19 agosto 2008

Guadalajara, Jalisco



19 de agosto

Alfonso Hernández “El Pali”. A. CAMACHO

¡Actitud...! ¡actitud...! ¡actitud...!

Por Francisco Baruqui


Con ambiente de poco relieve, escaso de taurinismo, casi nula publicidad y en plena efervescencia olímpica arrancó la temporada novilleril en el coso tapatío

GUADALAJARA, JALISCO.- Con ambiente de poco relieve, escaso de taurinismo, casi nula publicidad y en plena efervescencia olímpica arrancó la temporada novilleril en el coso tapatío al que habremos concurrido unas mil ciento ochenta y tres personas, incluyéndose dos centenares de féminas con cuarenta y cinco infantes, bueno, esto más o menos, pero así se dará cuenta el amable lector de la afluencia de público para un coso con aforo de más de dieciséis mil.

Así… Así siguen las cosas de la fiesta en México.

Nubladona la mañana para la tarde se abrió el cielo dando calor y… Y, precisamente calor fue lo que a la postre faltó en el festejo con reses terciadas de Jorge Hernández Andrés, que adolecieron, -- menos uno --, de tres faltantes, a saber: fuerza, casta e importancia.

Astados a los que justo se les hizo sangre derivando los más en la mínima expresión al bajarles los engaños cayendo en el deslucimiento. La excepción fue el quinto que con más brío acudió a la muleta con claridad, fijeza y son estando por encima del novel al que en suerte le tocó, que simple y llanamente no pudo con él.

Lo he escrito y comentado siempre, que cuando de novilleros se trata hay que verles en su justa dimensión de principiantes. De principiantes que sí, a los que seguramente la falta de rodaje que les va dando experiencia, les hace acusar errores que con el tiempo, -- y la dedicación --, se podrán ir corrigiendo, lo que dará señalamiento de que el chaval avanza, pero lo que no…

Lo que no puede ser es hacer patente la falta de actitud. La de actitud, que sí, lo que conlleva la duda sobre del valor y la capacidad para la asimilación de oficio en el aprendizaje natural al que deben someterse todos, absolutamente todos lo que empiezan.

Por ello, la actuación de los de la tercia, uno con más y otros con menos, ha dejado qué desear.

De Alfonso Hernández “El Pali”, -- hijo de uno de los toreros de la tierra que precisamente mayor actitud, valentía y entrega manifestaba en los ruedos como es “El Algabeño” --, debo decir que con limitada voluntad no tira pálante.

Recuerdo que para los toreros, por bisoños que éstos fueran y modestos sus vestidos y avíos, era un gusto enorme lucir la pulcritud en la apariencia queriéndose sentir y proyectar que son eso… Toreros. Mala influencia el melenismo que, hay que decirlo, desentona con la planta de torería, por lo que “El Pali” deberá de atender que o se corta el cabello o… O agranda la montera, que la imagen antiestética que da, no… No va.

Flojo con la capa y con sobrado movimiento de pies, ante el derrengado primero que tenía voluntad por embestir, pero una grave falta de fuerza, salvo momentos aislados, nada más; eso sí, volvió a salir con ayudado y espada vestidos inmaculadamente de blanco, -- ¿¿¿ ??? --, cuando lo histórico y tradicional es que se forren de rojo. No supo tirar del novillo al que despenó de pinchazo y bajonazo.

Con el cuarto bautizado con el “torerísimo” nombre de “Beijing”, -- cuánta creatividad oportuna --, al que saludó con larga de hinojos, con la zarga tuvo intención pero falta de quietud, pases intermitentes, algunos de buena factura pero nada más terminando de tres viajes en hueso y otra estocada baja yéndose desde perfilarse.

Y de tierras potosinas se presentó Fernando Labastida, un chaval que dejó ver que conoce de que va esto lanceando la verónica con cierta cadencia, para con la flámula verse más desenvuelto pero faltándole templar. Sabe de los terrenos y sobre todo en el quinto, el mejor del encierro, cuajó ayudados con la diestra y al natural con la zurda faltándole ligazón, ya que se quedaba corto entre pase y pase y no se determinaba a dar el paso para cruzarse, encelar y obligar.

Tiene camino qué recorrer, pero con más decisión y entrega, que el empeño si no se acompaña por estos…. Estocada tres cuartos trasera en el segundo, y al quinto que le faltó entender para poder con él, entera en el chaleco.

Por cuanto al novel francés Patrick Villebrun, de buena planta y mejor vestido con terno tabaco y oro con mucha plaza, también dejó constancia de sobrado movimiento en su toreo por piernas, falto de fijeza en los pies frente a un manso solemne que fue el tercero al que pasaportó de siete pinchazos escuchando un aviso, para con el sexto, con más determinación, propinarle dos cambiado por la espalda en el centro del platillo, muy al estilo de su paisano Castella, para luego hacer un trasteo que se fue diluyendo entre dudas para terminar de media pezcuecera que bastó.

Tres que se supone que empiezan, pero que actuaron como si tuvieran hecha la temporada. Y…

Y, con mucha, muchísima más pena que gloria en una función que abre temporada, deslucida que no es precisamente de las que motiva al público a meterse a la plaza; así….

Así, a recordar, que los aficionados perdonan todo a los novilleros, sí, menos… Menos la falta de actitud…

A tomar nota pues…


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