- por Hector BUDAR
Plaza de Toros el Paseo II
Esta bella angelópolis que fue fundada por
españoles, para españoles, tenía costumbres que hasta la fecha siguen vigentes,
como el reunirse en los portales, para tomar café o degustar de alguna bebida.
El tema de aquellos tiempos era el mal
gobierno del eterno presidente municipal Francisco de Velasco, pero sobre todo
la juventud charlaba de teatro que era una diversión popular ya fuese en el
Teatro Principal, el mas antiguo de América o el Guerrero, hoy Teatro de la
Ciudad junto al palacio municipal. Esto por supuesto no podía rivalizar con
algo tan popular como la fiesta brava que tenía como escenario la plaza El
Paseo.
Aunque por algún tiempo, como ahora, se
había tratado de prohibir las corridas porque a los “exquisitos”, nombre
ridículo que se les daba a los intelectuales, trataban de hacer valer cursis
argumentos que no prosperaron por la simplicidad de sus propuestas.
La fiesta en Puebla despertaba pasiones, al
grado que en 1902 se suscitó una pelea entre partidarios de Arcadio Ramírez
“Reverte Mexicano” y un torero español. La trifulca terminó con la quema de la
plaza en la parte de madera.
Arcadio Ramírez fue un torero muy popular,
tenía la peculiaridad de perfilarse al matar totalmente de espaldas, su técnica
era provocar la embestida del toro y girar para dejarse caer sobre el morrillo
en todo lo alto provocando la muerte sin puntilla del cornúpeto.
Para reparar la plaza que habían incendiado
fue contratado como único espada durante 10 domingos seguidos, haciendo la
proeza única en la historia de haber matado 60 toros de Piedras Negras de 60
estocadas. A este “Reverte” de Irapuato Guanajuato le llamaban “El Tumbacarne”,
en su etapa profesional nunca tuvo que recurrir al descabello.
En el capítulo pasado narramos la muerte de
Saleri el 15 de enero de 1888. Esta ocasión traemos a estas páginas la muerte
de otro torero sevillano, hermano del matador de toros Enrique Vargas “Minuto”.
Este matador se había retirado
temporalmente para ocupar un cargo en el gobierno de Sevilla, pero como suele
pasar con casi todos los toreros, extrañan la adrenalina y el aplauso del
público y vuelven a vestir el traje de luces. Así lo hizo “Minuto” y por
enésima vez vino a México donde era bien visto. En su cuadrilla, como lo hacía
siempre trajo a su hermano. José Vargas apodado “Noteveas”, motes como el de su
hermano por sus cortas estaturas.
El 1 de diciembre de 1907 vinieron a torear
a Puebla y el tercer toro de esa corrida, cogió a “Noteveas” al poner un par de
banderillas y le pegó una cornada en el muslo derecho que penetró en la cavidad
abdominal. En aquellos años los servicios médicos eran deficientes y el
desafortunado “Noteveas” murió a las 20:30 horas del mismo día en la hostería
donde se hospedaba.
En esta plaza por su relativa cercanía con
la ciudad de México, permitía que los aficionados capitalinos se trasladaran a
la angelópolis para ver los buenos carteles que se presentaban, como fue el
caso del debut de la Cuadrilla Juvenil Mexicana que comandaba Saturnino Frutos
“Ojitos”, que hizo su presentación el 17 de abril de 1906. La fama que habían
conseguido en el norte del país la demostraron en Puebla, pues los tres
matadores que encabezaban la cuadrilla, Rodolfo Gaona, Samuel Solís y Pascual
Bueno brindaron una tarde memorable. Rodolfo no dejó de escuchar ovaciones
durante la lidia de los tres tercios en sus dos enemigos. Solís enloqueció a la
muchedumbre con sus alardes pintureros y Pascual que tenía casta por arrobas
arrebató con sus alardes de torero macho, levantando de sus asientos a los
espectadores al realizar la antigua suerte del salto de “Pitón a Rabo”. Aquella
tarde estaban como espectadores los matadores Vicente Segura y Fernando Gómez
“El Gallo” quienes recibieron los brindis de los noveles toreros.
La cuadrilla que venía por dos corridas,
llegaron a sumar veinte en esta plaza por lo que “Ojitos” rentó dos casas para
su estancia.
Todo estaba planeado para la presentación
de la cuadrilla en el D.F. pero el diablo, en la persona del banderillero
español Enrique Merino “El Sordo” metió la cola, con la complicidad de Juan
Pereda “El Cubano”, pusieron la cizaña en la mente de los jóvenes toreros,
haciéndoles creer que eran víctimas de la explotación del maestro “Ojitos” y
que con ellos ganarían mucho dinero. La reacción de Rodolfo Gaona fue
categórica: “Yo no me voy con ustedes por que lo que están haciendo es una
canallada”, gesto que apoyaron Refulgente Álvarez y Antonio Conde. Lo que con
tanto esfuerzo construyó “Ojitos” se disolvió gracias a la avaricia de dos
oscuros personajes, mientras Rodolfo fue premiado por su arte y fidelidad como
una figura del toreo…. Casos y Cosas de Toros
Hasta el próximo miércoles 17 de Julio…
¡SUERTE Y TODOS PA´LANTE !
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