“El Faraón de Texcoco II” CONCLUSIÓN
Por Antonio Casanueva
Continuando con la historia de nuestro personaje : Silverio Pèrez,
para todos “El querido Compadre Silverio”, ya que sin duda Silverio es y ha sido en nuestro país, el
mas querido de cuantos llegaran a vestir del terno de luces, tanto aquí como allá, sea por su simpatía personal, por su entrega o
vaya usted a saber porque, pero el mas querido desde que como se ha dicho,
debutara .
Y mire usted que a Silverio le tocó actuar como se ha dicho, desde los
años 30 hasta su despedida definitiva de
los ruedos en 1953 en que le tocara participar con otras insignes figuras del
toreo, los célebres Manuel Rodríguez “Manolete” y “Cagancho” ambos queridos
por igual en nuestra patria y procedentes del otro lado del charco, así como a
los nacionales, “Armillita Chico”, Lorenzo Garza, “El Soldado” o bien el
tapatío José “Pepe” Ortiz entre otros por solo llamar a los mas
destacados e igualmente queridos y respetados por aquellos públicos de
entonces.
Volviendo a tiempos
pasados Silverio, como queda dicho, toma
la alternativa en nuestro país en “El Toreo” de Puebla el 6 de noviembre de 1938 de manos de Fermín Espinosa “Armillita Chico” siendo su testigo
el queretano Paco Gorráez, con una corrida de La Punta,
para confirmarla en la capital de la república el 11 de diciembre del
mismo año, de manos de “Armillita
Chico” quien le cede al toro “Vigia” de la ganadería tlaxcaltecana de La
Laguna, siendo ahora el testigo el potosino Fermín Rivera.
De entre las grandes faenas realizadas por el queridísimo “Compadre”,
que lo colocaron por algún tiempo en la
cima, mas del que pueda recordarse de algún otro, en el corazón de la afición
taurina de nuestro país, entre otras muchas
se encuentran las de el toro “Pispireto”
de La Punta y “Gitano” de Rancho Seco, ambas efectuadas en El Toreo capitalino a una
semana de diferencia los días 7 y 14 de febrero de 1940 y sin duda fueron el origen de esa comunicación
y si se me permite la frase, del gran amor que a partir de ese MOMENTO se
iniciara entre el torero y la afición capitalina.
Mas adelante, pero en el mismo ruedo capitalino y durante la misma
temporada 1940-41 se recuerda a “Cantinero” de San Mateo efectuada
en marzo de 1941, a continuación realiza
aquellas dos de “Pescador” y “Mandarín”, ambos procedentes de la vacada
de Piedras Negras, realizadas el 22 de febrero de 1942 y mas adelante durante
la temporada 42-43 a “Mosquitero” de San Mateo,
“Cocotero” de Torrecilla y “Ambulante” de San Diego de los
Padres. Este último de la misma
procedencia que aquel que cortara trágicamente la vida de su hermano mayor
Carmelo Pérez unos años antes, en coincidencia con el que por causas fortuitas,
igualmente coincidió en su procedencia con el último toro de regalo de su despedida.
Al igual que a “Azulito”
de Torrecillas la vacada hermana de San Mateo y “Cirilo” de Matancillas,
fracción de la Punta, para que al año siguiente, el 11 de noviembre de 1945
inmortalizara a “Tirano” de La
Laguna, cortándole las orejas y el
rabo en la segunda corrida de aquella
importantísima temporada en la plaza de El Toreo en una tarde en que alternara
con que con Luis Gómez “El Estudiante” y Luis Castro “El Soldado” durante la
segunda corrida de aquella inolvidable temporada .
Fue justamente en aquella inolvidable temporada en la que vino a
México por primera ocasión nada menos que Manuel Rodríguez “Manolete”. quien
por cierto confirmó su alternativa justo en esa plaza; El Toreo de La colonia
Condesa, llamado así por estar ubicado de esa colonia de la ciudad de México
entre la calles de Oaxaca y Durango. Confirmando su alternativa precisamente de manos de Silverio Pérez en ese
mismo coso y tan solo tres semanas mas tarde
del 9 de diciembre , durante la sexta corrida de aquella temporada cuan
do Silverio le confirmó la alternativa a
dicho torero, que lo autorizaba para actuar libremente en el país cediéndole al toro “Gitano” de Torrecilla ante la presencia de Eduardo
Solórzano quien fungió como testigo de dicha ceremonia.
Hablando precisamente de aquella inolvidable tarde, don Heriberto Lafranchi, narra en su libro “La Fiesta Brava en México y en España”
(1519-1969) todos los detalles de aquella corrida, diciendo:
“ Aquella tarde se registro un entradón
inconcebible, ya que dos horas antes que iniciara la corrida no cabía en la
plaza, un solo espectador mas, en los atestados tendidos del coso.
“Los toros cumplieron en general, excepto el sexto
que fue excesivamente chico, que fue ruidosamente pitado. Silverio Pérez se la
jugó en el segundo que tiraba fuertes derrotes y acabó por pegarle un puntazo y
perdió la oreja por haber descabellado hasta el quinto intento. Se desquitó
ampliamente en el cuarto “Cantaclaro”
al realizar una de las mejores faenas de su vida, que enloqueció al publico y mató
de un estoconazo.
“Manolete” se hizo aclamar desde que se abrió de
capa con su primero, dejando constancia que cuanto se decía de él, así
prosiguió hasta el último toro, tras haberle confirmado Silverio la
alternativa, en un faenón indescriptible que le fue coreado de principio a fin
Oreja y rabo. Ya en el quinto, al dar un capotazo fue herido de consideración y terminó en la enfermería . Solórzano tuvo una despedida deslucida,
siendo aplaudido con calor, tan solo en el en el primer toro”.
Mas adelante se inauguró la Plaza México, en la cual participó
igualmente el llamado “monstruo
cordobes”. Así como a “Barba Azul” de Torrecilla, la gran
faena realizada el 16 de febrero de 1946 en el ruedo de la Monumental Plaza México.
Para no extendernos mucho mas y solo por un recuerdo personal,
quisiera mencionar aquella tarde del 13 de febrero de 1949 en que nuestro
personaje brindó su faena al famoso
beisbolista de Los Yankees, Joe Dimagio quien asistía al coso máximo atraído
por su fama sólo por verle torear, alternando con “El
Soldado” y Manuel Capetillo. O al año
siguiente cuando en una sola tarde cortara tres orejas; una al primero y dos
mas al segundo “Porteño” de La Laguna o también cuando
actuando con Miguel Baéz “Litri” realizara
una gran faena –la mejor de su vida- según las crónicas de la época, pero que por
fallas con el acero, pudo dar múltiples
vueltas al ruedo entre ovaciones.
Para que finalmente, llegara
para el recuerdo, el año de 1953 y en particular el primer día de marzo fecha
de su despedida, fue recibido entre pancartas, arreglos florales,
música y ovaciones, estuvo tan mal por la pésima calidad de los astados que le
tocaron en suerte que tuvo que regalar un séptimo toro de nombre “Malagueño” para reivindicarse con su público y que como
se ha dicho, procedente de la trágica vacada de San Diego de los Padres. FIN
Antonio Casanueva
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