28 noviembre 2013

ASUNTO LA MÉXICO / pongámonos en contexto / las peores entradas

  • Por Oscar MEJÍA
    Eloy CAVAZOS

El tema no es nada nuevo. No es cuestión que incumba al arte, ni siquiera a las nacionalidades. Es claro que el Arte no tiene bandera ni escudo. Lo bello y lo bien hecho en cualquier parte del mundo lo es y punto, eso no se discute. No es patrioterismo chovinista. No está en mí la exaltación desmesurada de lo nacional frente a lo extranjero. 

Tampoco vamos a quejarnos porque en España los profesionales de la fiesta defienden su chuleta, eso es normal, los toreros españoles podrán tener todos los defectos que quieras pero tontos no son; saben bien que si se les suelta las manos a los mexicanos en sus plazas les puede pasar lo que a sus abuelos en el 35 del siglo pasado, cuando tuvieron que recurrir al boicot porque la fiesta española cada vez era más mexicana. A lo largo de la historia esto ha quedado demostrado, ya no digamos Armilla o Arruza, hablemos de Cavazos, Rivera y más. Hoy Silveti, Saldivar y Adame, ¿verdad?

El tema es: Las peores entradas en la Plaza México, en su historia, han sido en las últimas décadas con carteles privilegiando extranjeros. No lo digo yo, se ve. Y en provincia ni les platico. Es un asunto laboral y nada más. 

Y cuando digo privilegiando me refiero a todos los privilegios, fechas, carteles, alternantes, sorteos manipulados y lo peor, lo mucho peor toros a modo, toritos descastados para que no la pasen mal. La mayor calamidad se ejemplifica en Enrique Ponce. 

La enfermiza preferencia que la administración de la gran plaza ha evidenciado por éste torero ha tenido graves consecuencias; se llegó al extremo de cambiarle toros ya sorteados en las narices del primer espada y autoridades, someter comercialmente a algunos ganaderos al grado de modificar el rumbo de la crianza en nuestras dehesas para diluir la casta mexicana de modo que este y otros toreros superficiales pudieran con ellos. El colmo de la desvergüenza el lote de Julian Hamdam el 3 de noviembre pasado.

Dado que la empresa de la México le , les, ha servido a calzón quitado todos sus caprichos no han tenido que esforzarse para adaptarse a las condiciones del ganado mexicano, (en otra ocasión ampliaré este tema que es técnico), pero baste decir que en su soberbia estos diestros no han entendido, como en su momento sí lo hicieron sus distinguidos paisanos como El niño de la capea y el mismo Juli, que para la casta del toro nacional hay que aprender a torear y que la técnica requiere de un tiempo más que con el toro español se desconoce, ya que a aquel se le deja pasar y a éste hay que llevarlo toreado, la definición de temple es diferente con uno y otro ganado. Entonces, pues muy fácil, bajarle a la raza y echarles toros jóvenes o novillos engordados y así insustanciales faenitas de pipiripao que no emocionan al tendido.

Daños colaterales: formar una agrupación de toreros esquiroles, bloquear a los mexicanos que se les van por delante a los españoles, modificar el reglamento a modo, someter a jueces y veterinarios con dádivas, amenazas y agresiones, dejar una escuela equivocada en nuestros principiantes, jilgueros paniaguados con micrófono y teclado que pregonan excelsitudes inexistentes y devalúan sistemáticamente sin recato los méritos nacionales y  lo imperdonable, el gusto de los aficionados de nuevo cuño estragado.

La consecuencia: las peores entradas de la historia del coso más grande del mundo catedral del toreo.

...remato En Los Medios  

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