22 agosto 2013

OCHO CON OCHO

17 de agosto de 2013
  • Luis Ramón Carazo

Cuando leí y disfruté del documento tanto gráfico como escrito de Emilio Méndez de la tarde del 13 de agosto de 2013 de la plaza de toros del Bibio de Gijón, recordé que aunque a muchos el 13 les parece de mal fario para el doctor Alfonso Gaona (QEPD) empresario taurino inolvidable, por el contrario, era su número preferido y seguramente me diría tenía que ser en doble trece por el día y el año, la fecha de una corrida para los anales de la historia del toreo.
En 10 minutos que nos permitió disfrutar Suerte Matador y otros portales, se resume una de las tardes (a mi modo de entender el toreo) memorables de los tiempos modernos. Histórico lo catalogó Emilio y tiene toda la razón, una fecha en dónde se demuestra que cuando los toros, en este caso los de La Quinta de procedencia Santa Coloma y Marqués del Saltillo, se prestan para lidiarlos, surge la imaginación de los que alternan en el ruedo.
En resumen el mano a mano de Antonio Ferrera y Javier Castaño fue una disputa leal y enconada por no dejar nada para después, tal y como lo relató Emilio: ”Un histórico mano a mano es el que se ha vivido esta tarde en el coso de “El Bibio” de Gijón en la que los diestros Antonio Ferrera y Javier Castaño han defendido la grandeza del toreo con el mejor argumento, la de la entrega, la raza y la de jugarse la vida para triunfar, al final los dos han triunfado y también han sido heridos. Ferrera ha cortado tres orejas y ha sido cogido al entrar a matar al tercero y Castaño también cortó tres orejas y fue herido al rematar el saludo capotero al cuarto. De repente los dos toreros anunciados estaban siendo atendidos en la enfermería y el sobresaliente, Álvaro de la Calle, se hizo cargo del cuarto al que le cortó una oreja a un ejemplar con el hierro de La Quinta que fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre. Los dos matadores salieron juntos de nuevo al ruedo tras ser atendidos en la enfermería de la plaza de El Biblo, los dos con pantalones de monosabios y como gladiadores heridos, con base en raza y actitud salieron dispuestos a dar muerte a los dos últimos toros del emocionante festejo”
Les recomiendo busquen el resumen en Suerte Matador y se den cuenta de lo que tanto me emocionó y a los muchos que les remití la liga. En el tercero de la tarde, Ferrera se ungió picador y luego de emotiva faena se volcó en la suerte suprema para sufrir una cornada. Javier Castaño lidiando el cuarto con el capote sufrió una cornada para ser sustituido por el sobresaliente Álvaro de la Calle que de testigo, paso a protagonista para recibir una oreja y al toro por su bravura el homenaje de la vuelta al ruedo a sus restos.
De la enfermería salieron Ferrera y Castaño vistiendo pantalones de monosabio para lidiar quinto y sexto. En el quinto invitó Ferrera a colocar banderillas a la cuadrilla de lujo de Castaño, David Adalid y Fernando Sánchez para un tercio de banderillas espectacular, en el sexto Castaño se jugó la piel para cerrar la tarde inolvidable, obteniendo dos orejas del que cerró plaza. Al final todos los toreros y el mayoral de La Quinta fueron despedidos entre la locura de un público testigo de lo
inolvidable.
Durante muchos años, hemos expresado que lo que suponía un imán irresistible y amortizable para comprar la entrada a los toros es lo imprevisto. No solo por el magnetismo, el poder expresivo, la complejidad y el talento que desprenden de algunos toreros sino también lo insólito, por la intuición, inteligencia o su suerte para elegir en el momento adecuado que hacer en el ruedo para expresar el arte efímero del toreo.
Lo que sucedió en Gijón rebasa las expectativas de improvisación con unos toros por parte de grandes toreros como lo fueron todos los que intervinieron en lo que se convirtió en un hito, el de Gijón de hoy en delante, un referente, una lección en vivo de lo que puede ser una gran tarde de toros con todos los ingredientes de magia del toreo.
Por tardes como esa es que nos emociona ser aficionados y para no empalagarnos, les invito a saborear unos minutos de gran intensidad taurina. Hagan la prueba si su memoria alberga dudas de que esto sea cierto, Gijón está destinado a perdurar en la retina y en el oído del espectador

¡Viva el toreo!

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