16 agosto 2009

José María Luévano, oreja y dos orejas.


CRÓNICA / TEQUISQUIAPAN


Matices

  • Por: Francisco Tijerina E.


Domingo, Agosto 16, 2009 08:06:00 Hora GMT


Llena de matices fue la corrida de este sábado celebrada en el lienzo charro de Tequisquiapan, Querétaro; un festejo, sin duda, interesante.



El número de trofeos obtenidos puede ser discutible, según la perspectiva con que se miren las cosas, pero al final la gente que acudió estuvo contenta y eso, sin duda, es lo más importante.


El encierro en su conjunto era bastante parejo y por decisión de los apoderados, de acuerdo con la autoridad, los lotes se hicieron separando los bureles por ganadería, es decir, "todos los huevos en una sola canasta".


A José María Luévano le correspondieron los de Los García, de sangre española. El primero fue un melocotón, ojalado y bocinero, que prontito se refugió en tablas y regateó las embestidas; Luévano le plantó cara y le buscó por todos los medios para después de un pinchazo sepultar el acero y recibir una oreja, más por la suerte suprema que por el conjunto de su labor.


Su segundo fue un chorreado en verdugo que ofreció una lidia por demás interesante. Nada de facilidades, había que estar firme y Luévano se puso en el sitio. Interesante fue el poderoso inicio del trasteo en el que con poderosos muletazos por bajo dejó en claro quien estaba a cargo de la situación; luego la serenidad y aplomo de Chema fueron dando forma a un trasteo riñonudo, de mucho carácter, en el que si bien no había obras de arte en cada muletazo, quedaba constancia de la entrega del diestro. La estocada, aunque entera, tardó en hacer efecto y a fuerza de vuelta y del arte del birlibirloque, medio sacando y medio metiendo la misma espada, entre el matador y las cuadrillas consiguieron, no una sino dos veces, que el burel se echara y el juez, bastante suelto, le concedió las dos orejas. Un apéndice hubiese sido suficiente premio.


A pesar de lo anterior, de agradecerse es ver la lidia de astados de este tipo de encastes, que mantienen la emoción en la plaza, que tienen a los aficionados al borde de sus asientos, que hacen sentir la sensación de peligro y que obligan a plantarles cara exigiendo el carnet a los toreros; claro que no son los preferidos de las figuras, pero son del tipo que con seguridad provocan que el público vuelva a la plaza y, en momentos como el actual, esto es de reconocerse. ¿Quiénes son los valientes que se animan? Si en España hay Victorinos y Adolfos, en México aquí están estos, que pueden ser la base para toreros valientes. No son un león que se coman a nadie, pero tampoco son los "mansos-mensos" que se dejen pegar de pases así como así.


A Luis Ricardo Medina "Pasión Gitana" le correspondió un toro de ensueño. El segundo del festejo fue un extraordinario burel al que el capitalino supo aprovechar para construir una faena interesante, en la que nada sobró y nada faltó; un pase de menos y habría quedado la sensación de hambre, pero un pase más y se habría llegado al hartazgo. Justa fue la medida y si tal vez por cuidar al burel no se embraguetó llevándole con mimo a media altura, de justicia es decir que todos los pases, todos, tuvieron un exquisito temple y un enorme gusto. La estocada fue un portento en la que el torero se pasó hasta el rabo, haciendo la cruz, dibujando los tres tiempos de la suerte, y por ello fue premiado con las dos orejas.


Su segundo pudo haber sido bueno, pero al salir de la manga del devolvedero por donde bajaban directamente del camión que les transportó, tuvo la mala fortuna de darse un fuertísimo golpe en un muro debido a que un oficioso colaborador, que fue a ayudar a fin de que no se quedara varado en el largo pasillo de 60 metros, le tocó en el momento menos propicio. Todo iba bien, pero al acudir al caballo de Juan Pablo González el lastimado pitón izquierdo terminó por partirse y ya hubo más qué hacer. Pasión Gitana cumplió al torearle por el lado del único pitón y hubo alungos trazos de calidad, pero el dolor terminó por vencer al de Galindo que empezó a defenderse y así hubo que abreviar, escuchando palmas.


Luis de María es un volcán en erupción. Con poco más de un año de alternativa, por momentos le hace falta el asentamiento que brinda el tiempo y sobre todo el oficio, pero a cambio entrega todo ese carisma y personalidad que posee y que capaz de cambiar las cosas en un instante. Atropellado por instantes, como cuando los cuartos traseros de su enemigo le hicieron perder la vertical, tiene el don de una enorme proyección que hoy se vio reflejado en trazos sueltos, de una gran dimensión y que calaron hondo en el tendido, provocando sentidos olés. Un cañón con la espada, ejecutó la suerte suprema con propiedad y así se hizo de un auricular.


Su segundo llegó al ruedo ostensiblemente lastimado de la pata derecha. ¿Desde la ganaderia, en el embarque, en el transporte, al bajar? No lo sabemos, pero el público, molesto por el toro anterior que se despitorró, no traía humor de aguantar más y pitó con fuerza; se agilizó la lidia, apenas se simuló la suerte de varas y se pasó con apenas un par de banderillas, pero el de Pepe Garfias se derrumbaba a cada instante hasta que por fin, cansado, optó por no levantarse por lo que la autoridad, inteligentemente, decidió ordenar que fuese apuntillado.



FICHA DEL FESTEJO

Con más de media plaza y en tarde con fuertes ráfagas de viento, se lidiaron toros de Los García (1° y 4°), Galindo (2° y 5° y Pepe Garfias (3° y 6°), bien presentados, de juego desigual. Destacó el 2° que recibió el arrastre lento.


  • José María Luévano, oreja y dos orejas.
  • Luis Ricardo Medina "Pasión Gitana", dos orejas y palmas.
  • Luis de María, oreja y palmas.


Incidencias: El 5° toro se despitorró y el 6° sufrió una lesión en la parte superior de la pata derecha, lo que provocó que tuviese que ser apuntillado en el ruedo.


El aspirante Ángel González hijo, saludó en el tercio tras banderillear al 3°.

La tarde bien puede dividirse en dos: del 1° al 4° en donde hubo fiesta, tal vez triunfalismo, pero muchísimos detalles, y luego la mala suerte por partida doble, un toro que se despitorra y otro que se lesiona la pata derecha desde el cuadril, imposibilitándole para la lidia.



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