28 enero 2009

El sentir de una madre


La mamá de 'El Zapata' platica su experiencia


Más que verlo triunfar, lo que más desea la madre de un torero es verlo vivo después de la corrida.

02:08:00

POR PAULO MEDINA

ovaciones

Julieta Macías de Moreno, es la madre de Uriel Moreno ‘El Zapata’. El pasado domingo acompañó a su hijo a presenciar la corrida de la Plaza México. Ahí tuvimos de oportunidad de charlar con ella para que explique al público la experiencia de ser madre de un torero, “Siento muchos nervios cuando lo veo torear. También me da mucho gusto cuando viene a la México”

La autora de los días del matador nos confiesa de parte de quien viene la inquietud por el toreo, “Mi esposo quería ser torero pero no fue por que le falto dinero. Desde que lo traía [a Uriel] en el vientre, mi esposo me decía que iba a ser torero”.

Ya una vez nacido, el pequeño ‘Zapata’ mostraba sus dotes con la muleta, “De niño empezó toreando perros. Siempre lo llevaba a la Florecita, ahí vimos a Manolo Mejía de novillero. Luego lo llevamos a la escuela de Héctor González” comenta doña Julieta. Con el tiempo, llegó el día en que Uriel salió al ruedo, “Debutó en Tuxpan con el Glison. Cortó una oreja. Cuando se puede voy detrás de él”

Además de Uriel, la familia del matador se compone por Fernando y Marco Antonio, sus hermanos.

Debido a su vocación, ‘El Zapata’ abandonó las aulas por el campo bravo “Estudió hasta la prepa. Se metió a un curso de computación, pero perdía las clases por irse a las tientas. Luego estudió inglés pero también lo dejo por lo mismo” recuerda la señora Julieta quién gozaba de la faena de José Mauricio mientras sostenía esta platica.

“Uriel se dedicó en cuerpo y alma a los toros. Gracias a Dios ha llegado a la México, me siento orgullosa de él” afirma la madre del diestro, que alguna ocasión prefirió que abandonara los ruedos, fue después de una grave cornada en Yucatán. “Una vez que lo cornaron en Mérida, le dije que mejor se dedicará a otra cosa. No me oyó bien y me pidió que le repitiera, pero le dije que no había sido nada importante…”

Para evitar esos peligros, doña Julieta siempre acude a la divinidad, implorando la protección de su hijo y de los presentes en el ruedo: “Dejo su veladora a la Virgen Lupita y a Dios. Yo le pido a Dios, se lo encomiendo. Es muy valiente. Lo operan y al otro día camina, es muy fuerte. Cuando acaba de torear agradezco por su estado físico. Yo pido por todos los del ruedo, que Dios los proteja y cuide”

Seguramente, como muchas otras madres de toreros y novilleros, su máxima satisfacción es verlo triunfar, pero sobre todo, verlo con vida “Cuando corta orejas me da mucho gusto. También cuando sale bien” dice Julieta con el rostro relajado ya que tiene a su vástago a su lado, fuera de los peligros del toro.

Doña Julieta continúo disfrutando de la corrida, muy tranquila se sintió ese día porque su hijo salió vivo dela plaza. Ella confía en que siempre sea así.

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