20 noviembre 2008

Las dos orejas de Manolo Mejía. . .

Fue, ciertamente, una faena eminentemente izquierdista...

Por Arturo Reyes Razo‏


Pues sí, la faena que cuajó Manolo Mejía a “Don Fer” el domingo último en el coso de Insurgentes estuvo bien estructurada. Templó al socio de maravilla y de los sesenta y un muletazos que constó la faena, fueron pocos los que realmente pueden considerarse de veinticuatro kilates. Y es que durante el desarrollo de la faena, Manolo abusó mucho de arquear el cuerpo restándole ese punto estético, porque entre el pitón izquierdo y el torero había un espacio enorme. Como que Manolo tenía miedo a manchar la taleguilla o realmente no pudo dominar el miedo natural que imponía el astado. Pero lo cierto es que ahí quedan esos muletazos buenos a secas, porque los extraordinarios, los enormes, fue cuando se paró como una vela y entonces sí, se vio diferente. La muleta llevaba enganchado a la res que la seguía totalmente domeñada y esos olés fueron más estentóreos.

Fue, ciertamente, una faena eminentemente izquierdista, aunque aquellos ayudados que le ha pegado, tuvieron también su mérito y fueron estéticos.

Hacía rato que no se veía una faena de esa naturaleza, y al menos a mi menda, me hizo evocar a ese extraordinario torero que, nadie como él, toreaba al natural: Miguel Espinosa “Armillita”. ¡Vaya manera de interpretar esa suerte por el hijo del Maestro de Saltillo! Pues de esa manera por momentos, nos regaló Manolo el domingo esos naturales, y la pregunta obligada es, ¿por qué torear tan despegado, o si lo prefieres, por qué no embraguetarse desde el inicio de la faena? Realmente no lo entiendo, porque tenía todo, absolutamente todo para triunfar en grande y si le hubiese pegado por lo menos otras dos o tres series, estoy seguro que le tumba el rabo, pero así, como mandan los cánones, sin recurrir al pico de la muleta como por pasajes lo hizo.

No entiendo también el por qué a todos los diestros que manifiestan su personal forma de torear, de inmediato se le enjareten términos como “digno representante de la escuela mexicana del toreo”, “Mejía torea al natural, como lo hacía Manolo Martínez” y otros que en verdad, me resultan estúpidos. Por qué no dejar que el diestro en turno de salida a su inspiración, a su muy particular forma de interpretar el toreo, por qué, despersonalizarlo, relegarlo a ser un don nadie en esos momentos de sublime inspiración. Además, no dejemos de lado que el toreo es interpretado precisamente como el diestro lo siente, que en esos instantes simplemente son él y el toro, que lo que menos cruza por la mente de un diestro, es parecerse a equis compañero de profesión. Es él en toda la expresión de su arte, de su inspiración. Así de simple, así de sencillo. Así que por favor, dejen de endilgarles ese tipo de expresiones, porque en todo caso, el torero bien podría preguntar “¿si mi forma de torear es de Manolo Martínez, entonces, quién soy yo?”

Fermín Spínola fue luz y sombra, como también el chaval que confirmó su doctorado, Pedro Rubén. Ambos tuvieron en sus manos la gloria del triunfo, sobre todo el toricantano, que tuvo en suerte enlotar un par de reses con las que bien pudo tocar el cielo. Tanto el de la confirmación –en donde alcanzó sus mejores momentos-, trazó el ayudado con arte, con temple, pero inexplicablemente dejó caer la faena y no tuvo en el callejón quien le pegara un grito y con justa razón, el tendido empezó a inclinarse por la enorme bondad del toro. Palmitas tibias que bien pudieron haber sido orejas. Y en el que cerró plaza nunca le pudo encontrar la distancia y mucho menos templarlo, por lo que de nuevo fue abucheado y la res aplaudida.

De Fermín, bueno, es comprensible su actuación. No se puede estar colgado en un cartel en la plaza más grande del mundo, con menos de una decena de corridas –y lo mismo va para el toricantano que suma cinco festejos en el presente año-, por lo que no se puede pensar en triunfar en grande. Fermín también tuvo un lote propicio para el triunfo grande, y sólo logró un apéndice “de mucho peso”, dicen unos, pero ese peso se cayó en el quinto, cuando se eternizó con la tizona hasta escuchar los fatídicos tres avisos.

El encierro de El Junco, enorme, estupendo, y lo más importante, regresa al máximo escenario luego de tres lustros y algo más. Enhorabuena para Fernando de la Mora.

Leo lo siguiente y en verdad, no lo puedo creer: “Ruiz Manuel regresa a México para hacer campaña”. Para quienes no lo recuerden, a este diestro hispano lo trajo la anterior temporada de cachondeo Curro Leal para que “confirmara” su alternativa española –que para mi menda, les sirve sólo para enriquecer el currículum-. Se trata de un torero que el año pasado, no tenía ni una docena de corridas toreadas a lo largo de toda la temporada española que dura algo así como siete a ocho meses. Nunca ha sido colgado en un cartel de las principales ferias que se dan en España y con todo y eso, Curro Leal lo anunció con bombo y platillo, olvidando que el aficionado ya no tan fácilmente acepta maletas.

Hoy un cable me dice que sí, que es en serio el regreso a nuestro país de Ruiz Manuel, quien ya está colgado en un cartel para el 25 de diciembre en Chilpancingo, alternando con la guapa amazona Karla Sánchez –que también regresa a los ruedos luego de una prolongada ausencia-, y Alfonso Ramírez “El Calesa”, con toros aún por definir.

El lleno en la plaza está asegurado, porque es Navidad y la gente no tiene muchos lugares a donde ir, pero en serio, aún no me cae el veinte por el “regreso” de Ruiz Manuel, quien, para aquellos que no sepan en qué lugar concluyó dentro del escalafón mayor, cuántas tardes partió plaza este 2008 en España, y cuántos trofeos logró, se los paso al costo:

Ruiz Manuel quedó en el lugar ¡139!, del escalafón, toreó e tres tardes, cortó cinco apéndices, uno de ellos en una plaza de primera, dos en cosos de segunda y las restantes, en plazas de tercera. A lo largo del año taurino en España, mató solamente siete toros.

Pues con ese “rodaje”, el hispano anuncia que hará temporada en cosos mejicanos y que es factible que su nombre sea colgado en un cartel en la Cazuela de Insurgentes.

El empresario Curro Leal no ha dicho si le dará la oportunidad de actuar en la capital del país, pero conociendo al Curro, ya sabemos que se va por lo barato y en el caso de Ruiz Manuel, pues mejor todavía, porque es un torero no barato, sino baratito, baratito.

Comentarios: emmf24@hotmail.com


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