12 noviembre 2009

De Silveti a Silveti





david silveti
           
Su padre David le explicaba a Diego como se hace con un niño la profesión que hoy como hombre ha acatado.
Foto: Cortesía Diego Silveti
           
  
           
Diego recuerda con tristeza, pero una gran entereza, aquella mañana del 12 de noviembre de 2003


  • Guillermo Leal


Ciudad de México  (12 noviembre 2009).- La imagen de David Silveti permanece impoluta en la mente de su hijo Diego, el iniciador de la cuarta generación de la famosa dinastía, el encargado de continuar construyendo lo realizado por sus famosos antecesores.

A 6 años de la muerte del famoso "Rey David" el mayor de sus hijos, ahora convertido en un profesional del toreo, recuerda con respeto y admiración lo que fue y lo que es para él su padre.

"Lo sigo sintiendo muy cerca de mi y eso es lo más importante. Le agradezco mucho a mi mamá el que nos mantenga viva la llama de mi padre; nos habla de él, nos lo recuerda a cada rato. (...) eso me hace que lo sienta muy cerca de mi.

"He crecido como hijo, como persona, como hermano y estoy intentando hacerlo ahora como torero, tratando de seguir el ejemplo que papá durante tanto tiempo me inculcó", asegura Diego, quien hará su debut como novillero en México el 27 de noviembre en Juriquilla en una corrida mixta que ha despertado gran expectación y en la que alternará con el maestro madrileño Julián López "El Juli" e Ignacio Garibay, con toros de Santa Bárbara.

Diego, junto con su madre Laura, han sido los responsables de sacar adelante a la familia del fuerte impacto que causó la decisión que tomó uno de los toreros que fue el vivo ejemplo de la Apasionada Entrega.

Como torero Diego trata de adaptar a su tauromaquia los consejos y conocimientos que le transmitió David con quien habló claro lo de vestirse de luces, aunque afirma, contundente, que él torea porque es su decisión, su responsabilidad.

"Seguramente estaría muy contento porque él conoce (sic.) esta profesión como nadie, vivió esta vocación y sabe que si yo lo tengo en el alma, estaría muy orgulloso, pero exigiéndome como el que más".

Silveti admira la vocación de su padre.

"Intento tener un poco de la vocación que él tuvo, pues pese a las cirugías, a que la mitad de su carrera se la pasó en hospitales y rehabilitaciones, él siempre trató de reponerse y seguir siendo torero, expresándose ante la gente para que lo sintiera torero. Procuro ver cada semana bastantes videos de papá y aprender cosas que me puedan servir y acoplar a mi personalidad", relató.

Pocas veces quiso David que Diego fuera a los toros cuando él toreaba, sin embargo hay una foto que guarda como uno de sus tesoros más importantes.

Hay una foto que guardo con mucho cariño era en la plaza Santa María de Querétaro, tendría yo dos tres años y él me explicaba como se le explica a un niño poquito a poco el toreo.

Para el mayor de los hijos de David, fue un padre ejemplar al que admiró por cómo le enseñó de la vida y como torero "grandioso, el mejor del mundo".

Sin embargo Diego recuerda con tristeza, pero una gran entereza, aquella mañana del 12 de noviembre de 2003.

"Me levanté, me despedí de él, le di un beso, fui a la escuela y me avisaron del accidente. Regresé a la casa, y como hijo mayor a apoyar a mis hermanos, a mi mamá, a mis familiares".

¿Le reprocharías algo?
"No, yo nunca porque lo quise demasiado para intentar juzgarlo. Él siempre fue lo más grande y no me atrevería. Yo estoy agradecido con Dios por la persona que me dio y por el ejemplo que me dio, porque gracias a él soy lo que soy".

¿Ya lo superaste?
"Sí porque nosotros como católicos vemos esto como el principio de la eternidad, la ausencia es grande y nunca se va a reponer, sin embargo estaba yo tranquilo porque Dios se había llevado a un angel que nos iba a cuidar que nos iba a iluminar a proteger.

REFORMA





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios a esta entrada