Jaime Oaxaca
México [16/03/2008]
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Ah lo refranes. Esas sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos sabios, tal como solía definirlas don Quijote (léase Miguel de Cervantes).
Esa filosofía popular es muy cierta. Como aquella: ¡divide y perderás! ¡Sí!, sé que debería de decir: “divide y vencerás”, pero a la hora de la recapitulación y hacer conclusiones no me sale la cuenta. Cuando digo cuenta, estoy refiriéndome a la temporada grande que se realizó en la plaza de toros México de noviembre a febrero.
Se baja el cero y no contiene, acostumbra decirse cuando no checa la cuenta. Y, la verdad, no cuadra por ningún lado.
Los resultados no fueron halagüeños para nadie. Poca gente en los tendidos durante una temporada en la que había mucha expectación cuando se hizo público el elenco de toros y toreros; reses con poca bravura y algunas carentes de trapío. Diestros mexicanos que no terminan por romper interesando poco a los aficionados, coletas extranjeros que no cumplen compromisos sean éstos escritos o verbales.
Por si fuera poco surgió una nueva agrupación de toreros, haciéndose hasta lo imposible por dividir y reventar a la Asociación de Matadores ya existente. Pero la nueva agrupación no sirvió para nada.
La pregunta obligada: ¿para qué caramba crear un nuevo grupo? ¿Será lo que requiere nuestra fiesta?
Existen argumentos de todo tipo para la justificación. La razón verdadera fue hacerle el avío a la empresa de la plaza México cada que haga falta; básicamente al montar corridas con más extranjeros que nacionales.
En venganza, Óscar San Román el presidente de la antigua agrupación de toreros, firmó un acuerdo con algunos empresarios en los que se permitirán más extranjeros que mexicanos en “corridas especiales”. Exacto, pensó usted bien: la plaza México no tuvo ese privilegio.
Pero como todo es hipocresía, perdón, quise decir respeto y camaradería en este argüende, argumentaron con que las leyes del Distrito Federal, no lo permiten.
Total, lo importante es que una agrupación le gane a la otra, no obstante que a la fiesta se la siga llevando el diablo.
Al finalizar la temporada de La México, se realizó una corrida llamada de triunfadores en la que el 33% de los actuantes ni siquiera había participado en el serial. Qué respeto se tiene hacia el resto de los alternantes; pero así se las gastan. Después de entregar el trofeo al triunfador de dicha corrida, Manolo Mejía, el mero mero de los “nuevos”, hizo gala de un cinismo y ridiculez que cualquier político le envidiaría. Declaró entre otras cosas:
“En un principio nadie creyó en nosotros, pero ahora ya se nos tiene confianza. El siguiente paso es buscar unas oficinas adecuadas para la Unión, crear el fondo de retiro y el seguro de gastos médicos mayores en protección de los agremiados. Esta agrupación no es lucrativa sino para la ayuda y el apoyo de todos los socios, queremos la mejoría de nuestros matadores”. De momento, ya son más de 50 los diestros agremiados a la nueva Unión Mexicana de Toreros, entre matadores nacionales y extranjeros, novilleros y rejoneadores.
Aquí damos la bienvenida a cualquier torero que busque su superación, estamos para ayudar y no para perjudicar, con la ayuda de todos podremos conseguir más rápido los resultados deseados”.
El pique entre La México y la vieja asociación de toreros no es nuevo; desde que Manolo Arruza -hace 10 años- estaba al frente había serios problemas. Siguió Mauricio Portillo quien no se dejó montar, jamás pudiéndose ponerse de acuerdo las partes. Pero aún no se hablaba de una nueva agrupación. Empezaron a castigara la agrupación no pagándoles cuotas de seguros médicos; la empresa negoció sus propios contratos con sanatorios y aseguradoras. Total, el asunto era no tener ninguna relación con la asociación de matadores.
Siguieron como directivos de los toreros: don Luis Corona (qepd), Paco González -espero no omitir alguien más- y ahora Óscar San Román. Salvo don Luis, ninguno de los demás ha podido ponerse de acuerdo con La México.
Total la fiesta es un caos y los toreros se fragmentan siguiendo el conocido refrán: ¡divide…
y perderás!
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