2 de noviembre de 2009
Mario Aguilar dejó esencia
- Miguel Ángel García
AGUASCALIENTES, Ags.- Se cumplió la fecha y el sueño. Mario Aguilar se convirtió en matador de toros el día de ayer, doctorado que le cedió el torero francés Sebastián Castella y que atestiguó el hidrocálido Joselito Adame; el toro de la ceremonia se llamó Cafetero, número 646, cárdeno de pinta y que pesó 483 kilos, procedente de Bernaldo de Quirós.
Al final, Mario saldría con la oreja del toro de la alternativa; Castella con dos orejas de su segundo astado y Joselito con la oreja del toro que regaló. En total se lidiaron ocho toros, ya que tanto Castella como Joselito regalaron un toro.
La plaza Monumental de San Marcos registró otra fenomenal entrada, pintándose los tendidos de mucha alegría y pasión desbordante; luego del paseíllo se rindió un minuto de silencio por el recién fallecimiento de la señora Eloísa, madre del médico de plaza.
DEJÓ EXCELENTE SABOR
Mario Aguilar, el torero aguascalentense del barrio de Guadalupe, que llegó a su doctorado con 45 novilladas en cosos mexicanos, cinco de éstas en la Plaza México y 55 en España, con siete en Las Ventas, ha causado una grata impresión y dejado en la arena su inequívoca esencia de torero artista. Mario ya era esperado en su tierra con bombos y platillos para tomar su alternativa y ayer su público le ha aplaudido con fuerza el esfuerzo que hizo en el ruedo con la finalidad de agradar. ?
Mario saludó al respetable con suaves verónicas que le aplaudieron con fuerza y en las alturas se escucharon dianas; luego quitó por tafalleras de mucha exposición que también calaron en los tendidos. Luego de recibir los trastos de matador de toros, Mario se dio a torear con la mano diestra, dejando para el recuerdo muletazos largos y bien llevados; prosiguió su faena ahora por el lado izquierdo, o al natural, que también le salieron fenomenales y que le fueron coreados con fuerza. Su astado, que hasta ese momento tuvo codicia, se fue? a menos, sin embargo, el torero aún le extrajo meritorios pases, de mucha valía. Concluyó su actuación con adornos de pintura y una serie de circurrets que no le dejaron de aplaudir. El diestro rubricó su faena de una estocada y a petición del público le concedió una oreja.
En su segundo astado, Aguilar estuvo por la misma tesitura: entregado y con mucha disposición, entusiasmado con superarse y conseguir el triunfo grande. Y a poco estuvo de conseguirlo, ya que el torero estuvo variado y empeñoso, logrando series con ambas manos que inspiraron a la concurrencia a pedir Pelea de Galllos, la cual fue entonada cuando Mario estaba en el clímax de su faena. Y mientras la banda tocaba el himno de los hidrocálidos, Mario toreaba al natural llevando a su astado muy bien embebido, para luego ejecutar una serie de circurrets de locura y aunque su enemigo pegó derrotes durante la lidia, el flamante matador lo supo entender. Fue una verdadera lástima que Mario se diera a pinchar y hasta un aviso escuchó.
Al final del festejo el matador se retiró entre aplausos, dejando complacidos a sus paisanos y seguramente con el deseo de volver muy pronto a este emblemático coso del barrio de San Marcos.
OTRA GRAN FAENA
Sebastián Castella tuvo otra oportunidad excepcional para triunfar, teniendo en cuenta que se topó con un toro muy bueno, a excepción de su primero que no fue la maravilla que seguramente esperaba el torero francés. El torero realizó otra faena de artista consumado y sapiencia sin igual, esta vez en el segundo toro de su lote, el cual resultó con clase y bravura. Castella lo recibió con chicuelinas de ensueño y no se hicieron esperar las dianas. Luego, simple y sencillamente el torero se dio a armar la escandalera con pases de todas marcas, como péndulos, muletazos por ambos lados, en redondo, circurrets y naturales magistrales. Sebastián también escuchó Pelea de Gallos, que sonó con todo el mérito que se requiere y el espada prosiguió deleitando con un repertorio amplio de pases que la gente le continuó jaleando con mucha fuerza. Y, al firmar su obra, Castella dejó una espantosa estocada trasera y tendida, por lo que tuvo que usar el descabello; tuvo petición de trofeos, que, pensamos, era para una oreja. Sin embargo, el juez ni tardo ni perezoso sacó los dos pañuelos y le concedió dos orejas, que lamentablemente se vieron más regaladas que si únicamente le hubiera otorgado una.
Con su primer toro, el cual al rematar dos veces en el burladero se aflojó el pitón derecho, Castella tuvo momentos importantes, aunque su enemigo se fue a menos rápidamente y todo quedó en silencio. En el de regalo tuvo una fuerte salida al tercio.
A MEDIAS
Joselito Adame no terminó de hacerse por completo del público aguascalentense y cosa extraña, esta vez no puso banderillas en sus dos primeros toros, lo cual molestó mucho a los presentes y le chiflaron su nula disposición con los palos.
Ante su primer toro, que poco le colaboró, Joselito tuvo detalles, sobretodo al inicio de su trasteo, con la capa. Con la muleta no terminó de acoplarse, pese a la entrega que mostró, sin embargo su toro se fue quedando sin tela de donde echar mano. Dejó una estocada de efectos retardados y fue llamado al tercio, mientras que el astado fue pitado. Con su segundo y tras soportar nuevamente la rechifla por n atender la petición de los aficionados, que le pedían tomar las banderillas, inició su faena con un espectacular péndulo, para luego torear con ambas manos, sin llegar a redondear como él hubiera esperado. Y Joselito se animó y él mismo pidió Pelea de Gallos, que pronto cortaron los músicos cuando el espada fue arropado. Joselito pinchó y salió al tercio en división de opiniones.
En el de regalo, el diestro siempre sí se animó a poner banderillas, aunque siendo poco certero; con la muleta estuvo empeñoso y entregado y una vez más pidió la famosa Pelea de Gallos y se la entonaron; si bien estas notas están reservadas para faenas cumbres, hoy la tocan sin mayor mérito. Al final, pinchazo, estocada y el juez, que no le cuesta nada de trabajo, le concedió una oreja.
SE DEJARON
El ganado de Bernaldo de Quiróz cumplió muy bien ante el castigo del caballo; en general se dejaron meter mano sin mayor problema, siendo los seis de más a menos. Sobresalió el cuarto, por ser el mejor en bravura y calidad, mientras que el primero fue el que más fuerte empujó en el castigo y provocó un tumbo.
ESTO
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