Los taurinos amenazan con demandas millonarias si se prohíben los festejos
El Parlament abre la vía para abolir las corridas de toros en Cataluña
- À. PIÑOL / C. DELGADO
La vía legal para abolir las corridas de toros que el Parlament abrió ayer tras un frenético debate entre taurinos y antitaurinos derivó en otra discusión mucho más pragmática nada más terminar la sesión. ¿Quién pagará los costes si finalmente se prohíben los festejos? Se lo preguntaron al unísono los empresarios del sector. Los gestores de la plaza de toros Monumental, ganaderos y empresarios turísticos lanzaron un primer aviso: prohibir no saldrá gratis, y exigirán indemnizaciones millonarias.
Los promotores de la Iniciativa Legislativa Popular lograron el apoyo de la mayoría de la Cámara (se rechazaron las enmiendas a la totalidad por 67 votos en contra, 59 a favor y cinco abstenciones) pero perdida esta primera batalla, los empresarios se fijaron en la disposición adicional del texto que recoge que el Gobierno "ha de determinar el importe de la compensación económica", tras una "audiencia con los interesados".
La industria taurina dice que organizar los eventos de un año en La Monumental cuesta cinco millones de euros. Y a eso, dicen, hay que añadir las pérdidas de agencias, hoteles y hostelería. Los miembros de las protectoras de animales casi encuentran razonable que los empresarios exijan indemnizaciones.
La empresa Balañá, propietaria de La Monumental, calla. Un portavoz se limita a repetir que, de momento, la prohibición es una hipótesis. "Pero imaginamos que si sale adelante, la Administración es consciente de que costará dinero", señala.
El coste de una corrida sube o baja dependiendo de quién toree y de la ganadería. Pero cada uno de los más de 20 "festejos" cuesta cerca de 240.000 euros, que paga Funciones Taurinas, gestora de la plaza, a los implicados, asegura Pablo del Río, de la ganadería Victoriano del Río, habitual de La Monumental.
Y asegura que el pellizco económico es lo de menos. "Entre julio y septiembre, el 50% de la plaza se llena con gente de fuera. Su gasto en hoteles y restaurantes es muy significativo", recuerda. La Asociación Catalana de Agencias de Viajes admite: "habrá impacto" y, si hay compensaciones, acudirán a pedirlas a la Administración.
El impacto económico no se mencionó en el tenso debate en el Parlament. No faltó ni uno de los 135 diputados que en medio de gran expectación votaron en secreto: 67 a favor de debatir la prohibición y 59, en contra. Cinco se abstuvieron y cuatro, pese a ocupar sus escaños, no ejercieron su derecho.
La votación permitirá discutir la modificación de un artículo de la Ley de Protección de los Animales, que prohíbe la tortura de los mismos salvo los toros.
El resultado fue acogido con abrazos y lágrimas por los miembros de la Plataforma Prou! que han recogido 180.000 firmas contra las corridas de toros. "Hemos tenido días de mucha tensión", dijo sollozando una joven a favor de los animales, con los ojos enrojecidos, en los pasillos del Parlament. Los grupos protaurinos observaban la escena con estupor, pero, como apuntó el torero catalán Serafín Marín, el tanteo le da esperanzas. "Pensaba que iba a ser peor", admitió, y se ve con fuerzas para presentar batalla.
Y será reñida. Fuentes parlamentarias sostienen que hay nueve votos, entre los que se abstuvieron y los que no votaron, que pueden dar la vuelta a la tortilla. La ley regresará a la comisión y seguramente se votará en mayo. "El marcador está a cero", admite Leonardo Danselmi, de Prou! La admisión de la iniciativa legislativa popular (ILP) precisaba de 68 escaños y los defensores de los animales contaban con los 33 votos de ERC e ICV-EUiA y los defensores de las corridas, con 17 (PP y Ciutadans). El suspense estaba garantizado porque CiU y el PSC, con 48 y 37 escaños, tenían libertad de voto. Más de la mitad fueron a favor de las corridas.
"El PSC ha utilizado la libertad de voto, pero ha dado instrucciones de partido", dijo Danselmi. David Pérez, el portavoz del PSC, lo negó.
De hecho, el PSC, el PP y Ciutadans presentaron una enmienda a la totalidad contra la ILP. El debate incomodó sobremanera al presidente de la Generalitat, José Montilla, que no quiere más frentes, porque tiene bastante ya con el del Estatuto. Fue sólo a votar y lo hizo en defensa de las corridas.
La sesión empezó con una exposición de Anna Mulà, de Prou!, que defendió la sinrazón de torturar a los animales en el siglo XXI. En su turno, Pérez, aficionado a los toros, defendió los derechos de las minorías taurinas y avisó del riesgo de un debate identitario que asocia las corridas a España. "No quiero una Cataluña en la que si no eres del Barça no eres catalán: si te gusta Loquillo, eres un poco sospechoso; si te gusta Maite Martín... Y si te gustan los toros, español", exclamó. Nadie recogió el guante porque CiU y ERC admitieron sin ambages la catalanidad de la fiesta.
Josep Rull (CiU) citó a Ghandi para decir que el grado de civilización de un pueblo se mide por cómo trata a sus animales. Y Joan Puigcercós (ERC) fue claro: "Éste no es un debate catalán: es universal". Rafael Luna (PP) defendió la fiesta por tradición y Albert Rivera (Ciutadans) por la libertad, además de criticar la hipocresía de que no se prohíban los correbous. Y un poético Francesc Pané (ICV) pidió la abolición por razones éticas.
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