AUTOSABOTAJES
Diciembre – 9 – 13
Bardo de la Taurina:
El domingo que acaba de pasar certificaba El Calendario
Antiguo de Galván que había que celebrar la multiplicación de ese
sabrosísimo biscocho llamado ‘Concha’ nombre que le viene de la Inmaculada
Concepción de María Santísima, así que el dominguito invitaba a que las señoras
se dieran vuelo con el molinillo pa’ sacarle espuma al chocolate que, dicho sea
de paso, el que ‘no tiene jefa’ es uno mentado ‘Mayordomo’, que lo elaboran
artesanalmente en Oaxaca. Luego el solecito empezó a calentar la tarde como
preámbulo a un gran festejo que toda la semana como corresponde a los
espectáculos masivos fue publicitado en los diarios, revistas, televisión,
radio, internet y twitter, que es la fórmula aunada a la calidad de lo que las
empresas anuncian para que la gente concurra a las sedes donde se realizan los
eventos.
Desde lejos se vislumbra el recinto
monumental hacia donde oleadas de aficionados se dirigen a él, atraídos
por la cartelera de primera calidad como corresponde a lo que se debe de
ofrecer al público de la capital más grande de América Latina. El ambiente se
percibe en el aire, por doquier resaltan los colores de la fiesta, el rojo
sangre y el amarillo intenso, tintes de pasión que enciende
la entrega, la enjundia y también la idolatría, pues un espectáculo donde
sus actores no generan admiración es como un pastel sin cereza.
¡Qué barbaridad! De todos los veneros
de asfalto que llevan al coliseo brota público orgulloso y presumido, sus
boletos en mano presagiando que la tarde va ser de esas que el graderío es
insuficiente para dar cabida a los amantes de la fiesta del pueblo, esa que se
vivió desde que se anuncio la confrontación y que hoy desde las cuatro y pico
de la tarde ya aplaude el inminente paseíllo. ¿Oiga, Bardo, no debería estar
usted en la Plaza México? ¿Pues dónde estoy?
En el Estadio Azteca. ¡A Chingaos!, ahora comprendo el entradón.
Leonardo
Páez:
Sabotaje es un galicismo que entre otros significados tiene
el de oposición u obstrucción disimulada contra proyectos, decisiones, ideas,
etc., y el prefijo auto quiere decir
propio o por uno mismo. Así, autosabotaje equivale a estorbarse por propia
iniciativa, a obstaculizar sin necesidad lo que fluía, a hacer mal lo que se
estaba haciendo bien o, más sencillo, a bautizar con agua de lavadero.
Y eso fue
lo que hizo la incorregible empresa de la Plaza México, sede permanente, no
olvidarlo, del Centro de Capacitación
para Empresarios Taurinos de Lento Aprendizaje (Cecetla), al convertir la
importante y torera tarde de la séptima corrida en desolado graderío en la
octava. ¿La causa? Haber anunciado un cartel que pareció diseñado por
antitaurinos, con dos maduros toreros mexicanos de tauromaquias similares y un joven
andaluz desconocido en México, no obstante sus recientes triunfos europeos,
pues ya se sabe que la torería importada no gasta un peso en publicidad en el
continente de sus amores –el de los sudores es su propio país y algunas tardes
en Francia– y el promotor taurino menos. A ello hay que agregar la inclusión de
un hierro otrora prestigiado, Valparaíso, con casi veinte años sin venir a la
plazota, fundado en 1956 por don Valentín Rivero, de grata memoria, fallecido
en noviembre de 1997, y que tantos triunfos propiciara en décadas pasadas a
varios toreros.
Así, lo
que pudo haber marcado la tónica seria y ascendente de una temporada
verdaderamente grande a partir del toro, a los ocho días regresó a su
lamentable nivel de incompetencia y grisura.
Como cereza
en el pastel, los contumaces cecetlos,
en su política de limpia de corrales a costa del público y de la seriedad de la
corrida, decidieron regalarle al joven andaluz un chivo destartalado de la
ganadería de Los Ébanos que fue ruidosamente pitado por los tres mil asistentes
y sustituido por un manso de Xajay. Con estos taurinos, ¿para qué necesitamos
antis?
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