05 mayo 2013

A R R A S T R E L E N T O / LOCURAS DE LOS TOREROS

DOCEAVA CORRIDA SÁBADO 4 DE MAYO
SALDIVAR


  • Por José Caro

LAS  LOCURAS DE LOS TOREROS QUE SON CAPACES DE ENTREGARSE A LA AVENTURA DE ROMPER SUS PROPIAS AMARRAS

Es frecuente que en el espectáculo del toreo se festejen las locuras y las extravagancias. Y es frecuente  que, siendo motivo de exaltación colectiva, se tornen escándalo los extremos. Con frecuencia se admira al torero valiente en grado superlativo; y con frecuencia se repudia al que, enhebrado al último grado del miedo, se aproxima a la cobardía.


Y es frecuente que diviertan, aunque no interesen, aquellos diestros que deambulando oscilantes entre el valor y el miedo parecen despertar causando revuelo con sus fugaces arrebatos anímicos.

Pero hay, afortunadamente, toreros con otra frecuencia: son aquellos que por su virtuosismo extremo pintan a la belleza y al sentimiento con ardorosa pasión. Por ello son respetados. Como respetado es Morante de la Puebla. Pero como este diestro, fiel intérprete de los duendes y misterios, se habla de tu con la magia, por su encanto torero es más que respetado. A él se le persigue, asedia y acosa: por eso la entrada de hoy en la Monumental será paralela: monumental.

Y existen toreros que, también respetados en grado sumo, han tenido al valor como arma de combate. Y en nombre del valor parece que cometen locuras. La manera como se metió a los terrenos del toro Octavio García “El Payo” el domingo 28 de abril parecía una locura; locura su arrojo, locura su quietud, locura el ánimo que lo impulsaba. De ahí que hoy los aficionados, imantados por el magnetismo del queretano, aplaudiéndoles le darán señales de profundo respeto.

Y también el desafío de los diestros, como el de Arturo Saldivar, parece una actitud desquiciante, muy próxima la locura virtual. Y es que este diestro de estilo depurado y académico se aferra a demostrar que el ejercicio del toreo no puede tener conciliación alguna con el ideal burgués que aspira solamente a preservar la seguridad personal eliminando cualquier sesgo de aventura que ponga en riesgo su integridad física.

Lo cierto es que para los buenos aficionados sólo la vinculación del valor y el arte con la explosión emocional de la estética trasciende. Y no precisamente por ser cuestión de locos. Lo cierto es que Arturo Saldívar es diferente toda vez que para él significa una perversión refugiarse en un estilo depurado y académico que acusa poco brío y ambición. Arturo es de los toreros que sabe buscar la explosión estética fuera de los confines tradicionales. Por ello hoy el aficionado y espectador le aplaudirán a rabiar.

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