28 agosto 2009

las charlas con EL BARDO DE LA TAURINA


NI LOS VEO NI LOS OIGO


Cuando el Galeno Rafa Herrerías, decidió irse a veranear a Tenerife como todo ciudadano precavido cerró la puerta del changarro y vamos a encontrarnos con Quique Ponce y a brindar con el guapote de Luis Miguel quien le anda bajando la ‘vieja’, digo, la Genoveva a Cayetano el hijo de la taurinísima Duquesa de Alba y a darle vuelo a la hilacha que para eso se invento el Jet-Set, en eso andaban cuando entre whisky y whisky, segurolas que su Majestad Ponce, debe haberle dicho - Rafa ya estoy puesto para ir a vacacionar en invierno a Acapulco a casa de los Alemán y me voy a llevar a todos los toreros ibéricos para que echen capa en la Plaza México, así que ve preparando las capeas y acuérdate que necesitas los millones del Derecho de Apartado para garantizar nuestros honorarios y pagarle a la familia Cossío el alquiler de su plaza, tal noticia obviamente altero el ánimo del Galeno quien se subió al primer InterJet de la flotilla del papi de Mike Alemán y ahí esta de regreso empujado por los augurios del Ing. Carlos Slim, quien invita a cerrar filas por México para salir de agujero e iluminado por el espíritu de Fray Martín de Porres, que decía ‘no prives del alimento al jodido’, bueno, a recular ahora que todavía se puede, porque no hay show que valga tanta marmaja ni borlote que lo justifique ¡Así, que se abra la plaza! ¿Y las autoridades a las que el empresario humillo, ofendió, amenazó y hasta mancillo en sus símbolos?, ni mencionarlas por engreídas, pues osaron ignorar con el peso de la indiferencia a la bota de hierro ¿O será de la discordia? ¿y a la afición, al público, a los ‘descamisados’ Rafa Herrerías ¿Que explicación le damos? pos como dijo aquél, a esos ‘Ni los veo, ni los oigo’.



MANOLETE


Aquel torero corto en el ruedo, que siempre impuso la misma faena y por si esto crea duda, recordemos aquella pregunta que hiciera Luis Miguel Dominguín ¿le recuerdas muchos quites?, sin embargo Manolete fue un torero que por su valor hubiera sido figura en cualquier época, poseedor de una personalidad acorde con aquellos tiempos, entregado dentro del ruedo, lo mismo que afuera, como lo hizo ante Lupe Sino la gachi de ‘asignación’ ¡mojigatos! que conoció en el Bar de Chicote y ante cuyas piernas de fuego se postro y en entrega total le beso los pies ¡Vivan los cachondos! para luego pasearla sobre los lomos de un asno que el propio torero jalaba luciendo aquella cicatriz de corazón que le coronaba el pecho, estampa que estuvo vetada en tiempos del franquismo por rememorar aquel pasaje del señor de Nazaret y la Santísima María entrando a Bélem.


Califa de la beberecua, del tabaco y de otros chamucos, Manolete fue un mártir del dantesco mundo de Cuchares en donde algunos creen que murió en los cornicortos cuernos de un miureño presumiblemente afeitado al que le cargaron la muerte de torero cordobés, cuando en realidad el desenlace se debió en buena tajada a sus excesos bohemios, a sus demonios que lo consumían, a su honradez suicida, por el hostigamiento brutal de sus detractores, por las plumas de doble filo, por la medicina antigua y por aquellos que lo remataron privándolo de casar con la que llamaban ‘La Serpiente’, sobre el altar del lecho de muerte, pensando mas en cargar con las arcas de la fortuna amasada a sangre y fuego por el ‘Monstruo’ que concederle al que va a morir su ultima voluntad, sin duda Manolete siempre fue un negocio para sus allegados y manejadores, auto nombrados herederos, quienes sabían que si Manolete sobrevivía a aquella cornada vendría la boda con la mujer ‘incomoda’ y con ella la despedida de los alberos y por supuesto, el adiós de las pesetas.


Mejor dejemos las cornadas traperas y recordemos a ese torero que una tarde llego a Linares en un Buick descapotable y salió en un cajón hecho con pedazos de madera, tan paupérrimo que lo tuvieron que cubrir con una sabana del Hospital de los Marqueses de Linares donde expiro diez horas después de la cornada y que hoy descansa en el Cementerio de la Salud de Córdoba, mientras en México en un castillo en el feudo de los O’Farril a las faldas del Ajusco, se conserva un oleo monumental que pinto al naif la maestra Teresa ‘La der Memo’ y en donde cada 29 de agosto como aquel del 47, él declamador gitano Guillermo Ordoñez deja salir de su alma desgarrada, aquello de ‘Fue esta tarde la cornada, tú le entraste por derecho, el Miura estaba al acecho y te pagó la estocada, total nada, gajes por ser buen torero, el mejor y por tener pundonor.* Anda Manuel, que no quiero verte en esa cama fría tan inmóvil y tan yerto, con un sudor de agonía, como si estuvieras muerto’.


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