12 noviembre 2009

A seis años de su desaparición física


12 de noviembre de 2009


David Silveti Barry



  • Francisco Lazo


AMIGOS, en el devenir del tiempo coinciden muchos sucesos que van enriqueciendo la historia de todas las actividades humanas que han tenido algún significado importante, por ejemplo hoy se cumplen 6 años de la trágica muerte de David Silveti Barry, figura del toreo. David falleció como es del dominio público aquel 12 de noviembre del 2003 allá en Salamanca, Guanajuato, prisionero del dolor espiritual que le causaba saber que estaba inhabilitado para seguir adelante con su exitosa profesión de matador de toros, produciendo una honda pena a su familia, a sus amigos, a los aficionados al toreo, a los públicos que tanto le aplaudieron y a la fiesta en general.

Los médicos que le atendían le habían comunicado que no volvería a torear víctima de las lesiones que sufrió cuando estaba en la cumbre de su arte y no soportó la sentencia que le cerraba el paso a los ruedos. David había soñado que sería torero como lo fueron su padre Juan Silveti Reynoso y su abuelo Juan Silveti Magnon, lo que prácticamente consiguió. Su sepelio se constituyó en una manifestación de tristeza profunda, pues David además de sus virtudes artísticas sumó las anímicas que le causaron un sufrimiento intenso.

Hoy se le recuerda por su calidad de hombre cabal, torero todo sentimiento, hijo y padre cariñoso en su hogar y profesional intachable en los escenarios taurinos del mundo. Practicó una premisa importante, la de no escatimar nunca decisión para obtener provecho con faenas que agradaron y agradan a las grandes concurrencias.

Resuelto iba al toro y disimulaba sus limitaciones físicas para desenvolverse andándole muy cerca y cuando ya le era prácticamente imposible hacerlo, acortó increíblemente más el terreno con lo cual acentuó su honestidad en su ejecutoria.
Era ya notable su esfuerzo y se cayó en ocasiones en la cara del toro pero se levantaba sin un gesto del intenso malestar corporal que sufría para seguir corriendo la mano, multiplicándose el impacto emocional de su carácter y la admiración que eso causaba.

Muchas veces le preguntamos qué era lo que le estimulaba ese toreo singular que ejercitaba, y respondía que su deseo era disfrutar cada momento de su encuentro con el toro y se reía al escuchar que algunos le llamaran "enemigo" cuando en realidad resultaba un amigo para recorrer caminos de emoción. Tuvo en su trayectoria dos etapas, la de sus comienzos y la de su consagración; la primera siendo muy joven y en la que no parecía encontrarse aunque dejara ver cualidades poco comunes, y la segunda, en la que toreó a su gusto y placer que le llevaron al título de diestro y al que se sumaron características artísticas.

David pues fue un astro de la fiesta y siempre puso empeño en encontrar un estilo donde pudiera satisfacer sus propósitos de torero fino ganando un sitio elevado, pero en el camino temerario que su carácter eligió sufrió graves percances hasta sumar alrededor de 20 cornadas. Cuando decrecieron sus facultades por los percances ya no podía irse del terreno del toro y se le veía siempre muy comprometido pero sin eludir posibles y graves consecuencias. Hubo una tarde de las últimas en que vino a la Gran México en la que enfrentó un toro complicado y no evadió el compromiso a pesar de las limitaciones en sus movimientos para andarle al enemigo y se cayó dos veces pero las cuadrillas estaban muy atentas para protegerle. Pinchó ocho veces pues no podía apoyarse a la hora de ejecutar la estocada hasta que al fin pudo derribar al astado y el público al filo de las butacas presenciando aquella escena que parecía suicida, combatió sus temores con gritos de entusiasmo y alivio y para desfogarse y honrar la actitud heroica e insólita de David exigió a la vez ruidosamente y con pañuelos la oreja para el torero, la que no tardó el juez en entregarla. David dio varias vueltas al ruedo bajo sonoras aclamaciones por su calidad de torero y por su decisión temeraria haciendo honor a su traje de luces y a su valor para jugarse la vida.

Hace pues 6 años que se fue David Silveti Barry dejando una estela de admiración por su clase y osadía en los escenarios del toreo. Dios le tenga en su Gloria.

ESTO




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