25 mayo 2013

UNA MAS… ¡¡¡Y CONTANDO!!!... DESAPARECE LA GANADERÍA DE FÉLIX ZERMEÑO.

  • por Pedro Julio JIMENEZ VILLASEÑOR

ACABO DE regresar del rancho Ojo de Agua con tristeza, con el corazón apachurrado al ver que el coraje y fervor de 61 años de esfuerzos y desvelos se ha terminado, principalmente la falta de festejos taurinos, y por la inclemente sequía que padece gran parte del territorio nacional, obligó a su actual propietario, Félix Zermeño Viramontes, a deshacerse del ganado bravo que comprara su señor padre, don Goyo, en 1951 y se instalara en las orillas de Encarnación de Díaz, Jalisco.

BUEN HOMBRE es Félix, trabajador a más no poder, ranchero de tiempo completo, enamorado del campo y de la herencia paterna, esmerado en sus quehaceres a pesar de sus males físicos ya que por muchos años el Parkinson invadió su corpulento cuerpo y aun así sus labores campiranas jamás disminuyeron. Era común al llegar a sus terrenos encontrarlo montado a caballo revisando sus potreros, cuidando su ganado, o bien manejando su viejo vehiculo acercando pastura a los comederos instalados de forma estratégica en los lugares cercanos a los hoy casi secos bordos. Hoy vivimos todo lo contrario.

NOS EXPLICABA que criar ganado bravo ya no le era costeable, que para poder vender tenia que bajar el costo real, el que le generaba mantenerlo por meses y en casos por dos, tres y hasta cuatro años. Por lo anterior ya vendía las reses de poca edad para ser lidiadas en becerradas y/o festivales de aficionados prácticos.

EN LO personal creo firmemente que faltan dos cosas que van de la mano y en este caso son: Toreros que atiborren las gradas y desde luego la lluvia para que con suficientes pastos los costos de manutención bajen.

UNA GANADERÍA más que se pierde, un lugar menos para hacerse de astados con un precio diferente a aquellas dehesas que “han toreado” las ambas crisis descritas. Ahora esos terrenos acogen solo a un puñado de animales para la producción de carne, una veintena de mansos en lugar de decenas de vacas de vientre con sus crías, de hembras y machos de las cuales se surtían los empresarios sin posibilidades económicamente altas. Muerte indigna para una ganadería que debe de mandar su producto al rastro para no encontrar los esqueletos roídos por los carroñeros.

PALABRA QUE da tristeza ver desaparecer labores que con esmero se formaron y cuidaron.

LA FAMILIA tiene que comer, la decisión esta tomada y es entendible, primero la familia… Nos Vemos.   

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