09 enero 2014

Alberto Bailleres: un nombre mexicano que sobrevuela por los despachos taurinos españoles

A lo mejor todo queda en nada, porque el orbe taurino tiene una probada capacidad para cambiar de dirección. Pero en esta etapa invernal hay un nombre que sobrevuela por encima de los despachos taurinos. Se trata de Alberto Bailleres, la segunda fortuna de México y en cuyas manos tiene la palanca fundamental para mover cuanto ocurra en los ruedos mexicanos. Con la crisis del Caso Pagés, no una sino tres fuentes válidas y diferentes apuntan que se piensa si presentar o no una propuesta –"que sería irrechazable"-- para hacerse con la gestión de la plaza de la Maestranza e incluso para adquirir algunas otras, como Jerez. Para un grupo empresarial tan diversificado como el que lidera Bailleres, no sería mala puerta de entrada, si quiere llegar a los mercados, taurinos y no taurinos, españoles.

Taurología-
Viene a ser como en ese cuplé que comienza “en los carteles han puesto un nombre que no lo quiero mirá….”. Lo mismo, pero en versión de negocios. Por los despachos corre un nombre que bien parece que nadie quiere nombrar, pero que sobrevuela las conversaciones. De acuerdo con tres fuentes diferentes y solventes –como manda el oficio-- el nombre es Alberto Baillères González, empresario de múltiples sectores incluido el taurino, la segunda fortuna de México y la número 32 del mundo, según la escala de Forbes.

A tenor de estas fuentes, como siempre Álvaro R. del Moral no iba precisamente descaminado en cuanto escribía su artículo “La Maestranza: oscuro objeto del deseo”, que se reproduce junto a este reportaje. Y es que el caso de Sevilla parece que es el que ha catalizado el interés del gran empresario mexicano por aterrizar por los ruedos españoles, quien también mira hacia la plaza de Jerez, hoy en manos de Balañá.

Pero la experiencia dice que no siempre los deseos coinciden con la realidad. Por eso, aún es pronto para saber ---incluso para tratar de adivinar-- que género de oferta habría que poner encima de la mesa para que los señores maestrantes decidiera poner fin a 80 años de matrimonio con la Casa Pagés. Desde luego muy golosa tendría que ser y, sobre todo, muy segura y sólida empresarialmente hablando. Pero otro tanto cabría decir acerca de las reacciones que un movimiento así pudiera provocar en el tablero taurino en otros empresarios europeos --para no dejar fuera a Simón Casas--, que también sueñan con alcanzar la meta de la Maestranza.

En términos económicos, y moviéndonos en el terreno de las hipótesis, la llegada a la España de Alberto Bailleres tendría su sentido. Si se mira desde un punto de vista romántico, triunfar en la cuna del toreo siempre es una meta a la que se aspira. Pero si se mira, con un objetivo más amplio, a los intereses económicos y empresariales, Bailleres no es la primera vez que intenta acercarse al mercado español.

Años atrás, en 2008, estuvo dispuesto a participar en Brand Capital Made in Spain (BCS), un fondo de capital riesgo promovido por IAME --siglas que corresponde a la razón social Instituto de Apoyo a la Mediana Empresa, en cuyo Consejo se sentaban nombres muy conocidos--, que en su día anunció que agrupaba a 15 firmas de moda española de gama alta con el fin de facilitar su expansión en los mercados internacionales y su posterior salida a Bolsa. Pero lo mercados no respondieron y tuvieron que anunciar la cancelación del proyecto inversor. Sin embargo, firmas de la alta moda española comprometidas en este proyecto hoy son distribuidas en exclusiva en el mercado mexicano por Bailleres, a través de su Grupo Palacio de Hierro, la cadena más importante de grandes almacenes en aquel país.

En esta relación con corporaciones españoles, Bailleres quiso adquirir la gestora de pensiones que BBVA tenia en México, pero que finalmente fue adjudicada a otro grupo inversor.

Si ahora su estrategia empresarial pasa por aterrizar en el mercado español, podría tener todo el sentido económico si se orienta como puerta de entrada para una mayor expansión del Grupo Bal. Desde luego la tarjeta de visita de gestor de la Maestranza sevillana le abriría muchas puertas y le daría sentido a una oferta tan tentadora como para no poder ser rechazada, tanto por su capacidad inversora como por la diversidad de negocios con los que podría diversificarlas en nuestro país.

Su gestión taurina

Conocido en España sobre todo como apoderado mundial de Morante de la Puebla, los intereses taurinos del grupo empresarial de Bailléres son sin duda importantes. Ahí es nada ser propietario y gestor de ocho plazas importantes en México como son Monterrey, Guadalajara, Aguascalientes, Acapulco, Guanajuato, Irapuato, León y Ciudad Juárez. Pero también es titular de dos de las ganaderías punteras de la cabaña azteca: San Miguel de Mimiahuapam (adquirida en 1972) y de Begoña (adquirida en 1969). 

Con estos poderes en la mano, sin duda se trata de un factot determinante en el desarrollo de la temporada taurina. Y así, por esas plazas han pasado o están pendientes de actuar todas las figuras españoles que hacen las américas, sin que falten tampoco ninguno de los nuevos valores mexicanos que tanto llamaron la atención en nuestro país.

Llegado a este mundo por afición --la suya y la de sus hijos--, en la gestión de sus intereses taurinos cuanta con la colaboración de Ricardo Sánchez –antiguo matador de toros y padre del actual Juan Pablo Sánchez, que en España estuvo amparado hasta el pasado San Isidro por la Casa Lozano-- y Alfredo Sahagún Michel, quien antes que gestor fue aficionado práctico y juez de plaza.

El papel emergente de Barrera

Pero junto a ellos emerge --cada vez con más fuerza, según medios americanos-- la figura del sevillano Antonio Barrera, un torero al que México le brindó los triunfos que no consiguió luego en España y que, ya retirado, llegó a ETMSA para cumplir la misión específica de gestionar la carrera de Morante de la Puebla.

Si nos atenemos a fuentes mexicanas, las opiniones y propuestas de Barrera cada vez ganan más peso entre los titulares de ETMSA. En España, diversas fuentes con solvencia, le colocan entre las bambalinas del acuerdo y de la estrategia posterior suscrita entre las cinco figuras que han plantado cara a Eduardo Canorea.

Sin una estrategia pensado para el día después del plante, no tendría sentido alguna la postura de estos cinco toreros. Sería de ilusos no tener pensado cuál debe ser su siguiente paso, en la hipótesis de que los señores maestrantes sigan manteniendo a Canorea. Y es así porque en otro caso supondría ponerse al borde del abismo: ante la afición --que al sacar sus abonos no se anda en pleitos-- porque se les pondría a la contra; ante los futuros contratos, porque si Sevilla sin ellos sale bien económicamente, se demostraría que no son tan imprescindibles; ante la opinión pública, porque su plante no pasaría de ser un puro y simple interés económico.

Por lo pronto, la estrategia que Antonio Barrera ha diseñado para la nueva temporada de Morante bien parece pensada para hacer una campaña en la que no sea de absoluta necesidad el concurso de las grandes empresas. Bajo ese lema de “30 corridas, 30 acontecimientos”, se intuye una estrategia de corte tomasista, que tenga capacidad de arrastre para llevarse tras el torero de la Puebla del Río a una buena parte de la afición. Y como hay que animar la aventura, busca --y probablemente encontrará-- patrocinios que hagan de cada festejo un algo fuera de lo corriente.

Algo de esta estrategia se parece intuir en los planes del siempre imaginativo Simón Casas y sus planes para la Malagueta: reunir en el fin de semana del Domingo de Resurrección a José Tomás, Morante, El Juli y Manzanares, a ser posible combinados de dos en dos. Si realmente el de Galapagar acepta esta posibilidad, Casas se llevarían por delante a la tradicional corrida que Canorea monta para Resurrección en Sevilla.

Hay que reconocer que más de una figura se fija en el triunfal ir por libre del torero de Galapagar: torea cuando quiere y donde quiere, pero siempre con el “no hay billetes” a cuestas y con toda la información taurina pendiente de él. Y además no necesita acudir a ningún Senegal de esos a los que le mandaba tan torpemente Canorea. Lo que ocurre, como en tantas cosas en la vida, es que para eso hay que ser José Tomás.

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