más, lo cierto es que el animal una vez iba metido en la muleta se defendía con la cara alta y sin querer seguir de verdad el trazo del muletazo. Diego lo intentó por ambos pitones, con voluntad y ganas de dejar constancia de su disposíción, pero el toro no se lo puso nada fácil. Lo mató de una estocada.


ALEJANDRO J. SILVETI B.

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